De tiliches y cachivaches (1)

TIERRA DE BABEL

Jorge Arturo Rodríguez

 

“La amistad nos ayuda a vivir: el amor nos ayuda a morir” (A. Ortiz-Osés).

 

A Gustavo Cadena Mathey

 

En lo que va del confinamiento y del miedo que nos arrastra a quedarnos en casa –no a todos, desde luego, porque a algunos les vale la que nos trajo- cada quien, cada familia, pareja, cada persona sola, nos las arreglamos para no terminar con los nervios destrozados, o descuartizados unos sobre los otros, o pa’ no morir de hambre. Las ocurrencias están en su punto –no me refiero al gobierno, eh, ese es otro cantar, desentonado, por cierto-; inventamos y hacemos cada pendejada pa’ no aburrirnos y no desesperarnos. Dormimos, comemos, bebemos, evacuamos –iba a decir cagamos, pero es preferible el eufemismo para los castos oídos-, hacemos el amor –iba a escribir cogemos, pero ya saben-, y lo que se nos ocurra; buscamos en qué entretenernos. Vemos la tele, vaya el internet, estamos metidos en las redes sociales, vemos las noticias sobre el coronavirus, violencia, fin del mundo y demás porque necesitamos que nos caguen de miedo, nos gusta la mala vida; nos la pasamos mirando películas palomeras, muy pocas veces cine de arte, pa’ qué complicarse la vida si ya está de la chingada. Leemos algunos libros, para qué complicarnos, mucho menos libros de altura, esos que están arriba de la estantería.

          En fin, inventando que sueño o soñando que invento, ¿o no, José Agustín? En plática por watsap con mi amigo el destacado y reconocido periodista –y mi ex jefe en Comunicación Social de no recuerdo qué Legislatura estatal-, Gustavo Cadena Mathey, le pregunté lo clásico: “¿Cómo están?”, a lo que me respondió lo clásico: “Bien, aquí con la familia”. (Clásico es sinónimo, a veces, de seguir la corriente y entablar un diálogo, es decir, función fática). En la plática me comentó algo así como: “Aquí, en el cuarto de tiliches”, y me supuse que pa’ matar el tiempo. Entonces me dijo que estaría bien que en uno de mis artículos comentara algo al respecto. Recordé lo que escribió Ciorán: “Mi misión es matar el tiempo, y la del tiempo es matarme en su turno a mí. Qué cómodo se encuentra uno entre asesinos”.

          Le dije a Gustavo que lo comentaría, pero para ello tuve que meterme entre los tiliches o cachivaches que creo a todos nos rodean, sobre todo si nos mudamos de casa. Pero en esta ocasión era para pasar el tiempo en este encierro donde estamos.

          Es de aclararse que tiliches o cachivaches significa “trasto sin valor o de poca utilidad”, “Objeto, generalmente de escasa utilidad, al que se concede poco valor”, incluso que no se sabe cómo nombrarlo ni donde madres ponerlo, tirarlo o, en lo mejor de los casos, regalarlo, pero ¿¡quién madres quiere tiliches!? Quizás los más jodidos que uno, o el “¡Fierro viejo que vendan!” El caso es que me puse a la tarea de acomodar mis tiliches o cachivaches y me di cuenta que realmente tienen mucho valor. Porque ni siquiera fue una terapia ocupacional, o porque así lo ordenó quien es dueña de la quincena; fue porque de ese modo –lo comprendí luego- nos entrecruzamos a distancia con el pasado, el “hubiera”, el presente y el mañana.

          Es así que, por solo ejemplos, y hablando del Congreso de Veracruz, donde trabajo desde hace más de veinte años, encontré documentos donde leí que en la LIV Legislatura del Estado (1986/89), la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales, estuvo integrada por los diputados –algunos que Dios los tenga en su gloria-, Fluvio César Vista Altamirano, presidente; Francisco Mora Domínguez y Gabriel Fuster Jiménez, vocales. En esta Legislatura, estuvo como vocal de la Comisión de Gobernación el diputado Jorge Moreno Salinas.

          En la LV Legislatura local (1989/92), la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales, estuvo integrada por los diputados Felipe Amadeo Flores Espinoza, presidente; Roberto Bravo Garzón e Isauro Cuellar Carranza, vocales.

          En la LVI Legislatura estatal (1992/95), integraron esa misma Comisión, los diputados Emilio Gidi Villarreal, presidente; Francisco Loyo Ramos y Esteban Lameiras y Olvera, vocales. Por ahí estuvo también presidiendo la Comisión Permanente de Organización Política y Procesos Electorales, el diputado Jorge Moreno Salinas.

          En la LVII Legislatura local (1995/98), en la Comisión de Justicia y Puntos Constitucionales, estuvieron los diputados Pericles Namorado Urrutia, presidente; Celestino Ortiz Denetro y Uriel Flores Aguayo, vocales. Por ahí anduvo el diputado José Manuel Pozos Castro como presidente de Comisión Permanente de Trabajo y Previsión Social.

          Entre tiliches o cachivaches te veas. Es bueno adentrarse y volver al futuro. En próxima entrega les paso otros datitos que encontré, como cuando se fue el Gobernador del Estado Fernando Gutiérrez Barrios a formar parte del Gabinete del Presidente Carlos Salinas de Gortari (¡ay, nanitas!), y designaron como Gobernador de Veracruz sustituto a Dante Delgado Rannauro. ¿Recordar es vivir?

 

Los días y los temas

 

Tons, entre tiliches y cachivaches encontré una publicación de cuatro páginas tamaño doble carta, editada por la Universidad Autónoma Metropolitana, llamada “Tejaván”, de febrero de 1987, siendo el editor Ángel José Fernández, y el Consejo Editorial lo integraban Jorge Brash, Marco Antonio Campos, Luis Hernández Palacios, Enrique López Aguilar y Guillermo Samperio. Viñetas de Elsa Beverido.

          Ahí aparecen poemas de varios compañeros –unos ya descansando-, como Jorge Lobillo, Librado Basilio, Maliyel Beverido, Carlomagno Sol, Carlos Islas, Esther Hernández Palacios, José Homero, José Antonio Rodríguez Villalvazo, entre otros.

          Ahí se leen unos textos de un servidor; les comparto uno:

 

Tu cuerpo

abierto

al orgiástico susurro

          de mis manos en movimiento

engrandece la marejada de mi insomnio.”

 

          ¿Y sus tiliches o cachivaches? Ahí me cuentan.

 

De cinismo y anexas

 

Lo prometido es deuda, ahí les van otros aforismos de varios autores.

 

*Los Papas mueren sin recibir la bendición de Su Santidad. (Enrique Jardiel Poncela).

*Si un hombre que no sabe contar encuentra un trébol de cuatro hojas, ¿tiene también derecho a la suerte? (S. J. Lec).

*¡Levantarse y andar, qué suerte! (P. Handke).

 

          Ahí se ven.