DESDE A JANELA
FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO
En la vida humana hay muchos tipos de crímenes, unos lo son por odio, otros por pasiones, otros más por dinero y así, podemos enumerar una gran cantidad de motivos por los cuales muchas personas delinquen; sin embargo, en todo el catálogo criminal, hay uno que destaca por su vileza y ese es la traición.
La traición consiste en la conducta realizada por el traidor, del que a su vez su denominación viene del latín “traditor”, que en buen castellano significa “el que trae o entrega”, lo que da a entender que quien traiciona se vale de la confianza depositada en él y del engaño para entregar a quien le dio la confianza.
Por esa razón es que la traición es por mucho la más abominable conducta que un ser humano puede cometer y así mismo, es la que es más reprimida, toda vez que un traidor por un beneficio personal es capaz de destruir a personas y/o ideales.
Es importante precisar lo anterior, porque no hay nada más tergiversado en el México actual que los términos traición y traidor (ora), ya que últimamente se ha utilizado para señalar a quienes se oponen a las directrices del gobierno, lo cual es algo legítimo y también por ello es que hay diversas opciones políticas que subsisten incluso enfrentadas entre sí.
También es importante abordar el tema de la traición y los traidores, porque desgraciadamente, al menos en política, hay una aceptación social en relación a los “políticos” (lo entrecomillo, porque esos no son verdaderos políticos) que se pasan de una facción a otra sin el menor rubor y es que, mucha gente cree que la política es estar en “el lugar hacia donde sopla el viento” o bien con “quien me de trabajo, dinero o cualquier tipo de privilegio” y por lo mismo no les importa olvidarse de principios, camaradas y lo que aún es peor, de su mandato electoral.
Sin embargo, nada de lo mencionado es política, ya que la política consiste en buscar el bien de una comunidad, la cual puede ir desde una pequeña ranchería hasta del mundo entero y en efecto, visiones y maneras de lograrlo puede haber muchas y todas ser válidas, pero lo serán siempre y cuando realmente aporten un beneficio para la comunidad; lo que ya no es válido en política es anteponer el beneficio personal sobre el de la comunidad y menos aún lo es engañar a los electores para obtener los beneficios personales que trae aparejado un cargo público.
Sentado lo anterior, podemos ver el caso de algunos de los muchos traidores que pululan en las altas esferas del Estado mexicano.
El primero de ellos, sin lugar a dudas, es el propio presidente de la República, quien nada más y nada menos desde que asumió el cargo traicionó a la mayor parte de sus electores y esa traición consistió en que el candidato López Obrador prometió apoyar a los pobres, desmilitarizar el país, exigir un trato digno a los Estados Unidos, respetar la voluntad popular, tener un sistema nacional de salud del primer mundo, no dejar sin educación a nadie y principalmente acabar con la corrupción; mientras que el presidente López Obrador ha orientado sus políticas en todo lo contrario a lo prometido y así tenemos que los pobres son ahora más pobres debido a las políticas económicas del gobierno, se desmanteló la policía federal y se le pretende sustituir por un cuerpo militar, no ha habido una administración mexicana tan maltratada y agachada ante los dictados de la Casa Blanca, la voluntad popular ni si quiera es tomada en cuenta cuando se opone a un capricho presidencial (caso destacado el de las comunidades mayas que se oponen al paso de un tren por sus territorios), el acceso público a la salud actual es el más deficiente que se recuerde al menos desde la revolución y lo mismo sucede con la educación y lo peor de todo es que el actual gobierno es el más corrupto de todos, hasta Salinas y Peña palidecen frente a lo que se ve ahora y vaya que eso ya es mucho decir.
Otro traidor destacado es el famoso “Alito”, quien es el presidente del PRI y quien desde esa posición prometió tanto a sus aliados como a sus electores ser una oposición firme al gobierno y en consecuencia luchar por evitar que las fuerzas legislativas oficialistas pudieran modificar la constitución a su antojo y en ese entendido, recibió el partido por el encabezado el mandato electoral necesario para actuar en consecuencia; sin embargo, ante la presión gubernamental y la cola larga que tiene muy pegada a su cuerpo, decidió traicionar a sus electores y no solo se sumó al gobierno a que tenía que oponerse, sino que intentó realizar una iniciativa que salvara buena parte de las pretensiones presidenciales y todo lo hizo por evitar la prisión y conservar su muy buen nivel de vida y en efecto, toda persecución contra él cesó por arte de magia y eso que los delitos por los que se le investigaba eran muy graves según el gobierno.
El caso de Moreira, principal socio de Moreno en la traición, es exactamente el mismo.
Hay otro caso de un traidor a su partido y a sus electores que es digno de mencionar y ese es el de un senador panista yucateco, del ni sabía ni recuerdo su nombre, pero que ejemplifica lo repugnante que es la traición y es que no solo entregó el mandato de sus electores al gobierno, sino que fue exhibido por el dirigente del partido oficialista como un trofeo y además como lo que es, un vil traidor.
Por último, voy a comentar el caso de unos senadores de MRN que votaron en contra de la ampliación del tiempo en el que las fuerzas armadas pueden estar fuera de sus cuarteles, ya que en este caso no existe la traición y eso se debe a que, como dijimos previamente en este texto, parte de la oferta electoral que en 2018 hizo posible que MRN fuera el partido en el gobierno y que esos senadores tuvieran su escaño, fue precisamente el regresar al ejército a sus cuarteles y por ende, esos legisladores actuaron con lealtad a sus electores y es que no hay que olvidar que en política la lealtad principal es para los electores, y esa lealtad hacia los electores se encuentra por encima de la debida a los gobernantes y a las dirigencias de los partidos políticos.
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