Por Martha Lamas
En ocasiones los escándalos mediáticos, luego de su punto álgido, pasan al olvido. Pero también ocurre que generan discusiones importantes, que sirven para ir esclareciendo complejos asuntos. Eso está pasando con los #MeToo que surgieron en México a finales de marzo. Justo un mes después, el pasado 24 de abril, el Círculo Feminista de Análisis Jurídico llevó a cabo el conversatorio “Lecciones del #MeToo en México”, organizado en dos mesas:
1. “Razones y conformación del #MeToo”, con la participación de Lulú Barrera, de Luchadoras; Amaranta Valgañón, de Equis; Estefanía Medina, de Tojil, y Karla Micheel Salas, y 2. “Lecciones del #MeToo al movimiento y a los entes públicos y privados”, con Lucía Núñez, del CIEG; Ana Velázquez, del Círculo Feminista de Análisis Jurídico; Estefanía Vela, del CIDE, y Claudia Ramos, de Animal Político.
Es obvio que, siendo las organizadoras integrantes del Círculo Feminista de Análisis Jurídico, la experiencia de litigio de las abogadas enmarcó el conversatorio en ciertas preocupaciones: la posibilidad de exigir debido proceso en nuestro deficiente estado de derecho, el muy desigual acceso a la justicia, la carencia de mecanismos seguros para las denuncias, la falta de personal capacitado para atenderlas, entre otras. Un tema ineludible fue el del anonimato de las denuncias. Si bien la denuncia anónima es válida legalmente, ¿puede ser simultáneamente anónima y pública?
En México hay canales legales para realizar de manera anónima una denuncia; sin embargo, dar a conocer públicamente ese acto confidencial supone nuevos dilemas. El anonimato de ciertas denuncias en varios de los #MeToo resultó ser un arma de doble filo: por un lado facilitó que muchas mujeres se atrevieran a plantear las infamias que habían vivido, pero también se prestó a que algunos hombres se declararan calumniados. ¿Dar públicamente el nombre del supuesto abusador violenta el debido proceso? Los #MeToo mexicanos se arriesgaron y algunos aludidos protestaron; unos lo hicieron por escrito, otros recurrieron a las amenazas e incluso un profesor de El Colegio de México anunció, en entrevista con Aristegui, que iniciaría un litigio por “daño moral”. La abogada feminista Karla Micheel Salas planteó el conflicto que existe ante el “derecho a la imagen pública”.
Otras intervenciones giraron en relación a cómo reparar el daño. ¿Cómo se resarce una agresión sexual? A diferencia de ciertas activistas feministas, que están atrincheradas en la exigencia del castigo, las abogadas señalaron que en los casos que les ha tocado litigar, las mujeres no quieren meter al tipo a la cárcel; sólo quieren que reconozca el mal que hizo y que ofrezca una disculpa. Sin embargo, en México estamos lejos de propiciar que, al recibir una amonestación, el infractor comprenda lo que provocó su acción y se disculpe. Encima, muchísimas mujeres –agraviadas y no agraviadas– creen equivocadamente que se logra más justicia cuando se aplican castigos más duros o se imponen más años de cárcel.