*Retrovisor.
/ Ivonne Melgar /
Del manoseo de los números oficiales siempre hemos tenido pruebas; es un pecado del que difícilmente escapan los gobiernos de cualquier signo.
Con el presidente López Obrador convertimos en lugar común el contradecir cualquier crítica u cifra incómoda con el trillado “yo tengo otros datos”. Como la centralización del poder que busca controlarlo todo bajo el ejercicio presidencial estaba en proceso, a la propaganda gubernamental podíamos anteponer las revelaciones del Inai y del Inegi.
Así que gracias al seguimiento de las estadísticas de cómo viven los hogares, el Coneval concluyó que la administración anterior había disminuido la pobreza en el rubro de ingresos.
También supimos cómo se multiplicaron los costos de las obras, del desastre en el sector salud y de los beneficiarios de contratos gubernamentales. Ese contraste pronto será imposible ante el aniquilamiento del Inai y del Coneval. Y es que mal empieza la transición de sus tareas hacia la Secretaría de Buen Gobierno y Anticorrupción y el Inegi, respectivamente, cuando nos enteramos de que el gobierno oculta y manipula información.
El coordinador de los diputados del PRI, Rubén Moreira, pidió este miércoles al secretario Omar García Harfuch reportar los homicidios dolosos procedentes de fuentes abiertas en la página https://www.informeseguridad.cns.gob.mx. En un exhorto legislativo, el congresista documentó que desde el 2 de octubre se eliminó del registro diario ese apartado que daba cuenta de cuerpos de fosas clandestinas y que está excluyendo datos que medios de Sonora y Jalisco difundieron en enero sobre restos encontrados.
Y este jueves, el senador Ricardo Anaya (PAN) puso en duda el informe de que la violencia bajó 16% en lo que va del sexenio, alertando que “mañosamente, pasaron los asesinatos a la categoría de desaparecidos”, entre otras trampas del manejo numérico.
A estos preocupantes y cero atendibles llamados se suma el triste anuncio de la presidenta del Inegi, Graciela Márquez: la cancelación de la Encuesta Intercensal 2025 ante un recorte presupuestal del 29%. Es una noticia con graves implicaciones para un país que aspira a saber dónde y qué le duele en términos sociales; y conocer qué sucedió con la pandemia.
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La Encuesta Intercensal nos mostraría cómo viven los municipios afectados por violencia criminal, entre una larga lista de insumos que venía ofreciendo este instrumento en medio de los Censos Nacionales de Población y Vivienda, a la mitad de cada década. Le preguntamos a Enrique González Tiburcio, experto en estadísticas sobre desigualdad, por qué importa la Encuesta Intercensal que venía preparándose desde 2022.
“Después del Censo, la Encuesta Intercensal es la que cubre mayores espacios a nivel territorial, de municipios y alcaldías; el no hacerla implica que no tengamos una medición a mitad de camino entre el 2020 y el 2030”, sostiene el exsubsecretario de Desarrollo Social.
“México tiene compromisos con los Objetivos del Desarrollo Sostenible que firmó con Naciones Unidas, y la Encuesta Intercensal es fundamental para saber cómo vamos en salud, educación, vivienda y pobreza”, dice el economista en referencia a los indicadores que no tendremos para esa Agenda 2030.
Nos cuenta González Tiburcio, quien en Sedesol y en Sedatu supo del valor de esos datos, que para este año también se tienen compromisos estadísticos con Cepal que no podrán cubrirse: “No vamos a saber qué ocurrió después del 2020 con las modificaciones en la distribución poblacional en las entidades ni cómo nos impactó el covid, (es una cancelación) que nos deja a oscuras”, lamenta el exfuncionario.
Para González Tiburcio hay todavía algo peor. Si se supone que Inegi tomaría las tareas del Coneval, sin los datos de la Intercensal, “va a ser muy difícil poder calcular con certeza científica y datos recientes qué ha pasado con la dinámica de la pobreza”.
Al ser una base para conocer la distribución poblacional rural y niveles de marginación que permitían un reparto presupuestal apegado a necesidades reales, la falta de esta encuesta preocupa a demógrafos, estadísticos y especialistas en desigualdad social.
Gonzalo Hernández Licona, exsecretario ejecutivo del Coneval, comenta: “No habrá medición de pobreza municipal cada cinco años. No podremos tener datos desagregados a nivel municipal o incluso por áreas urbanas. Pero ¿qué tal el dinero a Pemex, Dos Bocas y demás elefantes blancos?”.
Política, técnica e institucionalmente, el Inegi empieza mal el año en el que tomará la estafeta del Coneval. Porque si el término estadística proviene del latín status y significa estado político o gobierno (RAE), es pésima noticia que la actual administración renuncie a esa rama del conocimiento matemático.
Por cierto, ese campo que mide los fenómenos sociales con análisis matemáticos, según la definición de Bernard Cohen, fue inaugurada durante la Guerra de Crimea (1853-1856) por Florence Nightingale, cuando contando a los soldados que morían les demostró a las autoridades inglesas que la tasa de mortalidad era por las deplorables condiciones hospitalarias. Así lo narra Arantza Urkaregi (Florence Nightingale, pionera estadística-Mujeres con ciencia).
Pero hoy, en el país de “tenemos otros datos”, estamos ante el riesgo de pasar al México sin estadísticas, bajo la ilusión de que se puede gobernar sin evidencias.
Es penoso que le estén quitando bases de entendimiento a la Presidencia de una científica.