Democracia.

**CON SINGULAR ALEGRÍA .

/ POR GILDA MONTAÑO /

Hoy, en el día “D” para nuestro Estado, me encuentro un escrito de René Valdivieso, que trabaja en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias sobre el Desarrollo Regional, de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. En esta época, es importante re-leerlo.

La democracia es una forma de vida, que significa votar en todo y para todo. Es como el pueblo alcanza el poder. Es como los individuos a través de la elección popular, deciden y se convierten en autores de su destino. Así lo dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: el gobierno impulsará la democracia en todos sus sentidos.

Fueron los primeros años de la década de los años 80 cuando en varias partes del país, la oposición comenzaba a tener un papel relevante en el quehacer electoral y es, hacia mediados de esa década cuando, como resultado de una participación social muy importante, se enfrenta el pueblo al PRI y a su aparato, en las históricas elecciones de 1986 en Chihuahua.

Lo importante de este tipo de elecciones, no era aún su resultado, sino que nos encontrábamos frente a situaciones inéditas en el país en los tiempos recientes, en donde la población se decidía a tomar en sus manos las elecciones y a enfrentar los diversos aparatos electorales: la mayoría de las veces, muy fraudulentos.

Hubo, en relación a esos procesos electorales, quienes afirmaron que ese nuevo auge de participación electoral iba a ser efímero, pues los fraudes acabarían por volver a alejar a la población de las urnas, y el control del aparato electoral sería fácil.

Nada más falso y 30 años después, estamos viviendo una situación bastante plural en México, en diversos ámbitos del poder y de la representación, sin que por ello podamos considerar que la tarea democrática está concluida.

Esta situación posibilitó el renacimiento de las regiones en el país, fuera de los esquemas y decisiones centralistas, así como la revaloración de lo local frente a lo nacional, en plenos tiempos de la globalización.

Se podría suponer, al menos como hipótesis, que la crisis iniciada sobre todo en 1982, que no fue otra cosa más que el inicio de la década perdida, aunada a la impresionante participación social durante el terremoto de la Ciudad de México y a la crisis iniciada hace poco más de tres décadas, que fueron elementos detonadores no sólo en el incremento de la participación social en todo el país, sino incluso, en la orientación anti-priista de esa nueva participación.

De tal forma, para 1998 podemos decir, que las elecciones se convirtieron en un medio muy importante del sentir de los grupos sociales. Hay zonas y regiones en nuestro país en donde estos procesos definieron el presente y el futuro del desarrollo local. Por eso, los gobiernos locales se han convertido, a su vez, en espacios privilegiados de participación y de lucha por la democracia en la conducción de la administración y en la implementación de proyectos de desarrollo.

Desde esta óptica es pertinente plantear la reflexión y la discusión en relación al desarrollo regional de México en la democracia, o mejor, la democracia y las condiciones por ella generada para el nuevo desarrollo regional en el país.

Pero más allá de estos planteamientos y de estas hipótesis, la pregunta que tenemos enfrente es ¿hay realmente un nuevo esquema de desarrollo en estas nuevas condiciones de participación social en el país? Pero por supuesto que las hay. ¿Estamos frente a escenarios en donde el desarrollo regional está incidiendo en la generalización de la democracia y la participación social? Sí Está. O ¿Estamos frente a escenarios en donde la democracia y la participación social están incidiendo en nuevas estrategias de desarrollo? Esto sucede en casi todo el país.

Entonces, en este momento, el panorama electoral en nuestro país ha venido cambiando. ¿Quién no recuerda las frases en las que se señalaba que el PRI pasaba de ser un partido dominante a sólo un partido mayoritario y ahora minoritario en varios espacios? Sus porcentajes de votos obtenidos han venido claramente descendiendo, hasta llegar a la mayoría relativa que tiene ahora.

Y tristemente el dirigente, un señor Alito, es menospreciado por muchos de los priístas de la vieja guardia y de otros que ya se fueron. ¿Cómo podría yo compararlo con sus antecesores? De ninguna manera. Y por nada del mundo. Yo trabajé mucho, mucho tiempo con uno, que, de Embajador, lo trajeron a que ganara las elecciones de Ernesto Zedillo.

En fin, el tema del desarrollo sigue siendo un tema central en la discusión no sólo académica, sino fundamentalmente política. Las condiciones de vida y de bienestar de la población, la presencia, uso y distribución de recursos y posibilidades de vida y las acciones gubernamentales (obra e inversión), tocan todos los espacios de la vida de una comunidad, entidad o región.

Las crisis recurrentes que vive el país, al menos desde hace más de 35 años han afectado, de manera directa, las posibilidades de la población de mejorar sus condiciones de vida y, por el contrario, han llevado a que contemos en el país, según datos oficiales, con al menos 80 millones de pobres.

Las reflexiones sobre estos temas tienen hoy en día una fuerte carga ideológica que deja de lado el fundamento empírico. Cada partido político, por ejemplo, afirma que sólo su proyecto puede salvar a la región y a la nación.

La globalización mercantil que vivimos y a la que estamos sujetos por el tratado de libre comercio, cada día impone más y más restricciones al desarrollo local fuera de sus límites.

Esta situación es la que también hoy se enfrenta en varias partes del mundo. Y en ella descansa la posibilidad de que se pueda construir otro país y, sobre todo, otro modelo de desarrollo que acompañado por esquemas de participación plural y democrática permita a nuestras entidades, ciudades y municipios reconstruir su historia y su desarrollo.

Pero esta historia se hace con todos, no con un solo partido político. La experiencia que tenemos, nos debería de dejar entender, que la democracia, la ejercemos todos. Aquí vivimos, aquí estamos, aquí moriremos. México es un país de primer orden. De gente inteligente y digna. Sigamos adelante.

Votemos pues, por la mejor y la más valiente.
gildamh@hotmail.com