Dentro y Fuera .

La Corte

/ Azul Etcheverry /

“La relación con nuestros vecinos es fundamental, la tenemos que cuidar; al mismo tiempo, cuidar también a los migrantes”, afirmó el Presidente de la República sobre la reunión que sostuvo esta semana con funcionarios estadunidenses de alto nivel, Antony Blinken y Alejandro Mayorkas, secretario de Estado y Seguridad Nacional, respectivamente, para hablar sobre el tema migratorio y seguridad en las fronteras.

Estas palabras de López Obrador resumen la encrucijada en la que México se ha visto durante mucho tiempo, particularmente en los últimos tiempos, donde los flujos migratorios se han disparado y combinado con decisiones de ambos países que han complicado el asunto. Mantener tranquilo a Washington al tiempo que se intenta dar una solución para ser solidario con los países hermanos latinoamericanos de los que recibimos migrantes no ha sido cosa fácil, ambos frentes, norte y sur, son (o deberían ser) importantes para México como líder regional y país de emisión, tránsito y destino de migrantes.

¿Qué sucedió en esta reunión? Este encuentro es resultado de recientes caravanas migrantes con miles de personas procedentes de diferentes países, como Honduras, El Salvador y Venezuela, entre otros, transitando nuestro territorio en la búsqueda de llegar a Estados Unidos, y en donde este último llegó a Palacio Nacional con exigencias muy puntuales que se resumen en presiones para evitar que los migrantes lleguen al país vecino del norte a través de desvíos, mayor control territorial de las rutas, e incluso con el ofrecimiento de visados.

¿Por qué debería de importarnos? La frase del inicio nos ayuda a entender las razones, primero, por nuestros connacionales, no estamos hablando de un asunto ajeno, estamos hablando de un asunto nuestro, que puede afectar directamente a los nuestros que deciden migrar e incluso poner en riesgo sus vidas. El tema también importa por que por medio de una aproximación eficiente, México puede recuperar el liderazgo regional con los países latinoamericanos al tiempo que logra apaciguar las inquietudes de Washington, matar dos pájaros de un tiro, como dice el dicho.

También no debemos perder de vista que el tema migratorio es siempre politizado y que en aras de elecciones en ambos países será, sin duda, motivo de promesas de campaña para bien o mal, pero, sobre todo, más que las promesas, importa la realidad y cómo una gestión desafortunada puede llegar a desestabilizar el terreno y poner en riesgo los ejercicios democráticos pacíficos.

El tema siempre es espinoso, sin embargo, México, sin hablar de partidos o colores, tiene que observarlo, primero, como una prioridad para proteger la vida y derechos de nuestros paisanos nómadas y, segundo, como un tema a través del cual puede afianzar los lazos de amistad con los aliados latinoamericanos y eliminar presiones externas frente a uno de los procesos electorales más importantes en los últimos años.