Derechos de las mujeres: ¿el gran engaño?

Opinión.

/Estela Casados Gonzalez/

Hace algunos años, poco antes de que se aprobara la reforma al artículo cuarto de la Constitución de Veracruz (ese que dice que el Estado “garantiza” el derecho a la vida del ser humano desde el momento de la concepción hasta la muerte natural), algunas feministas nos reunimos con el entonces Secretario de Gobierno Flavino Ríos Alvarado para tratar el asunto. Originalmente habíamos solicitado que nos recibiera Javier Duarte de Ochoa, a quien obviamente ni le interesó el tema.

El Secretario nos escuchó ¿con atención? Le expusimos dos cuestiones centrales: nuestro temor de que esa reforma se convirtiera en un mecanismo para cerrar la puerta al derecho a decidir la interrupción legal del embarazo, así como la intervención de agrupaciones religiosas y organizaciones antiderechos que tenían (y tienen) el propósito de revertir los derechos humanos de las mujeres. Cuando terminamos de exponer nuestros argumentos, lo que no duró más de 15 minutos, Ríos Alvarado solo contestó que había cumplido con su deber de ese día, pues nos había recibido y escuchado una a una, pero que él se tenía que ir. Se puso de pie. Nos saludó, como se saluda a una bola de chamacas babosas y se fue. Además de humillación, sentimos como si esa reunión nunca hubiese existido. Tiempo y energía desperdiciados.

Esa era y es la postura del Estado para con las ciudadanas que exigen por sus derechos y por el buen funcionamiento de las instituciones que dicen velar por ellas. Fingir que se escucha, fingir que se dialoga y después fingir que se cumplió con un deber. Cada vez que observo manifestaciones donde las jóvenes hacen pintas en edificios, rompen puertas y cristales, me acuerdo de lo acontecido en aquella reunión y pienso para mis adentros “que lo rompan todo”.

La historia con aquel Secretario, quien dicho sea de paso ahora se encuentra en arresto domiciliario, pero al que podemos encontrar fácilmente hasta en el supermercado, se ha replicado con otros de diferente partido. Es complicado sostener un diálogo fructífero cuando solo hay desinterés por los derechos de las mujeres, pero hay que hacer check list para que el Estado no quede mal ante los organismos internacionales que tienen al país lleno de recomendaciones por no proteger los derechos humanos de la población.

Si bien desde que inició el nuevo milenio se fundaron instancias como el Instituto Nacional de las Mujeres (2001) o se emitieron instrumentos legales importantes como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007), en sustancia la situación de las que habitamos el país ha tenido avances modestos, sobre todo cuando volteamos a ver a las que están sumidas por debajo de la línea de la sobrevivencia. Decía Gardel que veinte años no es nada, sin embargo para las mexicanas cada vez duele más el paso del tiempo.

De acuerdo a datos oficiales, entre 1990 y 2019 casi 60 mil mujeres fueron víctimas de homicidio. Aún con sus probables inexactitudes, esta cifra es un termómetro de lo que ha acontecido en el país y nos hace preguntarnos ¿qué otros aspectos de la vida de las mujeres pueden dañarse aún con mayor facilidad? Desde luego, el Estado mexicano ha sido cómplice y ejecutor histórico de las violencias que desmiembran lo femenino. De ello dan constancia, por ejemplo, las mil mexicanas asesinadas cada año entre 1985 y 2009. El punto más alto de ese periodo lo constituye precisamente 2009, al presentar 1943 defunciones. ¿Cómo evolucionó este fenómeno? Veamos.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) tuvieron lugar 7983 asesinatos de mujeres. Su sucesor, Ernesto Zedillo Ponce de León (1994- 2000) registró al final de su mandato 10015 defunciones femeninas con presunción de homicidio. La alternancia partidista encarnada en Vicente Fox Quezada (2000-2006) observó 7713 eventos delictivos de esta naturaleza; pero la continuación de la alternancia en la persona de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) rebasó por mucho este fatídico registro con 12416 casos.

Con Enrique Peña Nieto (2012-2018) y el regreso de otros intereses de partido, los homicidios de mujeres entraron en otra dimensión. INEGI contabilizó para ese sexenio 17322 muertes violentas de mujeres y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública estableció para 2018 un promedio de 10 asesinadas al día en el país.

De diciembre de 2018 a junio de 2021, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha contabilizado 9798 asesinatos de mujeres, de los cuales 2486 son feminicidios y 7312 son homicidios culposos.

En tres décadas y seis periodos gubernamentales, más de 65 mil mexicanas han sido asesinadas. Esto parece no tener fin. El recuento de estas historias, sus cifras que evidencian lo que Rita Segato llama “femigenocidio”, muestran muchas cosas, sobre todo ineficacia y desinterés.

Es necesario hacer un poquito de historia para entender que ha sido el movimiento feminista el que, en su infinita y a veces convulsa heterogeneidad, ha empujado la legislación a favor de los derechos humanos de las mujeres. El Estado mexicano ha creado un andamiaje legal e institucional a base de presión, sobre todo para no quedar mal en el ámbito internacional, desde donde continuamente se le señala que si bien la tasa más alta de feminicidios en América Latina la tiene Honduras, son México y Brasil los países que se disputan el mayor número de víctimas.

En los últimos días he estado recordando y sumando estas historias, muy a propósito de la Consulta ciudadana. Más allá de filias y fobias que desencadenó la implementación de este mecanismo legalmente instituido, pero que nunca se había utilizado en el país, acordé conmigo misma que en vez de ponerme a publicar mi acuerdo o desacuerdo en las redes sociales y compartir memes, iría a ver de qué se trataba la consulta. Hacerlo me permitiría dar uso al dinero que de por sí me quitan vía impuestos, dar mi opinión a una pregunta y mandar un mensaje como mujer y feminista en memoria de las miles de ciudadanas que han sido asesinadas en México en los sexenios de los cinco presidentes a los que se ha hecho alusión continuamente, pero cuyo nombre no aparece en “la papeleta del sí y del no”. Me comprometí a hacer aquello que hace una ciudadana, pues.

Hubo gente que fue a votar y contestó “no”. En el espacio donde debían, demostraron que no estaban de acuerdo ni con la consulta ni sobre las acciones legales que la pregunta proponía. Lástima que fueran tan poquitos. A las 7:00am del 2 de agosto hubiera sido interesante escuchar al presidente de la República con una negativa por parte del país. ¡Lástima! Ya será para otra ocasión, o quién sabe.

Llama mi atención que acudimos a votar poco más de 7 millones de personas en el país. Ni en sueños alcanzaron esa cifra los partidos políticos rémora o aquellos que perdieron el registro. Interesante.

Corría el año 2009 en Veracruz, Fidel Herrera Beltrán se encontraba en la plenitud de su poder y quería reformar el artículo cuarto de la Constitución local. A un puñado de feministas se nos ocurrió convocar a una Marcha Nocturna por la Libertad de las Mujeres y el Derecho a Decidir. No faltó quien se burlara de nosotras y que calificara de sin sentido a una marcha que se realizaría cuando el entonces gobernador se había retirado de su oficina ubicada en palacio de gobierno. Dicho sea de paso, la marcha fue un éxito. Asistieron familias completas, personas de la tercera edad, de la discidencia sexual, estudiantes de secundaria, prepa y universidad, así como integrantes de otros movimientos que simpatizaban con nuestra causa.

Está de más decir que Herrera Beltrán no nos recibió porque nunca buscamos como grupo ni como asistentes de una marcha que así fuera. Sabíamos que el tema no era de su interés. Quienes asistimos queríamos enviar un mensaje y hacer presencia para demostrar que, ya fuera de noche o de día, él y sus decisiones políticas eran objeto de nuestro más grande repudio. La reforma constitucional no pasó en aquella ocasión. Ya se encargaría Duarte, con tal de tomarse la foto de agradecimiento que le ofrecieron los grupos religiosos y antiderechos en el Puerto de Veracruz.

Hay momentos estratégicos para enviar mensajes. A veces, solo a veces, la democracia nos los regala en herramientas que nos permiten comunicarnos con lo simbólico y político para revertir la desgracia de vivir en un país de muerte perpetuado por el sistema. Me parece que este país, en donde nos arrebatamos la razón y la cordura a través del escarnio y la burla, aún no está preparado para esta conversación.

Materiales consultados

ONU Mujeres, Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), et al; (2020); La Violencia feminicida en México: aproximaciones y tendencias. Consultar en https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/600920/ViolenciaFeminicida2020.pdf

Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP); (2021); Información sobre violencia contra las mujeres. Incidencia delictiva y llamadas de emergencia 911. Información con corte al
30 de junio de 2021. Consultar en https://drive.google.com/file/d/1VRwhF9yFw3RjQc_FYpluRrLcraUXIFEs/view

Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe. CEPAL – ONU (2019). «Feminicidio. América Latina, el Caribe (21 países): feminicidio o femicidio, último año disponible (en números absolutos y tasas por cada 100.00 mujeres). Consultar en https://oig.cepal.org/es/indicadores/feminicidio

Publicado enBlog personal

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