Gente como Uno.
/ Mónica Garza /
Falta de protocolos, fallas en el debido proceso y ausencia de justicia en el asesinato de Digna Ochoa, fueron los motivos de la disculpa pública que ofreció el Gobierno de México a los familiares de la activista y defensora de Derechos Humanos, a 21 años de su muerte.
La administración de Andrés Manuel López Obrador ha reconocido violaciones a procesos en diferentes casos, como la masacre de Acteal, el Casino Royal, los normalistas de Ayotzinapa, o los delitos cometidos contra la periodista Lydia Cacho, entre otros.
Ya van varias ceremonias de disculpas públicas por detención arbitraria, tortura, guerra sucia, espionaje, persecución, encubrimiento, criminalización durante una investigación o incorrecta actuación del Estado.
Pero todo eso no frena las violaciones a los derechos humanos en México.
Las cifras solo se elevan, como el aumento en la lupa de los organismos internacionales bajo la que nuestro país se encuentra y que la Organización de las Naciones Unidas se ha encargado de documentar con rigor.
En septiembre pasado visitó México la Relatora Especial de la ONU sobre los Derechos Humanos de los Desplazados Internos, Cecilia Jimenez-Damary y estuvo en 25 dependencias entre Ciudad de México, Estado de México, Chihuahua, Chiapas y Guerrero.
Conversó con víctimas de desplazamiento forzado interno, amenazadas por el crimen organizado u otros móviles, como conflictos electorales, religiosos o agrarios, según lo que ella misma enlistó en su cierre oficial de labores en México, cuyo informe completo se presentará en junio de 2023.
Ahí destaca la falta de datos y de un registro claro sobre los casos de desplazamiento forzado interno, que hace prácticamente imposible la construcción de una estrategia eficiente para atender el drama que viven en México decenas de periodistas.
La capital mexicana es hoy la mayor receptora de comunicadores en esa situación, que hasta 2020 contabilizaba 72 periodistas, de los cuales la Organización CIMAC (Comunicación e Información de la Mujer A.C) contabiliza a 23 mujeres.
Jiménez-Damary se reunió con ellas y advirtió que es fundamental que las personas desplazadas internas participen en las decisiones que les afectan, y que se consideren sus necesidades de protección específicas y diferenciadas. Cosa que no sucede.
Hace unos días platiqué con Guillermo Fernández Maldonado, representante en México de la ONU Derechos Humanos, quien reconoció que el Gobierno de México avanza al menos en reconocer el fenómeno como un problema grave en el país, así como la crisis forense.
Sin embargo, sin acciones no se pondrá freno a la violencia contra periodistas en México.
Y en este sentido hay que subrayar desde el elemental respeto a la libertad de expresión, que tantas veces vemos obstaculizada desde las propias dependencias de gobierno, que ahora también pretenden, con burdas cartitas dirigidas a direcciones editoriales, “recomendar” a sus columnistas cómo redactar sus opiniones. Algo simplemente inaceptable en una democracia…
En la publicación “La desaparición forzada en México: Una mirada desde los organismos del sistema de naciones unidas”, presentado en agosto pasado, se incluyen más de 600 recomendaciones en busca de combatir la desaparición forzada en el país.
La estridente cantidad tiene que ver con la falta de justicia y atención a las víctimas para asegurar la reparación del daño, y tampoco se han hecho los ajustes en leyes para brindarles garantías, mucho menos un plan de retorno al hogar y la vida que la violencia les arrebató.
En cuanto a las Fuerzas Armadas en México, por citar otro ejemplo, se han recibido más de 40 recomendaciones por parte de organismos internacionales a lo largo de 3 sexenios, que repiten la impunidad en los delitos, las graves violaciones a derechos humanos cometidas por elementos de esa institución, así como su falta de transparencia. Y en este sexenio, en ese terreno, nada parece transformarse…
“El doctor no solo dice que le afectan los pulmones o le afecta el corazón, sino que presenta recomendaciones: usted tiene que dejar de fumar, tiene que hacer ejercicio. Pero cada paciente decide si las sigue”… es la analogía que me hizo el Comisionado de la ONU, Guillermo Fernández Maldonado, al respecto de México, un paciente, por lo visto, con muy poca disciplina para querer sanar.
