Desacreditación Furtiva: La Violencia Machista en la Sombra .

*Los mecanismos para desacreditar a las mujeres son muy recurrentes y normalizados por la permisividad social.

* Hay Sensibilizar para romper la cadena del maltrato y la violencia, no miremos para otro lado, no cerremos nuestros oídos, no amparemos con nuestro silencio estos mensajes negacioncitas que contribuyen a perpetuar la violencia.

22.06.2023. BPNoticias.-Algunos hombres pueden haber internalizado creencias y actitudes sexistas que consideran a las mujeres como inferiores, menos competentes o emocionalmente inestables, ello los lleva a menospreciar las opiniones, logros y capacidades de las mujeres, buscando socavar su confianza y reputación. Para debilitar o destruir su palabra emplean mecanismos utilizados mayormente a través de los estereotipos de género, la violencia digital con difamación, manipulación de la realidad y la estigmatización para desacreditar, particularmente, a las mujeres insumisas.

A nivel psicológico, el deseo de mantener el control y el miedo a la pérdida de poder pueden motivar a ciertos hombres a desacreditar a las mujeres. Sentimientos de inferioridad, inseguridad y misoginia pueden impulsar comportamientos de desvalorización y menosprecio, ya que desacreditar a las mujeres les puede brindar una falsa sensación de superioridad y refuerzo de la propia autoestima sobre todo a aquellos oportunistas que buscan vengarse pues no pueden explotar o someter a las mujeres.

Es importante reconocer que la violencia machista es un fenómeno cultural arraigado que requiere cambios profundos en las actitudes y las estructuras sociales. Esto implica un esfuerzo colectivo para desafiar y transformar las normas culturales que perpetúan la desigualdad y la violencia de género.

El mecanismo de desacreditación de las mujeres en la sociedad está estrechamente relacionado con la permisividad social hacia la violencia machista. La permisividad social se refiere a la tolerancia, aceptación o normalización de actitudes y comportamientos que perpetúan la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres.

Cuando la sociedad permite o no cuestiona estos comportamientos, se crea un entorno en el que la violencia y la desacreditación hacia las mujeres pueden prosperar hasta llegar a a violencia extrema machista que es el feminicidio. Esto se debe a varias razones:

Normalización de estereotipos de género: La sociedad a menudo perpetúa estereotipos de género que refuerzan la idea de la inferioridad de las mujeres y su papel subordinado. Estos estereotipos pueden justificar y legitimar la violencia machista, ya que se considera “normal” o “aceptable” que las mujeres sean objeto de desacreditación o violencia.

Cultura de silencio y complicidad: Existe una cultura de silencio que rodea la violencia machista, lo que hace que las víctimas se sientan desalentadas a denunciar y buscar apoyo. Además, la complicidad de quienes son testigos de estos actos, al no intervenir o denunciarlos, refuerza la permisividad social y permite que la desacreditación continúe.

Falta de consecuencias y rendición de cuentas: Cuando los agresores no enfrentan consecuencias legales o sociales por sus acciones, se envía el mensaje de que la desacreditación y la violencia son aceptables. La impunidad refuerza la permisividad social y desalienta a las víctimas a buscar justicia.

Doble estándar de género: Existe un doble estándar de género en el que se juzga y critica a las mujeres de manera más severa que a los hombres y lo hacen a sus espaldas para reforzar su machismo. Esto se refleja en la forma en que se desacredita a las mujeres en la sombra, difamando su reputación y cuestionando su valía. Este doble estándar contribuye a la permisividad social al crear un ambiente en el que se tolera y justifica la desacreditación de las mujeres.

Para combatir la permisividad social hacia la desacreditación de las mujeres, es fundamental desafiar y cambiar las actitudes y normas culturales arraigadas. Esto implica promover la educación en igualdad de género, fomentar la empatía y el respeto mutuo, fomentar la denuncia y el apoyo a las víctimas, así como garantizar la rendición de cuentas y consecuencias para los agresores. Además, es necesario promover una cultura de igualdad y respeto en todos los aspectos de la sociedad para erradicar la permisividad social hacia la violencia machista.

Es importante destacar que no todos los hombres participan en la desacreditación de las mujeres, y existen hombres comprometidos con la igualdad de género y el respeto mutuo. Sin embargo, es fundamental abordar los factores subyacentes y promover la educación, la conciencia y el cambio cultural para combatir la desacreditación y la violencia machista en todas sus formas.

Los mecanismos ¿Le suenan?

Las condiciones de la violencia machista para desacreditar a una mujer a sus espaldas pueden variar dependiendo del contexto y las dinámicas específicas, pero algunas de las características comunes incluyen:

Rumores y difamación: Se difunden rumores falsos o información difamatoria sobre la mujer con el de socavar su reputación y credibilidad. Estos rumores pueden estar relacionados con su vida personal, comportamiento, relaciones o logros.

Desvalorización y ridiculización: Se utilizan comentarios y burlas para menospreciar a la mujer, ridiculizar sus logros o habilidades, y hacerla sentir insignificante o incompetente. Esto puede incluir insultos, comentarios denigrantes o sarcasmo constante.

Desacreditación de opiniones y logros: Se invalidan sistemáticamente las opiniones y logros de la mujer, minimizando sus contribuciones y logros tanto en el ámbito personal como profesional. Se le niega el reconocimiento y se le atribuyen sus logros a otras personas o circunstancias externas.

Manipulación de la percepción: Se utiliza la manipulación y la distorsión de la realidad para crear una imagen negativa de la mujer. Esto puede incluir tergiversar sus acciones, interpretar mal su comportamiento o tergiversar sus palabras para que parezcan negativas o fuera de contexto.

Intimidación y control emocional: Se ejerce presión emocional sobre la mujer para hacerla sentir insegura, culpable o temerosa. Esto puede incluir amenazas, intimidación psicológica, chantaje emocional o el uso de la violencia verbal para debilitar su autoestima y confianza en sí mismo.

Estas son solo algunas de las condiciones de la violencia machista que se utilizan para desacreditar a una mujer a sus espaldas. Es importante tener en cuenta que estas acciones son abusivas y perpetúan la desigualdad de género, dañando la integridad y el bienestar de las mujeres afectadas.

La resistencia

Para Frenar este tipo de conductas de la violencia machista y combatir este tipo de comportamientos, es necesario abordar tanto a nivel individual como cultural. Aquí hay algunas formas de hacerlo:

Educación y conciencia: La educación es fundamental para desafiar los roles de género estereotipados y promover la igualdad de género. Es importante proporcionar una educación que fomente el respeto, la empatía y la equidad desde una edad temprana. Esto implica enseñar a los niños y niñas sobre la importancia del consentimiento, el respeto mutuo y la no violencia.

Promoción de la igualdad de género: Es fundamental trabajar hacia la igualdad de género en todos los aspectos de la sociedad, incluidas las leyes, las políticas y las instituciones. Esto implica promover la participación y el liderazgo de las mujeres en todos los alrededores, así como garantizar la igualdad de oportunidades y derechos.

Fomento de la empatía y la responsabilidad: Es esencial promover una cultura de empatía y responsabilidad entre los individuos. Esto implica alentar a las personas a reflexionar sobre sus propias actitudes y comportamientos, así como a ser conscientes de las consecuencias de la violencia machista. Fomentar la responsabilidad individual puede ayudar a prevenir la propagación de conductas violentas y desacreditadoras.

Promoción de la denuncia y el apoyo: Es crucial brindar un entorno seguro y de apoyo para las víctimas de violencia machista. Esto implica fomentar la denuncia de los casos de violencia y garantizar que las víctimas tengan acceso a recursos y servicios adecuados, como líneas de ayuda, refugios y asesoramiento psicológico.

Desafío de las normas culturales: La violencia machista es en gran medida un producto de normas culturales arraigadas que perpetúan la desigualdad de género. Es necesario desafiar estas normas y promover nuevas narrativas que valoren la igualdad, el respeto y la dignidad de todas las personas. Esto implica cuestionar los estereotipos de género, fomentar relaciones basadas en el respeto mutuo y rechazar cualquier forma de violencia o desacreditación contra las mujeres. Foto Ayuntamiento de Getafe

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