/ Yamiri Rodríguez Madrid /
¿En qué momento Veracruz se convirtió en una tierra de terror, en una enorme fosa donde a diario padres, madres, esposas y esposos, hijos, familiares desesperados, buscan a los suyos albergando la esperanza de volver a abrazarlos, de darles por lo menos cristiana sepultura a lo que quede de ellos?
Es tal el problema que hace unos días, una diputada de Morena, Elizabeth Cervantes de la Cruz propuso que ya no sea comisión especial, sino permanente, el equipo de trabajo del Congreso Local que analiza desde lo legislativo, la problemática de desaparición de personas.
Tristemente, del dicho al hecho hay mucho trecho, pues la propia Comisión Estatal de Búsqueda Veracruz, encabeza por Brenda Cerón Chagoya, deja mucho que desear en su trato con las familias de los desaparecidos. Justo la semana pasada, un colectivo denunció públicamente que les mandaron dos trabajadores a la Estancia Garnica con 20 machetes para que ellos mismos se pusieran a chapear las más de 7 hectáreas en dicho punto de la capital del estado. Es evidente que la sensibilidad no es el sello característico de la casa aun y cuando es un área que debería ser la más empática por todo el peregrinar que han sufrido.
El Reporte Semestral del 1 de enero al 30 junio del 2021 que presentó la Secretaría de Gobernación (SEGOB), indica que Úrsulo Galván y Playa Vicente, son dos municipios veracruzanos que figuran en la lista nacional con mayor número de fosas clandestinas, con 77 y 66 respectivamente. Y que en Tihuatlán y Xalapa son donde más jornadas de búsqueda se han realizado. Pero la desesperación por encontrar a los suyos se da a lo largo y ancho del estado.
Hoy no se requieren más comisiones especiales o permanentes, es solo burocracia que nos cuesta a las y los veracruzanos. Lo que se necesita es destinar el presupuesto suficiente para que, uno, no haya más desaparecidos, reforzando la seguridad y dos, que ayuden en verdad a miles de familias que no tienen un solo día de tranquilidad.
@YamiriRodriguez
