Desde el Poder para el Poder .

*A Juicio de Amparo

/ María Amparo Casar. /

Quién te ha visto y quién te ve. La mayoría hará valer su fuerza, dijo Pablo Gómez, el responsable de la Comisión Presidencial para la Reforma electoral. Agregó que las decisiones serán tomadas por la mayoría.

A nadie le debe caber duda de que así se hará aunque, no se nos olvide que la coalición gobernante obtuvo para la Cámara de Diputados 54% de los votos. O sea, hay 46% de los electores que rechazaron a Morena-PV-PT. ¿Minoría? Sí. Pero una minoría muy sustanciosa. Alcanza casi la mitad de los votos. Otra cosa es que el fraude cometido por el Tribunal les haya dado -en contra de la Constitución- 74% de los diputados.

Que a nadie le quepa duda tampoco que están traicionando sus principios, que no creen en la pluralidad, ni en el diálogo, ni en la negociación, ni en el razonamiento.

Los detalles de la reforma por venir serán muy importantes y por lo visto serán devastadores para la competencia y para la pluralidad de preferencias que se expresaron en las elecciones de 2024.

Los detalles importan, pero el propósito último está cantado: cambiar todas las normas necesarias para perpetuarse en el poder y gobernar sin oposición, sin controles al ejecutivo, sin contrapesos de los otros poderes, sin posibilidad de alternancia. Me pregunto si habrá alguna diferencia entre esto que viene (que ya está aquí) y aquellos presidentes de América Latina que por decreto desaparecieron los poderes legislativo y judicial y que hicieron de las elecciones una simulación.

Los más prominentes perredistas ahora morenistas lucharon por abrirse camino en la política a golpe de reformas políticas que poco a poco lograron democratizar al país y romper primero con el sistema de partido casi-único, después el sistema de partido hegemónico y al final el sistema de partido mayoritario. Hoy, ya en el poder, quieren desandar ese camino. Volver no a 1997 cuando el PRI tuvo el 48% de las curules y la oposición el 52%. Ni siquiera a 1979 cuando el PRI obtuvo 74% de la Cámara de Diputados y la oposición el 26%. Quieren volver a 1964 cuando en una maniobra de fachada democratizadora se introdujeron los diputados de partido y el PRI le “regaló” a la oposición el 6% de la Cámara conservando para si el 94%.

Fueron largas batallas hasta que se ganó la guerra. El territorio a conquistar era el de la democracia. En cada reforma (salvo una en la que se introdujo la cláusula de gobernabilidad para que el PRI no perdiera la mayoría y que fue retirada inmediatamente) se avanzó un tramo hasta llegar al objetivo de que México obtuviera la membresía para pertenecer a lo que entonces se llamaba el concierto de las naciones democráticas.

Lo hicieron por la vía institucional y sentándose a la mesa con todas las fuerzas políticas incluyendo, por supuesto, la del partido en el gobierno. La oposición -incluido el PRD de entonces hicieron sus alianzas para acabar con el partido hegemónico. Aunque hoy lo niegue Pablo Gómez, en este país no sólo ha habido PRI-AN, también hubo PAN-PRD y en las reformas electorales PRI-PAN-PRD. Los números no le daban a la oposición de entonces ni para aprobar ni para frenar reformas constitucionales, pero hubo una voluntad política -por miedo, por necesidad, por prudencia, por pragmatismo, por visión o porque supieron leer los tiempos- del partido mayoritario de abrir a cuentagotas el sistema de representación.

Lo hicieron -aunque también hoy lo niegue Pablo Gómez- a través de lo que llama “un conciliado de camarillas” en las que él fue un actor prominente. No hizo falta entonces, quesque consultar al pueblo. No se tuvo que decir que “la última palabra la tendrá la ciudadanía mediante una encuesta pública y el partido”.

Y, aquí cabe la pregunta. Qué otra cosa si no una camarilla es la Comisión Presidencial. Camarilla que por cierto no incluye ni a un solo integrante de la estructura de Morena: ni su presidenta, ni su secretaria de general, ni su secretario de organización.

Su partido, sobrevivió gracias al dinero público que hoy dice el propio Gómez se ha “entregado para sostener burocracias políticas inútiles y lambisconas dirigidas por élites voraces”. Su partido se benefició de esa representación proporcional que hoy dice no se gana en el territorio y no representa más que a las burocracias. Su partido creció porque se logró sacar las manos del gobierno en todas las etapas de la elección y ponerlas en órganos independientes, aunque hoy diga que el INE es un desperdicio. Su partido recogió los votos porque hubo un IFE/INE que no permitió el fraude. Su partido avanzó gracias al dinero del Estado que hoy denuesta.

El sistema electoral sin duda requiere de una reforma, pero no precisamente una que reviva a al partido hegemónico y que impida al Congreso ser un contrapeso.

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