*Escrito por Arantza Díaz .
28.02.2025./CimacNoticias.com/ Georgia. – En una operación conjunta entre la Interpol de Bangkok y el Ministerio de Asuntos Internos de Georgia, se emprendió una investigación para identificar y desarticular las operaciones de una apodada «granja de óvulos»; una casa donde permanecían secuestradas al menos un centenar de mujeres indocumentadas de países como Dubái y Tailandia.
La noticia terminó por estallar, no sólo por las características violentas del hecho, sino también, traer a colación la necesidad de cuestionar y abolir las prácticas que violentan los cuerpos de las mujeres bajo un falso consentimiento. En este caso particular, es la Fundación Pavena para Niños y Mujeres, un espacio que trabaja para combatir el tráfico de personas en Tailandia que se ha encargado de dar acompañamiento a 4 de las víctimas quienes han referido que, en un principio, sí aceptaron ser madres subrogadas en el extranjero.
Esencialmente, las mujeres encontraron el anuncio a través de redes sociales donde se ofrecían entre 400 y 600 mil bath (aproximadamente 300 mil 855 pesos) para ser madres subrogadas en Georgia, sin embargo, inmediatamente después de haber emprendido el viaje hacia el país europeo, se les explicó que no serían madres, sino más bien, se les extraerían sus óvulos de forma mensual.
Acto seguido, fueron trasladadas a Dubai donde se unieron otras mujeres de ese país, posteriormente las llevaron a Armenia y finalmente, arribaron a Georgia donde fueron privadas de su libertad y despojadas de su pasaporte bajo la amenaza de que ahora eran ilegales.
Las mujeres llegaron al país en agosto del 2024 guiadas por otra mujer de origen tailandesa de quien se sospecha, trabajaba para los tratantes. En su llegada, fueron llevadas a un espacio donde había 4 casas grandes con al menos, 100 mujeres tailandesas viviendo ahí.
En conferencia de prensa Pavena Hongsakula, fundadora de Pavena Foundation for Children and Women, explicó que las 4 mujeres a quienes hoy acompaña, le externaron que no podían escapar de esa casa al menos que pagaran 70 mil baths a sus captores (42 mil 133, pesos mexicanos aproximadamente), una suma prácticamente imposible de cubrir para la mayoría de las mujeres quienes están atravesadas por la precarización y el desempleo.
Según ha reportado el Bankgok Post, las mujeres eran inyectadas constantemente para estimular la producción de óvulos y mensualmente, se les extraía el producto, sin embargo, se desconoce cuáles eran las condiciones de higiene, anestesia y cuidados que recibían las mujeres que eran sometidas a este proceso, sin embargo, la organización Reproducción Asistida ORG, refiere que para este procedimiento es necesario aplicar anestesia general, cuidar en extremo la higiene del espacio y la mujer debe recibir cuidados postoperatorios, pues es posible que existan dolores abdominales, cólicos, inflamación y sangrado vaginal.
De acuerdo con el Ministry of Internal Affairs de Georgia, una vez que las autoridades iniciaron el rescate, 3 mujeres tailandesas explicaron que ya no querían ser madres de alquiler y que deseaban volver a sus casas, por lo que fueron trasladadas a un refugio de atención para víctimas de trata ese mismo día y se completaron los trámites legales para ser regresadas a Tailandia.
Según este mismo órgano de protección e investigación, se detuvieron a 4 ciudadanos extranjeros -que según documentó el Washington Post, son de origen chino-, a quienes se les sometió a interrogatorio y se les incautó sus telefonos celulares como prueba. La última pista sobre qué sucederá con esta aprehensión, refiere que la investigación continúa en curso.
Lo más preocupante es que Pavena Hongsakula ha advertido a las autoridades que hasta el momento, hay un centenar más de mujeres privadas de su libertad quienes continúan siendo explotadas en esta «granja de óvulos», donde no han recibido, siquiera, un pago, lo que dificulta que puedan cubrir la cuota por regresar a sus países de origen.
¿Existe el consentimiento?
Rosa Cobo describe en La ficción del consentimiento sexual, la manera en que los sistemas políticos y de opresión han hecho uso del término «consentimiento» para violentar los cuerpos de las mujeres; un falso esquema que es, más bien, ceder ante el sistema y no un consentimiento verdadero. Esto incluye, por ejemplo, el mercado sexual de la prostitución, la venta de contenido y por supuesto, la maternidad subrogada.
«Para el feminismo, consentir se refiere a un acuerdo entre 2 personas cuyo acuerdo está mediado por el deseo. Hay otro concepto que muchas veces puede confundirse y es el ceder, no es lo mismo, la cesión implica un allanamiento del cuerpo, cuando no hay deseo, el cuerpo es forzado y cuando es forzado, se traduce en un trauma». (Rosa Cobo)
Pero, ¿y qué pasa si una mujer lo desea y cede a cualquiera de estas cosas? Rosa Cobo explica que, después de estas dos causales, viene una tercera modalidad que se sale del consentimiento, que es aquella que está mediada por la fuerza, la agresión o el dinero, pero en todo caso, cuando desaparece el deseo, también desaparece el consentimiento.
Desde el feminismo, la teórica feminista plantea que el movimiento cuestiona cuáles son las causas y razones para que podamos decir que existe el consentimiento, fuera de la visión patriarcal y capitalista, encontrándonos así, con un debate interesante que cuestiona: ¿Puede haber consentimiento en una sociedad donde es manifiesta y explícita la desigualdad?
En este caso particular, el consentimiento no existe porque está alimentado por otras causales como la feminización de la pobreza y la necesidad de las mujeres que aceptaron y «consintieron» (cedieron) participar en la maternidad subrogada. Un asunto que se resume de manera muy concreta con una de las frases más poderosas de Rosa Cobo:
«Si no hay libertad, no hay consentimiento»
A próposito, la Coalición Internacional por la Abolición de la Maternidad Subrogada (CIAMS, por sus siglas en inglés) y el Manifiesto Latinoamericano contra la Explotación Reproductiva sostienen que:
- La “gestación subrogada”, “gestación por sustitución”, “úteros subrogados”, “maternidad subrogada” o “vientres de alquiler” es la práctica en la cual se pone a disposición de terceras personas el uso y explotación de mujeres para gestar a niñas y niños que serán entregados a personas que los han encargado. El uso de las mujeres como medio para la satisfacción de los deseos de otras personas, refuerza el estereotipo sexista acerca de las mujeres como “seres para otros”.
- Algunas mujeres son sometidas a múltiples presiones, ya sean económicas, sexistas, relaciones de dominación familiares o geopolíticas, por mencionar algunas, para firmar un contrato que pone en riesgo su salud y su vida.
- La “gestación subrogada” se ha desarrollado como una práctica en la que intervienen empresas de reproducción humana en un sistema organizado de producción que incluye, laboratorios, profesionales de la medicina y el derecho, agencias intermediarias, personas reclutadoras, casas de control, notarios públicos, profesionales de la medicina y la psicología, entre otros. Por lo tanto, es un sistema económico que depende de las mujeres como medios de producción.
- Toda reglamentación en esta materia representa un contrato en el que se exige a las mujeres la renuncia al derecho fundamental a la filiación de sus hijos e hijas y la cesión de éste a terceros, lo cual resulta inadmisible en el marco del reconocimiento de los derechos de las mujeres y de la niñez en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos ratificados por nuestros países.