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Desmontando mitos sobre la cultura de la violación

La violencia sexual es una de las principales vías de vulneración de los derechos humanos de las mujeres. Tanto es así que una de cada tres mujeres del mundo ha experimentado violencia física y/o sexual a manos de un hombre, según recoge el informe sobre violencia de género de la Organización Mundial de la Salud . Sin embargo, el negacionismo del machismo, la cultura de la violación y los mitos sobre violencia sexual continúan siendo una realidad social extendida.

Todo ello a pesar de que informes, como el desarrollado por el Ministerio de Interior sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual, determinen que las mujeres denuncian en España una violación cada cinco horas y de que hay ocho veces más víctimas de género femenino que masculino. Como también recoge el último informe de la OMS: la mayor parte de la violencia sexual es perpetrada en su mayoría por hombres contra mujeres.

Como denuncia a la cultura de la violación, es decir, al sistema en el que la violencia sexual ejercida contra las mujeres se justifica y perpetúa, millones de mujeres de todo el mundo han salido a protestar a las calles con la performance Un violador en tu camino, creada por el colectivo feminista chileno Las Tesis.

Se trata de una crítica al Estado y a los ejercicios de Victim Blaming o Culpabilización de la Víctima y denuncia la normalización de realizar preguntas a la misma como qué llevaba puesto cuando fue violada. A su vez, la canción pone el foco en el agresor: ¡Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía, el violador eres tú…!

A raíz de estas movilizaciones, una de las más multitudinarias a nivel mundial contra la violencia sexual, ha salido, como no podía ser de otra manera, la resistencia al cambio. Por supuesto, propiciada por los negacionistas del machismo y los #notallmen como estrategia contra las reivindicaciones de las mujeres y con el fin de desviar la atención del problema: que hay un sistema que legitima y perpetúa este tipo de violencia bajo un discurso repleto de misoginia. Con ello, se extienden como pólvora una serie de mitos sobre la violencia sexual (propulsados, en parte, por la violencia simbólica y los medios de comunicación), como, por ejemplo:

“Es que ya hay igualdad. ¡Si tenemos una ley para las mujeres! ¡Están por encima de los hombres!”

Cuando se habla de que existe igualdad formal ante la ley, se olvida que las leyes son aplicadas bajo estereotipos y prejuicios en el sistema judicial. Uno de los casos más cercanos es el sucedido en diciembre en la Audiencia Provincial de Las Palmas, donde un fiscal centró su interrogatorio a una denunciante por agresión sexual con preguntas como qué llevaba puesto el día de los hechos o si su pantalón era demasiado corto.

De igual modo sucedió con la sentencia de febrero de 2016 en la que una jueza en Vitoria cuestionó a una víctima de agresiones sexuales con preguntas, como “¿cerró bien las piernas?¿Cerró toda parte de los órganos femeninos?”, con las que apreciamos la manera en la que la sexualidad de las mujeres sigue estando estigmatizada y al servicio del patriarcado, llegando a culpabilizarnos incluso cuando se trata de una violación y atentado contra nuestra integridad física.

En relación a esto, Cook y Cusack (2009) estudian estos estereotipos como “una forma de discriminación basada en el género”, pues al hablar de sexualidad femenina se habla de consentimiento, mientras que la masculina indaga en el concepto de deseo.

La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ya denunció en 2015 que los estereotipos de género en el sistema judicialpueden impedir el acceso a la justicia en todas las esferas de la ley y pueden afectar particularmente a las mujeres víctimas y supervivientes de la violencia. Así, explica que estos estereotipos distorsionan las percepciones y dan lugar a decisiones basadas en creencias preconcebidas y mitos y que, además, afectan también a la credibilidad de las declaraciones, los argumentos y los testimonios de las mujeres.

La CEDAW prosigue sentenciando que es imprescindible contar con un sistema judicial libre de mitos y estereotipos en el que las mujeres puedan confiar y con una judicatura: cuya imparcialidad no se vea comprometida por esos supuestos sesgados. La eliminación de los estereotipos judiciales en los sistemas de justicia es una medida esencial para asegurar la igualdad y la justicia para las víctimas y los supervivientes.

Como vemos, la justificación y normalización de este tipo de violencia está presente de manera transversal en los mismos sistemas judiciales, motivo por el que una gran parte de los casos no se denuncian. Ya la Organización Mundial de la Salud en su informe sobre violencia sexual advertía: existen muchas razones lógicas que explican por qué las mujeres no notifican sobre la violencia sexual. Desde los sistemas de apoyo inadecuados, la vergüenza y el temor hasta el riesgo de represalias o de ser culpadas .

Asimismo, Bárbara Tardón , investigadora para Amnistía Internacional y experta en género y en violencia sexual, afirma que se trata de: un delito en el que automáticamente se duda de la credibilidad de las víctimas, que van a encontrarse con numerosos obstáculos a la hora de denunciar. Además, hay todavía una serie de violencias invisibles que siguen sin detectarse.

Además, si en España contamos con una ley específica de violencia de género es, precisamente, porque la perspectiva de género debe estar presente, pues se trata de la mayor manifestación de la desigualdad, de la subordinación y de las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Así, en 1993, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) establecía: La Violencia contra las mujeres es una forma de discriminación que impide gravemente el goce de derechos y libertades en pie de igualdad con el hombre.

Otros  mitos extendidos son: «¡No hay presunción de inocencia! ¿Y las denuncias falsas?” o ¡Los que violan son los extranjeros! Los datos señalan que se tratan de mitos, pues la Fiscalía indica que sólo el 0’01% de las denuncias por violencia machista son falsas. Por su parte, afirmar que la mayoría de los violadores son extranjeros no es cierto. Los datos del ministerio de interior corroboran que el 70% de los agresores sexuales o responsables de los delitos contra la libertad sexual son de nacionalidad española.

En cuanto a los factores que impiden que se dé una adecuada respuesta jurídica, el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, recuperado por Feminicidio.net, resalta la falta de datos que permitan comprender la magnitud del asunto o problemas estructurales en la administración de la justicia, como la discriminación sexista basada en estereotipos a las que someten a las víctimas los operadores jurídicos, revictimizándolas. Como consecuencia, surgen niveles altos de impunidad, ocasionados por las prácticas incorrectas de los operadores jurídicos.

No obstante, 2019 ha sido un año en el que las reivindicaciones feministas han tomado una repercusión enorme a nivel global con movilizaciones como las del 8 de marzo o la performance de Las Tesis, con las que millones de personas han salido a la calle demostrando que la cuarta ola es imparable y que ha puesto el foco en terminar con los estereotipos de género presentes en los procesos judiciales que perjudican a las víctimas de manera constante.

Así, el que se lleve a cabo una reeducación en cuanto a sexualidad y la deconstrucción de los sistemas simbólicos y culturales son puntos clave. Si dejamos de hablar de consentimiento y comenzamos a nombrar el deseo cuando nos referimos a la sexualidad femenina, se dejará de poner a las mujeres en un papel pasivo al servicio del patriarcado.

Sobre la autora: 
Nadia Martín es periodista y fotógrafa experta en género, graduada en Periodismo y Com. Audiovisual y máster en estudios interdisciplinares de género. Ha formado parte de la Asociación de Mujeres Profesionales en Medios de Comunicación, Off Magazine, La Provincia y FN Noticias. Con formación en "Feminismo y políticas de igualdad‟ por la escuela Clara Campoamor, en "Periodismo y género‟ por El País y en "Violencia de Género" por el Instituto de Género de la UC3M. Actualmente lleva a cabo el proyecto de fotografía feminista www.nadiamartinfoto.com
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