Despacho de venganzas.

/ Denise Dresser/

“Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie” repite López Obrador como letanía, como mantra de su gobierno y su Presidencia. Lástima que la declaración no aplique para algunos de los hombres más cercanos a él, los de confianza, los “hermanos”. Vergonzoso que los hombres encargados de asegurar la justicia se dediquen a torcerla. Alejandro Gertz, el fiscal general; Arturo Zaldívar, ministro de la Suprema Corte; Julio Scherer, exconsejero jurídico de la Presidencia, exhibidos por un audio ilegal con implicaciones devastadoras. Palabra tras palabra, la conversación entre Gertz y Juan Ramos -su mano derecha- evidencian la podredumbre institucional del país. Aunada a las declaraciones de Juan Collado, el abogado de la mafia en el poder, sobre cómo despachos cercanos a Julio Scherer vendían sentencias y extorsionaban a presuntos culpables, exhiben un lodazal que llega hasta las puertas de Palacio Nacional.

Un río de fango que corre desde la Fiscalía General, pasando por la Suprema Corte, hasta desembocar a los pies del Presidente. Difícil creer que AMLO no supiera lo que ha estado sucediendo, e insincero si termina escudándose en el argumento de la “autonomía” o “se investigará”, cuando se inmiscuye a diario en el Poder Judicial, en el INE, en los órganos reguladores, en el Congreso. Ha permitido la construcción de un super-aparato de persecución judicial controlado por Gertz. Ha tolerado la utilización de la Fiscalía para llevar a cabo vendettas políticas y dirimir pleitos personales. Ha decidido no escuchar lo que era un secreto a voces sobre la intervención de abogados cercanos a Scherer en casos que a él le redituaban. Y ha transformado al presidente de la Suprema Corte en un personaje que antepone la política al derecho. Ahí a la vista de todos, un pleito de corruptos; de poderosos que espían, delatan y filtran para obtener lo que quieren. Muy cerca de la ambición, y muy lejos de la justicia. Monumentos a la mentirocracia.

De Gertz sabíamos que quería convertirse en un fiscal todo poderoso y por eso tumbó la Ley Orgánica de la Fiscalía, para reemplazarla con otra a modo. Un hombre rencoroso se atrincheró en una institución edificada a la medida de su machismo. Creó la Fiscalía Especial de Control Competencial, y nombró ahí a su valet jurídico, para que le llevara los asuntos que le preocupaban. El pleito con su familia política, la pelea con Santiago Nieto, la confrontación con Julio Scherer, la embestida a científicos y académicos. Todo llevado por su mejor amigo; todo dedicado a protegerse a sí mismo y perseguir a otros. Pero no a los delincuentes, no a los feminicidas, no a los lavadores de dinero, no a los involucrados en Odebrecht o los Panama Papers. Sólo abría carpetas de investigación en casos que le concernían a él o le eran útiles a AMLO. Siempre creyéndose intocable, sabiéndose protegido por un Presidente que no cesa de reiterar cuánta confianza le tiene.

A pesar de los escándalos que estallan, a pesar de los comportamientos criminales que crecen y lo involucran. El cheque presentado por Gertz resultó un fraude. Las maniobras para ser reconocido como nivel III del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, y la cruzada contra académicos que denunciaron el favor indefendible. La investigación a Emilio Lozoya, y la construcción de un caso grande que terminó siendo chiquito. Y ahora, el audio revelando cómo el fiscal intentó presionar y negociar y arreglar en lo oscurito un tema que le causaba problemas en la opinión pública. Gertz, con las manos metidas en los temas más truculentos, en las operaciones políticas más condenables. Abusando de su poder, sirviéndole al Presidente, sirviéndose a sí mismo.

Gertz y los demás miembros de una cofradía corrupta contradicen a diario la narrativa presidencial sobre la honradez de la 4T. Él y aquellos contra los cuales pelea demuestran cuán parecidos son a sus predecesores del PRI y el PAN. Los hombres más poderosos en la impartición y promoción de la justicia, traicionándola con pequeñas venganzas y grandes tropelías. Julio Scherer ya se fue, pero Gertz sigue ahí; Santiago Nieto ya se fue, pero Gertz sigue ahí. Si López Obrador no exige su renuncia, quedará como cómplice de la política comiéndose al derecho. Y será un Presidente más que convierte a la justicia en un despacho de venganzas.

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