**Alguien como tú .
/ Gladys de L. Pérez Maldonado /
El origen de la celebración del Día de la Abogacía en México se remonta a casi 500 años. En el año de 1551 Carlos V ordenó establecer en la Nueva España un Centro de Estudios de Universidad de las Ciencias. El 25 de enero de 1553, se estableció en nuestro país la Real y Pontificia Universidad de México y el 12 de Julio de ese mismo año, se instituyó la primera cátedra para la enseñanza del Derecho y además se leyó por primera vez la Prima de Leyes, una de las materias que había en ese tiempo, en la que se introducía en los principios fundamentales del Derecho Romano.
Es así, que cuatro siglos después, el presidente de México Don Adolfo López Mateos, tomando como precedente esa memorable fecha declaró el 12 de julio Día del Abogado y este año 2022 se cumplen 62 años de dicha celebración.
Debido a los obstáculos sociales y culturales, las mujeres difícilmente se podían matricular a la formación jurídica. No debemos olvidar que la mujer vivió milenariamente invisibilizada para la actividad pública en la academia y la política por mencionar algunas y que la lucha feminista ha logrado que se dignifique el estatus de ellas de manera exitosa.
En México, la abogacía era considerada una carrera exclusiva de hombres, como casi todas las carreras de educación superior. El ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1870, José Díaz Covarrubias, señalaba que la educación femenina no debía orientarse hacia las carreras profesionales, pues consideraba que aún no existían las condiciones necesarias para compartir con ese sexo “la alta dirección de la inteligencia y de la actividad humana”.
La primera mujer que desafió este pronunciamiento fue María Asunción Sandoval, quien cursó la carrera de abogada en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, entre 1892 y 1898 y a su corta edad de 22 años sustentó su examen profesional a finales del siglo XIX en julio de 1898. En aquel tiempo en un país de más de 12 millones de habitantes, de los cuales 7 millones eran mujeres, únicamente había una abogada.
Su trayectoria académica no fue fácil dadas las costumbres de la época, pues sus profesores se resistían a enseñar a una mujer, ya que consideraban que era poco fructífero pues las mujeres debían dedicarse al cuidado del hogar y poco tiempo tendrían para ejercer su profesión, no obstante María Asunción casó poco tiempo después de obtener su título de abogada y litigaba en los tribunales compaginando su responsabilidad profesional con la familiar. Ella además fue una luchadora incansable en pro del voto femenino.
En la actualidad la Licenciatura en Derecho es cursada por miles de mujeres, los paradigmas se han ido superando y el ejercicio de la abogacía no es más considerado limitativo para hombres. Por fortuna, han precedido mujeres con impulso y tenacidad para cambiar el tradicional “lugar en la sociedad” de nosotras.
Ahora las mujeres brillan con luz propia en el litigio, en la procuración e impartición de la Justicia en el ejercicio y defensa de la debida aplicación de la Ley. La norma se establece en la Constitución General de la República que nos dota del Derecho de la Igualdad, del Derecho de la Dignidad y respeto a la integridad de cada Ser Humano.
No obstante lo anterior, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo llevada a cabo por Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México hay cerca de 442 mil abogados, de los cuales 40% son mujeres y 60 % hombres.
El 98% de las personas dedicadas a la abogacía se emplea en el sector terciario o de servicios. De cada 100, 63 trabaja en servicios profesionales, financieros y corporativos, 34 se desempeñan en actividades administrativas gubernamentales y de organismos internacionales y extraterritoriales; los tres restantes en transportes, comunicaciones, correo, almacenamiento o servicios sociales.
En México hay más alumnas de Derecho, pero menos abogadas en despachos. La mitad de los graduados de Derecho en la UNAM son mujeres, sin embargo, la mayoría de los socios en firmas nacionales e internacionales son hombres.
Esta profesión, no se salva de los estereotipos de género contra las mujeres y tiene como resultado la brecha laboral y salarial, ellas son las que tienen una mayor tasa de desempleo con un 32% contra 22% de los hombres abogados.
La discriminación y desigualdad laboral sigue afectando, en la contratación de mujeres abogadas pues en la mayoría de los centros de trabajo no se cuenta con prácticas laborales que faciliten la corresponsabilidad entre la vida laboral, familiar y personal de la profesionista y se les exige disponibilidad de tiempo sin horarios predeterminados.
A pesar de todo, la Barra Mexicana de Abogados, Colegio de Abogados es presidida por primera vez en 100 años desde su fundación en 1922, por una mujer la Maestra Claudia de Buen Unna, así también, el Colegio de Abogados de Veracruz, que recientemente celebró 50 años de constituido, lo dirige la Maestra Rosario Gayot Lara.
Ahora, el Poder Judicial de la Federación concursa puestos de trabajo jurisdiccional preponderantemente para mujeres, ofreciendo la oportunidad de lugares de adscripción cercanos a su lugar habitual de residencia familiar, lo cual resulta de sobremanera beneficioso para ellas.
Con todo, aún queda camino por recorrer a las féminas en este rubro.
Por este motivo, las mujeres abogadas debemos actuar desde la Sororidad y dejar de ser cómplices del patriarcado, hacer equipo con las colegas para crecer aún más en el ámbito laboral, actuando siempre con apego a los principios éticos de cada profesionista: La Verdad y la Precisión, la Independencia, la Equidad y la Imparcialidad, La Humanidad y la Responsabilidad.
¡Felicidades a todas y a todos que honran la extraordinaria profesión de la Abogacía!