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/ Eduardo Sadot./
Primero aclarar, que una de las obligaciones de un maestro, es saber el uso del lenguaje y obviamente combatir la moda – del latín “modus” igual a modo o medida y su evolución en el francés “mode” en español moda, costumbre en “boga” popularidad, aceptación, auge o fama durante un tiempo determinado o época – nos referimos a la manía de una miríada de ignorantes imbuidos en una mal entendida equidad de género de tergiversar el lenguaje de género con el mal uso de “ustedes, ustedas o ustedos”. Por eso el día del maestro es masculino, porque la palabra anterior que lo determina es el “día” no es díe o dío.
Maestro del latín “magister” el que enseña, mag-ister. magi-s, mag-no, mag-nánimo, indicador de más o máximo, superior, en conocimientos, saber, experiencia, habilidad, pensamiento, conocimiento. El maestro el que enseña porque sabe más o conoce más o porque tiene la preparación para transmitir conocimientos. Pero la vocación de realizar ésa tarea, tiene como presupuesto el “dar” y dar es desprenderse de algo, que tiene que ver con “compartir” del latín “cum” (con) y “partīre” (dividir). Cuyo significado esencial y profundo es “dividir con alguien”, “hacer partícipe de algo con alguien”. Y esa vocación de compartir es contrario, opuesto a egoísmo del latín “ego”, que significa “yo” más el sufijo “-ista” que indica “persona que tiene o practica algo”. En conjunto, “egoísta” significa una persona que se enfoca en sus propios intereses y deseos por encima de los demás.
La vocación del magisterio es precisamente dar compartir dividir lo que se tiene, mi padre el Ingeniero Químico Petrolero y profesor Serafín Morales Espinosa – decía – nada es tuyo solo lo que das te pertenece, mi madre la profesora y educadora Néstora (Tolita) Figueroa Yáñez de Morales, decía, los alumnos son los hijos de la vida que te presta Dios para que les aportes lo mejor de ti con mucho amor, porque no sabemos cómo será el futuro de esos niños, así que como educadora, formémosles hábitos, dotémosles de habilidades herramientas y carácter para que sean fuertes frente a lo que les depare el destino. Pero sobre todo enseñémosles a ser felices, ¡ah! y por favor durante el tiempo que sean tus alumnos, ámalos como hijos, porque un alumno es tu hijo, porque verán en ti un ejemplo y nunca podrás decepcionarlos esa és la misión de un maestro.
Hoy que he pasado por las aulas de muchos maestros y profesoras de hombres y mujeres rebosantes de talento, admirables, respetables, honorables, que con sus enseñanzas nos dieron afecto y amor, de quienes aprendimos, mucho. Hay que hacer un alto en la vida para recordarlos, honrar la memoria de quienes se han adelantado y, dedicarles una reflexión un recuerdo, quizá una llamada a quienes aún viven, porque re-cordar es volver a pasar repasar por el corazón, una oración y un momento de gratitud, porque en la vida no todos los seres humanos saben dar, compartir, dividir, aun sacrificando algo de sí, para regalarlo a los demás. Y merecen escuchar un gracias desde el fondo del alma y del corazón ¡muchas gracias!
Mayo y junio son dos meses cercanos, consecutivos quizá porque en esos meses recordamos a los seres más emblemáticos y queridos que habitan en nuestros corazones: el 10 de mayo a las madres, a los cinco días a los maestros y en junio a los padres.
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