*NEMESIS
/Fernando Meraz Mejorado /
-I de 3-
La corrupción en México, bajo el régimen que se apoderó del poder por la venalidad misma, como un río de sombras que fluye pestilente, llevando en sus aguas turbias la confianza de un pueblo herido en lo más profundo, su fe, su esperanza
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México, gobernado por Morena, es como un eclipse que apaga el sol de la justicia, y deja en su lugar un árido crepúsculo de desesperanza, de incertidumbre, de zozobra…
Los políticos, que crecidos por encima de la ley, hacen que la ética se convierta un eco lejano, un lamento que nadie escucha.
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La corrupción es un cáncer que crece devorando el honor y la dignidad humana, dejando en su lugar un paisaje desolado, árido.
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La agencia Transparencia Internacional, reveló hoy, Día Mundial Contra la Corrupción, que México ocupa el puesto 140 de 180 países en el Índice de Percepción de Corrupción, con una calificación de 26 sobre 100.
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Esto refleja un retroceso muy grave en la lucha contra la corrupción.
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En realidad la población está harta de la corrupción sistémica y política, que desvía recursos públicos a los bolsillos de unos sobornos, las mordidas, dádivas, los moches indebidos, son una constante de la corrupción que cotidianamente impregna a la sociedad.
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Es urgente que los gobiernos y entes sociales del país, promuevan políticas públicas para reducir la corrupción y combatirla en todos los frentes.
La transparencia y la rendición de cuentas son clave para restaurar la confianza en las instituciones. Lo primero sería poner fin a ese grotesco, a ese cutre desfile de nuevos ricos que presumen modas con casas en Estados Unidos, autos, camionetas, ropa de marca,, relojes, joyas, viajes VIP, etcétera, etcétera, etcétera…
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Es apremiante por el bien de nuestros hijos y el futuro de México, que esta sociedad, tan noble, tan generosa, despierte de esta pesadilla horrenda en la que cayó, ilusionada, en las pérfidas palabras de un perverso que se desgarró las vestiduras para jurar que “barrería la corrupción, de arriba para abajo”, pero hizo exactamente lo contrario. La historia, como a Fidel lo condena y los manda a su basurero de la ignominia.
