¿Dinero ilegal para Sheinbaum?

*Estrictamente Personal.

/ Raymundo Riva Palacio /

La Jornada, el periódico vinculado emocional, política, ideológica y orgánicamente al presidente Andrés Manuel López Obrador, publicó ayer un largo artículo de Sanjuana Martínez, la directora que enterró a la agencia Notimex, donde explica sus razones por las cuales se llegó al cierre de ese medio público. Pero más allá de los detalles internos de la agencia durante su gestión, permite atisbar en el contexto de esa lucha las contradicciones y los enfrentamientos en el entorno de Palacio Nacional, los conflictos de interés y, sobre todo, en el momento actual de la campaña presidencial, el uso ilegal de recursos públicos para apoyar a la candidata de la continuidad, Claudia Sheinbaum.

El trasfondo político del texto no tiene desperdicio. Desnuda a Luisa María Alcalde, la secretaria de Gobernación, que antes lo fue del Trabajo –la ventanilla administrativa para la solución de los problemas laborales de Notimex–, y sugiere que actuó a favor del sindicato porque su abogado era Arturo Alcalde, padre de la funcionaria. Explota su indignación con el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, a quien acusa de haberla abandonado e incumplir su promesa de solucionar el problema con el sindicato antes de que llegara a la dirección del medio, en marzo de 2019.

Martínez no fue una propuesta de Ramírez Cuevas o del director de los medios públicos del gobierno, Jenaro Villamil, a quien también fustiga, sino que ella, como dijeron en su momento funcionarios en Palacio, cabildeó directamente con la esposa del Presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, para que la apoyara a ser nombrada en Notimex. López Obrador, de quien no se sabía tuviera una relación previa con ella, la designó directora, y le fue funcional para el desmantelamiento y cierre de la agencia, negándose a recibirla en las últimas semanas.

A lo largo del conflicto, la beligerancia de Martínez contra el sindicato de Notimex había contrastado con el cuidado para no involucrar a nadie en el gobierno, salvo a la exsecretaria del Trabajo, pero fueron los montos de la liquidación de la empresa, la semana pasada, lo que aparentemente cambió su postura. Y en el camino, comenzó a hacer revelaciones delicadas y legalmente comprometedoras.

El eje de su desgracia, porque no le hicieron caso en ninguna parte del gobierno, fue la Secretaría del Trabajo. La dependencia, cuando estaba a cargo de Alcalde, le dio la toma de nota a Adriana Urrea como líder sindical. Después, para sorpresa de Martínez, como lo recuerda, el padre de la secretaria, el abogado Alcalde, le pidió en un tono que sugirió mafioso, la reinstalación de trabajadores porque, de no hacerlo, habría una campaña de desprestigio, y que para solucionarlo le hablaría el subsecretario Alfredo Domínguez, para darle instrucciones de cómo hacerlo. “Si no lo haces”, afirma Martínez que le advirtió el abogado, “lo que viene es la huelga”.

La huelga estalló el 2 de febrero de 2020, luego de “un recuento fraudulento avalado por las autoridades laborales”, afirma Martínez, y “en junio, la secretaria Luisa Alcalde intervino en la Junta de Gobierno de Notimex para exigir su cierre”. A mediados del año pasado Alcalde fue nombrada secretaria de Gobernación, y Martínez inició conversaciones con su relevo, Marath Bolaños, quien le informó que la negociación con el sindicato para levantar la huelga recaía en la Secretaría de Gobernación, donde ya despachaba Alcalde.

Para entonces, deja entrever Martínez, su prioridad era reducir liquidaciones de los trabajadores y ver lo que le pagaría a ella. “Durante meses, Marath y su equipo se negaron de manera reiterada a darnos información sobre nuestras liquidaciones, hasta que finalmente nos dijeron que de las mismas teníamos que entregar 20 por ciento para la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum”.

¿Veinte por ciento de su liquidación de aportación forzada a la campaña de Sheinbaum? Martínez no parece haberse dado cuenta de que reveló el financiamiento ilegal de la campaña presidencial, aportando evidencia para sostener que la elección de este año será de Estado. La liquidación de Notimex costará 256 millones de pesos, lo que deja en el aire si 50 millones de ellos terminarán en la tesorería electoral de Sheinbaum. Hasta el momento de entregar esta columna, nadie del gobierno o de la campaña presidencial había desmentido a Martínez.

La dimensión de lo señalado por Martínez viola la Ley General en Materia de Delitos Electorales, que establece la prisión preventiva oficiosa, de cinco a 15 años de prisión y multas de mil a 5 mil salarios mínimos, y la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, que obliga a los aspirantes a un puesto de elección popular a no recibir recursos, entre otros, del gobierno. Además, podría darse una controversia sobre el resultado electoral y buscar la anulación de la contienda por haberse minado los principios de legalidad, imparcialidad, certeza e independencia.

No es nada menor lo que denunció Martínez, como víctima y testigo de la aportación voluntaria, o extorsión –si se quiere describir de esa forma–, hecha por el secretario del Trabajo, y por el destino que tendría el dinero que le quitarían de su liquidación a ella y a otros trabajadores de Notimex. Se puede argumentar que si esto se dio en una secretaría, no hay ninguna razón para pensar que la recaudación ilegal de fondos para la campaña de Sheinbaum no sea una práctica extendida en toda la administración pública federal y en los estados gobernados por Morena.

El texto de Martínez es muy tóxico. Además de exhibir un probable mecanismo de financiamiento electoral ilegal e ilegítimo, deja como pelele a la secretaria Alcalde y a su padre como el tomador de decisiones importantes en la Secretaría del Trabajo. Muestra adicionalmente la falta de coordinación en el área de comunicación social y, al darle La Jornada un espacio tan prominente a su explicación sobre el final de Notimex y un espacio promocional destacado en su primera plana, deja al descubierto las puñaladas traperas en el Partenón presidencial, que corona con nueve palabas en la Rayuela, su microeditorial, que apuntó en la misma edición: “No hay fuego más dañino que el fuego amigo…”.