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/Dulce María Sauri Riancho*/
El mes de septiembre trae aires de informe. A pesar de las tormentas que han barrido fechas simbólicas, como la toma de posesión presidencial, el 1 de septiembre se mantiene como el día en que la persona titular del Poder Ejecutivo rinde cuentas ante otro poder, el Legislativo, sobre el balance de su actuación durante un año. Once meses, en el caso de la primera mujer electa como presidenta de México, se cumplieron el lunes pasado.
Las formas
Siguiendo la costumbre, Claudia Sheinbaum envió a su secretaria de Gobernación a entregar a la Cámara de Diputados su I Informe. Vale un repaso histórico. En los tiempos del partido hegemónico, los presidentes se daban baños de aplausos con lecturas maratónicas y un Congreso dispuesto a rendir pleitesía. Con la transición democrática y la pluralidad opositora, aquellas sesiones pasaron de soporíferas a estridentes: pancartas, gritos y hasta el Zócalo tomado como escenario de protesta.
Todo cambió cuando se eliminó la obligación de que el presidente compareciera personalmente. Ahora un funcionario/a de Gobernación deja sobre la mesa un documento más o menos extenso, acompañado de un USB, y se retira apresuradamente. Con ese material, l@s legislador@s deberán evaluar la gestión presidencial y ejercer la facultad de fiscalización que la Constitución les confiere. En teoría, pueden llamar a comparecer a secretarios y funcionarios. En la práctica, la “glosa” del informe se reduce a debates previsiblemente polarizados, ruido inicial y rápido olvido. Hasta las comparecencias de gabinete se diluyen entre “complicadas agendas” y pretextos varios.
Entonces, ¿para qué sirve el 1 de septiembre? Hoy es más un escaparate de fuerza del Ejecutivo. Libre de acudir al Congreso, el/la president@ organiza su propia ceremonia: discurso único, público seleccionado, aplauso garantizado y ausencia formal de los otros poderes de la Unión. Antes, con un mínimo pudor, el evento se realizaba después de la entrega formal al Legislativo; este año se adelantó, reduciendo la visita al Congreso a una mera formalidad.
El fondo
El I Informe de Sheinbaum privilegió la continuidad con el sexenio anterior. No está mal mantener lo que funciona: programas sociales que ayudan a reducir pobreza y obras de infraestructura heredadas. De hecho, gracias a esa continuidad se logró mantener e incluso ampliar el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, pieza clave —aunque nacida en la “odiada” era neoliberal— para evitar que la economía mexicana se estancara.
“La justicia sin progreso no es sostenible”, dijo la Presidenta. Cierto. Pero también al revés: sin crecimiento económico, el reparto de dinero público será cada vez más difícil de sostener. El informe no despejó la gran incógnita: ¿de dónde saldrán los recursos para cubrir salud, educación, infraestructura y, al mismo tiempo, expandir programas sociales?
Cifras alentadoras. ¿O alegres?
Se presumió una reducción de 25% en homicidios dolosos. Buen dato… salvo porque no coincide con la percepción ciudadana de inseguridad ni con el aumento en desapariciones. El contraste con el sexenio anterior se notó cuando Sheinbaum señaló que el descenso ocurrió justo en el último tramo de su antecesor.
También se destacó un aumento de 13% en turismo. Bien. Aunque no queda claro hacia dónde fluyó ese contingente de visitantes, pues Cancún y la Riviera Maya, principales destinos del turismo extranjero, reportan severas caídas en su ocupación.
La tecnificación del riego agrícola es un avance, pero no tapa el boquete: las importaciones de maíz, frijol, arroz y trigo alcanzan niveles récord. Del campo, su presente y su futuro no se dijo nada.
En el sector energético, la refinería Olmeca (Dos Bocas) se anunció “al 100%”, y se celebró que dos tercios del crudo se refinen ya en México (1.2 millones de barriles diarios). Sin embargo, la fiesta se agrió al recordar que Pemex no tiene liquidez ni para pagar a proveedores. Y mientras las empresas privadas que aportan 8% de la producción petrolera, siguen bajo sospecha y estigmatización. Otra omisión: los proyectos de energías limpias.
Rendición de cuentas ausente
Lo más preocupante no son las cifras, alegres o exageradas, sino la ausencia de fiscalización. Morena y sus aliados han bloqueado cualquier intento de revisar los informes presidenciales con seriedad. No creo que este sea la excepción. Fue, además, el primer informe presidencial sin INAI, sin órganos autónomos de transparencia. Tocará resignarse a lo que quieran contarnos; total, esperan que creamos, no que preguntemos.
Pero México es un país de terc@s. Siempre habrá quienes insistan en cuestionar. Y, como suele ocurrir, alguna filtración futura pondrá en evidencia que la realidad dista bastante de la narrativa oficial.
La otra mujer
Al otro lado del país, en el olvidado orden de gobierno que representan los municipios, otra mujer hizo lo propio el 30 de agosto, justo cuando cumplía un año al frente del ayuntamiento de Mérida. La mañana de ese día rindió cuentas ante el plural Cabildo de la capital. Y en la tarde, en una ceremonia en la Plaza Grande, frente al edificio del siglo XVIII, una multitud escuchó atenta bajo sus paraguas, los resultados de su gestión. Al igual que la presidenta Sheinbaum, destacó los logros, habló poco de los problemas, en especial los relacionados con el desarrollo urbano, la complicada vialidad y de alguna manera, de la gentrificación que se vive en algunas áreas del municipio, colonias y comisarías. Alegre, Cecilia Patrón devolvió con guante blanco el vacío que pretendió crearse con la ausencia de la representación del gobernador. Ella reiteró su voluntad de trabajar conjuntamente con la presidenta Sheinbaum, con el gobernador Díaz Mena, con nombre y apellido, y motivó un aplauso para ambos por parte de un grupo que, por la facilona clasificación, podría catalogarse como opositor.
Dos estilos, una coincidencia
A las dos mujeres gobernantes las une la continuidad. Sheinbaum insiste en que todo comenzó en 2018 y descalifica lo anterior. Patrón prefiere mirar adelante, sin obsesionarse con el pasado.
A ambas mujeres —Presidenta de México y presidenta municipal de Mérida— les deseo lo mejor en su desempeño futuro. Ambas están dando continuidad, ambas están cambiando. Una, descalificando al pasado anterior a 2018; otra, no volteando atrás, sino viendo hacia adelante. Su segundo año ya las alcanzó.
* Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán