Dossier de la batalla de Culiacán

FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO

DESDE A JANELA

Un dossier es una palabra de origen galo cuyo significado entre otras cosas es un legajo o expediente que reúne diversos documentos para respaldar o informar acerca de una persona o acontecimiento.

Resultando pertinente el uso de esa palabra en esta ocasión debido a que a una semana de los trágicos acontecimientos sucedidos en la capital sinaloense queda una serie de reflexiones en torno al asunto que bien nos arrojan lo fallido que es el Estado mexicano en este momento.

Primero echemos un rápido vistazo a los acontecimientos del 17 de octubre en la ciudad de Culiacán, urbe en la que el gobierno mexicano intentó detener a un jefe de un grupo de la delincuencia organizada por medio de, en el mejor de los casos, un modesto operativo y una vez que lo consiguió la reacción de los delincuentes fue salir de sus cloacas en masa y atacar a toda la ciudad, superando ampliamente tanto en personal como en capacidad de fuego a la fuerzas federales, quienes se vieron asediadas y al final se rindieron liberando al delincuente detenido.

En vista de la magnitud del ataque realizado por los delincuentes y de que en instantes acabaron controlando la ciudad completa, pudiendo atacar a discreción la parte de la misma que desearan, es que le llamamos la batalla de Culiacán, misma que en términos castrenses concluyó en una severa derrota táctica y estratégica para las fuerzas de la federación; siendo táctica porque las fuerzas federales fueron ampliamente superadas en el campo de acción y estratégica porque los delincuentes simplemente tuvieron un mejor plan para tomar la ciudad y los federales ni siquiera tenían idea de qué hacer en ese momento y quien estaba al mando, el abrumado comandante supremo de las fuerzas armadas solo respondió para rendir la plaza y liberar al detenido.

Como consecuencia de estos acontecimientos es que se forma el dossier, porque después de la contundente derrota vinieron una serie de cuestionamientos y reacciones que nos dan una mejor perspectiva acerca de la magnitud de la misma y de lo mal parado que en consecuencia quedó el gobierno.

Ya que para comenzar el gobierno no solo fue derrotado en esa batalla, sino que fue exhibido como incapaz para hacer frente al crimen organizado, ya que después de la derrota el presidente solo se dedicó a inventar excusas y a hacer sus clásicas maromas verbales sin siquiera dar un esbozo de que va a tomar en serio la situación y va a actuar en consecuencia, ya que lo que se espera es que al menos comience la planeación de un contrataque en forma que derrote en definitiva a los delincuentes y eso es posible, porque las derrotas generalmente dejan muchas lecciones y más en el campo militar, ya que los mandos pudieron observar de donde salieron los delincuentes y como lo hicieron, información que resulta muy útil para organizar un contrataque ahora sí bien planeado y de perdido destruir sus bases y dejarlos sin equipo operativo; claro, eso sí hay la voluntad de hacerlo.

Mas de momento el presidente salió con la falacia de que ordenó la capitulación para “evitar las muertes de miles de personas” y que eso vale más que la detención de un delincuente; falacia que cae por sí misma ya que para empezar ese día murieron muchas personas y con estas afirmaciones lo único que hace es dejar a todo el país a merced de la delincuencia organizada; ya que hace una semana fue Culiacán y después podrá ser cualquier otro lugar, ya que los delincuentes saben que el gobierno no va a hacer nada ni para detener a un delincuente ni para proteger a ningún ciudadano.

Así mismo también esta derrota nos deja en claro que López es acomodaticio y experto en dar pretextos y echar la culpa a los demás de todo lo que le sale mal y que además no sabe cómo arreglar, ya que comenzó diciendo que actuó como lo hizo con la falacia que ya fue mencionada y cuando esta excusa no dio resultado empezaron las comparaciones con sucesos ocurridos en gobiernos anteriores como la doble fuga del padre del delincuente cuya detención fracasó y al no dar resultado tampoco, entonces sí se acuerda de las formas y empieza a decir que él no sabía nada del operativo y que en todo caso los responsables son los miembros de su gabinete de seguridad y que él solo lo aprobó.

Mas López pasa por alto que en su administración el único responsable de lo que sucede es él y solamente él, porque precisamente cambió las formas diciendo que él es un presidente cercano a la gente y por ello todos los días comunica y explica sus decisiones y acciones, dejando como comparsas o figuras decorativas ante la opinión pública a los integrantes de su gabinete y por esa razón el único que debe de asumir la responsabilidad es él, ya que no se puede ser el centro de atención para las cosas buenas y “no saber” de las desgracias.

Aunado a que es sabido que en un país democrático las fuerzas armadas no se gobiernan por sí mismas, sino que actúan por mandato de las autoridades civiles y en México esa función corresponde al Presidente de la República y por ello es que se entiende que él dio la orden de iniciar el operativo e igualmente la posterior capitulación, dejando incluso fuera de las decisiones a los mandos militares y navales del país, ya que es inexplicablemente que en otros años y bajo otras administraciones estos operativos no fallaban y eran ejecutados por las mismas fuerzas armadas.

Otra lección y la última que incluiremos en este dossier es que el gobierno de López es muy valiente para someter a quienes son sus opositores políticos y que acatan las leyes, tal y como aconteció con los alcaldes gaseados a las puertas de Palacio Nacional o con los organismos autónomos y demás víctimas de persecuciones políticas mas es un cobarde frente a quienes no actúan sometidos a su ley, lo que se demuestra con su rendición primero ante Trump con los indocumentados y ahora, y mucho más grave, ante los delincuentes que tienen asolado el país.

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Twitter: @FelipeFBasilio