Dr. Miguel Ángel Méndez Rojas – México
Revista Diafanís dialogó en extenso con el científico mexicano Dr Miguel Angel Méndez Rojas sobre sus temas de estudios, entre ellos la química y la nanotecnología y su pasión por el periodismo científico y el arte. Diversidad de temas que abraza con compromiso, ética y responsabilidad.
•¿Cuándo descubrió su vocación por estudiar química?
Cuando estaba en mi primer año en la Universidad, tuve un profesor extraordinario (el Dr. Enrique González Vergara) quien a través del curso de Química Inorgánica I me mostró lo maravilloso de la ciencia de la materia y sus transformaciones. La manera en que, a través de historias y anécdotas personales, nos compartía la pasión y el amor que el mismo experimentaba por esta ciencia me mostró un camino personal para tomar mi propio camino en esta ciencia. En particular, fue a través de los colores en la naturaleza cómo me sentí atraído al área de la Química Inorgánica y los metales de transición. En una ocasión nos contó precisamente la historia de cómo una admirable científica, la Dra. Jaqueline Barton, decidió ella misma estudiar Química por su curiosidad para comprender el origen del color en las flores.
•¿Ha sido complejo ese recorrido?
Al principio había mucha incertidumbre en mi familia, pues pensaban que estudiar una carrera de “ciencias duras” no tenía mucho futuro en México, que me sería muy difícil conseguir trabajo. Pero al final apoyaron mi decisión y, debo confesarlo, aunque las materias eran complicadas siempre me sentí muy motivado por los retos que éstas representaban. Disfrutaba mucho de materias como Fisicoquímica, Química Analítica y, por supuesto, Química Inorgánica. Mi dolor de cabeza siempre fue la Química Orgánica, la cual sentía era mucho de memorización y de poca racionalización. Al terminar la carrera, decidí continuar mis estudios y me inscribí al doctorado en Química, para lo cual decidí salir del país. Este cambio (cultural, geográfico, de lenguaje) fue también un reto muy interesante que en muchas maneras me enseñó tanto como lo que aprendí en la Universidad: me enseñó a ser independiente (en mi vida y en la investigación) y a confiar en mis propias ideas.
•Concretar el doctorado en su disciplina, ¿le ha traído nuevas oportunidades laborales?
Sin duda. El haber decidido estudiar un posgrado me permitió aprender a aplicar lo que había aprendido durante la licenciatura y a ponerlo en práctica en la resolución de problemas complejos, en particular para desarrollar investigación científica. Irónicamente, una buena parte de mi trabajo de investigación doctoral era en temas de Química Orgánica, pero mi inquietud por cosas nuevas me llevó a mirarla desde un enfoque interdisciplinario.
•¿Qué lo impulsó a dedicarse a la nanotecnología?
Precisamente durante mi doctorado tuve la oportunidad de diseñar nuevas moléculas heterocíclicas (conteniendo átomos de azufre y de nitrógeno) las cuales resultaron muy interesantes para potenciales aplicaciones en electrónica y óptica por sus propiedades físicas y químicas únicas. Derivado de esto, al terminar mi doctorado, tuve oportunidad de impartir algunos seminarios en varios centros de investigación en México. En uno de éstos, conocí a uno de los mejores investigadores de Nanotecnología del país, el Dr. Mauricio Terrones Maldonado y me sentí muy motivado por sus ideas y su ejemplo. Por otra parte, durante un congreso conocí a un colega del área de Neurociencias, el Dr. Oscar Arias Carrión, con quien hasta la fecha mantengo una amistad y una colaboración científica y quien me interesó en investigar sobre aplicaciones de los nanomateriales en el área biomédica. Poco tiempo después, mientras me encontraba convaleciente de una enfermedad, tuve la idea de diseñar un programa de estudios que permitiera a futuros jóvenes interesados en la nanociencia y la nanotecnología formarse profesionalmente. En ese momento no existían programas profesionales en Nanotecnología en el país ni en América Latina, por lo que fue un reto convencer a las autoridades de la Universidad, pero finalmente lo entendieron y apoyaron el proyecto. Considero estas experiencias como las que me impulsaron a dedicarme a la nanotecnología, claro, siempre desde una perspectiva química y molecular.
•¿Está trabajando en algún proyecto en especial de este tema?
Así es. En este momento estamos desarrollando nanomateriales inorgánicos con propiedades magnéticas y ópticas muy interesantes y estamos explorando su aplicación en problemas de liberación controlada de fármacos, en imagenología médica y en terapia, en particular para el tratamiento del cáncer. Igualmente, nos interesa comprender las interacciones que ocurren entre los nanomateriales y los sistemas vivos en distintos niveles, desde la escala biomolecular hasta los potenciales impactos ecológicos y ambientales.
•¿Cómo y cuándo comienza a desarrollar su pasión por la divulgación científica?
Yo diría que ha sido un proceso paralelo a mi formación profesional en las ciencias. Conforme más aprendía, más deseos tenía de poder compartir mi pasión por la ciencia con los demás. Me di cuenta de que a través de la escritura podía explorar vías de comunicación con un público más amplio, por lo que tomé varios cursos de escritura creativa y de literatura durante la Universidad. Mandé varios de mis escritos, ensayos de divulgación científica y cuentos de ciencia ficción,a distintas revistas universitarias y luego de que algunos fueron publicados, me sentí muy motivado por continuar con esta labor que, como luego me di cuenta, es muy necesaria para ayudar a la socialización de la actividad y del conocimiento científico. En 1995, junto con otros estudiantes de ciencias, creamos la primera revista electrónica (aprovechando que Internet era relativamente nuevo) de divulgación científica de habla hispana: ALEPH ZERO; aunque hoy en día ya no participo mucho en ésta, sigue existiendo gracias al trabajo y cariño por la divulgación de un gran amigo y colega, Ricardo Quit, uno de los mejores divulgadores científicos latinoamericanos que tengo el gusto de conocer. Luego de la experiencia de ALEPH ZERO, seguí escribiendo de forma habitual artículos y notas de divulgación científica para revistas y periódicos regionales y nacionales. Durante mi doctorado tuve la oportunidad de desarrollar una amistad con el premio Nobel de Química, Dr. Roald Hoffmann, un gran divulgador científico y un gran científico al mismo tiempo. Esta dualidad me inspiró a imitar su labor de científico/divulgador y adoptar un estilo personal en mi manera de comunicar la ciencia al público.
•¿Ha recibido distinciones nacionales en su país por este tema?
Sí. En el año 2006 recibí una Mención Honorífica por mi trabajo en la divulgación científica y tecnológica por parte del Gobierno del Estado de Puebla y, ocho años después en 2014, recibí el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología en la modalidad de Divulgación Científica y Técnica por parte del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Puebla y el Gobierno del Estado de Puebla.
•¿Cómo conjuga ciencia, periodismo y arte, temas habituales en su producción científica y literaria?
Yo creo que uno escribe sobre las experiencias que vive. Ya que durante cerca de 15 años dirigí y edité una revista de divulgación científica, y luego durante 5 años tenía la responsabilidad de diseñar, editar y maquetar un suplemento de divulgación científica para un periódico regional, tuve durante este tiempo mucha interacción con periodistas de ciencia, comunicadores y colegas científicos igualmente interesados en la divulgación. Mi amistad con Roald Hoffmann me permitió conocer a varios colegas suyos como la increíble periodista norteamericana científica KC Cole o la periodista uruguaya Patricia Linn, junto con quien traduje al castellano un libro de divulgación científica de Roald: “Química Imaginada” (Fondo de Cultura Económica, 2004). En 2015 compilé varios de los relatos que escribí durante los 10 años previos y los publicamos en mi primer libro de divulgación científica “Ciencia sin complicaciones” (EDAF-Editorial UDLAP, 2015), cuyo prólogo tuve el honor que fuera escrito precisamente por Roald. Fue una gran experiencia.
•¿Cuál es el último libro que ha publicado?
En el año 2017 se publicó “Arte y Ciencia, Ciencia y Arte. Reflexiones Infinitas” (Editorial UDLAP, 2017). Es el resultado de la compilación que hice durante 10 años de ensayos escritos por destacados científicos, periodistas y escritores de varios países (KC Cole y Roald Hoffmann de Estados Unidos, Pierre Laszlo de Francia, Jorge Volpi, Rosalinda Contreras y María de Jesús Rosales de México, Marisa Avogadro de Argentina, entre otros). Todo empezó el año 2006, luego de varias visitas que hizo Roald a México;contacté a varios científicos/escritores/periodistas a quienes conocía, les platiqué sobre el proyecto y les invité a participar; aunque algunos no pudieron participar, la gran mayoría si lo hizo, así que de esta manera comencé a compilar varias historias personales sobre cómo la ciencia y el arte se habían convertido en una mezcla única en sus vidas. Cuando terminamos de editar todas las historias, tuve la gran fortuna que una de las mejores científicas mexicanas en Química Inorgánica, la Dra. Rosalinda Contreras Theurel, quien es además una gran pintora, me permitiera ocupar muchas de sus pinturas para ilustrar el libro. Este ha sido uno de mis proyectos de divulgación más personales, más íntimos y más satisfactorios.
•¿Qué opinión le merece el crecimiento exponencial de las nuevas tecnologías?
Le tengo mucho respeto. Prácticamente lo he vivido desde que empecé la Universidad. Pertenezco a la generación que vio nacer el Internet, el correo electrónico, las búsquedas de información prácticamente inmediatas y al alcance de un “click”, los libros y las revistas electrónicas, los blogs, las redes sociales. Pero viví la transición: a mí todavía me tocó buscar libros en la biblioteca de forma manual usando fichas bibliográficas. Yo escribía cartas, muy románticamente, cada semana a mi entonces novia (hoy esposa) para mantenernos en comunicación. Sigo prefiriendo los libros físicos sobre los electrónicos. Pero no soy renuente a las nuevas tecnologías. Vaya, me tocó fundar una revista electrónica pionera en la divulgación científica. Yo creo que, hoy en día, las he adaptado a mi vida profesional. Uso Facebook y Twitter como herramientas para la enseñanza de las ciencias, para la comunicación científica, para la divulgación. A la fecha aún mantengo un par de blogs donde escribo en temas de Química y de Nanotecnología. Y vivo pegado al correo electrónico, a través del cual mantengo mis redes de colaboración científica. Motivo a mis estudiantes a explotar herramientas en línea (videos, blogs, redes sociales) para sus trabajos. Exploramos y editamos la Wikipedia en castellano para enriquecerla en temas de ciencia y tecnología. Yo creo que la revolución de las nuevas tecnologías no han terminado y que aun vendrán muchas nuevas herramientas y sorpresas.
Entrevista realizada por la Mag. Marisa Avogadro Thomé, periodista y escritora argentina.
Fuente: Revista Diafanís