El abuso de un rancio caciquismo

Prosa aprisa

Arturo Reyes Isidoro

Son resabios de una práctica de poder político que se creía ya superada en Veracruz o que debió haber quedado superada hace mucho tiempo: el del abuso del poder municipal por parte de una familia erigida en cacique de su demarcación.

Pero resulta que está viva y es una lacerante realidad prohijada, al menos por omisión, por la actual autoridad estatal que o ignora lo que está pasando, lo cual es grave, o lo sabe y se hace de la vista gorda, lo cual es peor.

Entretenidos como algunos estamos en temas que luego hacen pensar que Veracruz el Estado es solo Xalapa y la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, luego nos olvidamos de la vastedad del territorio estatal, de su complejidad y de la atención que requiere, pero que no tiene, de las autoridades estatales.

El pasado fin de semana, en Las Choapas, municipio del extremo sur del Estado, colindante con Tabasco, causó revuelo en las redes sociales información escrita y gráfica del abuso que están cometiendo los hermanos Tronco Gómez, Miguel Ángel y Renato.

El columnista Pablo Jair se ocupó del asunto en Xalapa y vecinos de aquel lugar me hicieron llegar abundante material con la esperanza de que los medios en los que publicamos sirvan de caja de resonancia para ver si alguna autoridad los voltea a ver y se interesa por lo que está pasando.

Resulta que el señor Miguel Ángel Tronco Gómez, postulado por el PT (es aliado de Morena en el Estado), llegó a la presidencia municipal con la protección, claro está, de su hermanito Renato, exalcalde, exdiputado, que es toda una ficha, a quien se le han imputado ilícitos y además se ha erigido en cacique de la región.

Los choapenses esta vez ya no aguantaron más y decidieron denunciar públicamente el abuso  que hacen de los recursos del Ayuntamiento y del descubrimiento, que hasta podía ser constitutivo de un hecho delictivo, que hicieron accidentalmente: el ocultamiento de despensas que debieron haber sido repartidas a familias en pobreza y víctimas de la crisis económica por la pandemia de coronavirus.

Primero, para su sorpresa, fueron testigos de cómo trabajadores del Ayuntamiento fueron destinados a limpiar el rancho de Renato, cuando, en cambio, parques públicos están olvidados y abandonados; luego, se percataron que en una bodega, propiedad del gobierno pero que los Tronco Gómez destinaron a terminal de autobuses para beneficiar a una empresa afín a ellos, había despensas echándose a perder que, piensan, las están guardando para la próxima campaña política aunque para entonces ya el frijol tendrá  gorgojo.

Renato fue acusado de ser el autor intelectual del asesinato de un regidor. Estuvo prófugo y finalmente fue absuelto por un juez federal. Aspiró a ser candidato a gobernador y ofreció premios como dinero en efectivo (diez mil pesos semanales), iPhone 8, motocicletas y autos a cambio de afiliar grupos de seis mil veracruzanos a su página de Facebook. Lo ha distinguido el escándalo. Ahora usa el poder de su hermano para beneficio personal.

Lo que no se explica es por qué el aspirante a la dirigencia estatal de MORENA y ex Jefe de la Oficina del Gobernador, Esteban Ramírez Zepeta, oriundo de Las Choapas, no se da por enterado y no interviene ante su exjefe y actual protector, Cuitláhuac García Jiménez, para meter en orden al parcito. Los choapenses están a la buena de Dios. No hay autoridad que los someta. Mientras, el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, se fue el sábado pasado a repartir “equipo de sanitización” (mascarillas) a la cuenca del Papaloapan (anda en plena campaña prelectoral), la cual no es su función.

Seguramente cosas como esas suceden en otras partes de la entidad, en un Veracruz digno de mejor suerte, pero el gobierno de las cuatro T tampoco puede acabar con ese problema, o no tiene la intención de hacerlo.