El cuatro de la 4T .

/Guadalupe Loaeza /

“El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Winston Churchill

 

De acuerdo con el Diccionario del Español de México, del Colegio de México, ponerle “un cuatro a alguien” significa “tenderle una trampa”, así que comúnmente se dice “le pusieron un cuatro, cuando se cree que a alguien lo han engañado”.

Andrés Manuel López Obrador lleva cuatro años poniéndonos un cuatro, todos los días, en su mañanera. Hoy, es el cuarto informe en que el Presidente tratará de engañarnos con sus trampas, con sus dichos, con sus fantasías, con sus ocurrencias, medias verdades, inexactitudes, imprecisiones históricas o, de plano, mentiras evidentes.

Lo que no es mentira es el deterioro que advierto en la relación entre los integrantes de la 4T. Aparentemente no se tienen confianza, tanto en la Cámara alta como baja, se saludan, se sonríen y hasta se ponen dizque de acuerdo para ir a comer pero nunca lo hacen. Tienen temor de que en la sobremesa después de unas copas salga a relucir lo que en realidad piensan de los líderes de su partido y del propio Presidente. Para ellos, criticar a López Obrador es un acto suicida. Prefieren que se les haga “la boca chicharrón”, antes de emitir cualquier tipo de crítica, porque a estas alturas, y en el último tercio de gobierno de la 4T, son inevitables los resentimientos, las intrigas y las puñaladas por la espalda. No hay duda de que el más autocrítico, a la vez que crítico de su partido, ha sido Ricardo Monreal. Así se vio antier en la plenaria de Morena en la Cámara de Senadores: “Quiero que honremos la Constitución, que seamos un poder autónomo, como los constituyentes del 57 o como los constituyentes del 17 o como los de 1824. Nosotros no somos el Ejecutivo, somos un poder autónomo y que, en la teoría de la división de poderes de Montesquieu, de Hobbes y de Locke, somos un órgano equilibrador, no somos comparsa, ni apéndice del Ejecutivo”. Seguramente después de esta osada declaración, misma que fue muy aplaudida por sus correligionarios, no ha de haber podido dormir, sintiéndose perseguido por la inquisición de la 4T. De allí que ayer declarara algo totalmente distinto a lo que había dicho: “El Presidente López Obrador nos convoca todos los días a no ser súbditos, vasallos, a actuar con autonomía y a que el Poder Legislativo se erija en un auténtico órgano parlamentario”. Cosa que no es cierto y que en esta administración no va a suceder. Torquemada no anda en burro.

Es evidente que conforme se va acercando el final del sexenio, los morenistas están cada vez más inquietos, con más ganas de explotar y algunos probablemente quisieran gritar a los cuatro vientos “¡ya estoy hasta la madre!”. Dice el politólogo Agustín Basave que no sería extraño que se diera una escisión en Morena, tal como se dio en el PRD, con Cuauhtémoc Cárdenas, Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez. En el caso de Morena, serían Monreal y Marcelo Ebrard y tal vez otros más que por lo pronto prefieren callar: “La apelación al cisma como fuente de democratización suele darse cuando un partido es dominante al grado de marginar a la oposición. Y es justamente la visión de que el morenismo es tan poderoso que las probabilidades de un triunfo opositor son mínimas -que en los hechos es una suerte de resignación- la que ha llevado a algunos a apostar a que Ricardo Monreal y sobre todo Marcelo Ebrard rompan con el presidente López Obrador y busquen la silla del águila desde otra plataforma partidista”.

Faltan dos años para la sucesión presidencial, lapso en el que pueden pasar muchas cosas, desde atentados a figuras de alto nivel, más tensión con Estados Unidos y desacuerdos, más violencia entre los cárteles, más civiles asesinados, más escasez de medicamentos, deterioro agudo del medio ambiente, desapariciones, obras sin terminar, inflación descontrolada, pandemias, pero sobre todo, fuertes confrontaciones internas en el partido en el poder, entre las mismas “corcholatas”, así como un profundo rompimiento de Monreal y Ebrard con el Presidente. No hay que perder de vista un golpe de Estado por un Ejército demasiado empoderado.

Es obvio que de todo esto no hablará López Obrador en su cuarto informe. Nos pondrá otro cuatro más y a pesar de todo seguirá con su popularidad…

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