Mucho se dice que la pandemia ha cambiado al mundo y sugieren incluso que se trata de un mandato del Universo para que la humanidad reflexione durante el confinamiento sobre su actitud y comportamiento como colectivo.
Recibí un texto maravilloso del cual recupero una de las premisas que ahí se vierten y que parecerían importantes de razonar, porque quizá los cambios que nos está tocando vivir tengan un significado más allá de lo que vemos. Tal vez las recomendaciones sanitarias tienen una segunda implicación más allá de la salud, un objetivo adicional en nuestra vida.
La comparto con uds en la sección de columnas, pero por ahora retomo un aspecto que va dedicado a aquellos que se levantan de mal humor y lo vacían con el primero o primera que se atraviese en la carretera de la información.
No importa si pertenece -según el rasero del Presidente López Obrador y sus seguidores- a los segmentos construidos en la 4t: chairos y fifis, conservadores y neoliberales, moderados y radicales, etc. No importa porque la realidad que pone de mal humor a las y los mexicanos, alcanza a todos y todas.
El uso del cubrebocas por ejemplo, el texto dice que podría significar que “protege a los demás de lo que hablamos, de aquellos momentos cuando ofendemos con nuestras palabras, cuando maldecimos. Y nos protege a nosotros de lo que comemos”.
Aplicable hoy en día de lo que exponemos y consumimos en las redes.
Palabras de un humor social que lastiman, dividen, deprimen y que a la mayoría de las y los usuarios que han tomado como rehén las redes para derramar su resentimiento social, su ira, su mal humor, su frustración de vida, por paga o sin ella, tarde o temprano no perciben que se revertirá para la humanidad, porque de lo que se trata es de hacer conciencia que las humanas y los humanos somos un colectivo.
En las redes, no solo nos vemos involucrados cuando vemos que hasta personajes de los más moderados, insultan, confrontan, justificándose en una madurez emocional ficticia para debatir porque siempre sale su egoísmo, sus egos en la discusión. Están los rijosos, los que amanecen malhumorados porque no ven la salida a sus frustraciones, los que reciben unos pesos por atacar y denostar, los que creen que así se congracian con la gente en el poder, en fin hay de todo y para todos.
No nos percatamos que se genera tal ánimo que olvidamos que las palabras construyen y destruyen y que lo edificado por tantos años, sentados cómodamente frente al cel o su PC, lo estamos devastando con solo lo que sale de la boca.
Usemos el cubrebocas pero, pensemos para qué.
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