El día en el que desaparecieron las mujeres. #CuentoParaExplicarANiñasYNiños

Cuando me di cuenta de que me costaba mucho trabajo explicarle a mi hijo de 10
años las razones que dieron pie al paro #UnDíaSinNosotras, decidí escribir un cuento.
Es común que me pregunten cuál es la edad recomendada para esta historia. Creo
que es una historia apta para las personas de todas las edades, y que, así como los
cuentos infantiles tienen mucho que enseñarnos a los adultos, los niños entienden y
asimilan las cosas de acuerdo a su entorno, curiosidad y personalidad, la decisión de
si sus hijos e hijas están listos, es personal. Quizá el consejo más importante, es que
independientemente de las edades, les acompañen en la lectura.

Hemos normalizado tanto las conductas violentas que nos cuesta trabajo identificarlas.
Esta historia plantea muchas de ellas, y para quienes tienen menos edad (menos de
45, ¡ja!) puede ser difícil notarlas. Por eso, la guía y acompañamiento es importante.

Si es muy pequeña o pequeño, no le leas la historia, cuéntasela. Permite que vayan
descubriendo lo que pasa y que después puedan en conjunto, discutir las cosas que
aquí se plantean. La literatura infantil nos permite abrir canales de comunicación sobre
temas que normalmente son difíciles de tratar, y permitirles expresarse, utilizando este
cuento como punto de partida y vehículo, puede ser enriquecedor. Hay historias que
entiendes muchos años después de haberlas leído, y eso también está bien.
La convocatoria para protestar por la violencia, parando todas las actividades, surgió
de grupos feministas. Mujeres y niñas de todas las ideologías, religiones, y creencias
hemos encontrado una lucha que nos une por igual. Y por esto creo que es vital
explicar qué es este movimiento que a algunas personas la simple mención les aterra.
Feminismo, no es antónimo de machismo. Mientras el machismo establece que el
hombre es superior a la mujer, el feminismo establece que tanto hombres como
mujeres somos iguales, y por eso luchamos. El movimiento tiene muchísimos años, es
complejo, rico, diverso e interesante. Es también retador, porque nos obliga a
cuestionar todo lo que solíamos dar por hecho, y a partir de ahí encontrar nuevos
caminos para relacionarnos con el mundo, un mundo que queremos sea mejor.

¿Qué le pasa a los personajes de esta historia? Claves para discutir.
Fernanda eligió su ropa, no en función de sus gustos, sino en función del otro, en este
caso los niños. No quiere que le vean los calzones. Hablemos sobre porque eso, que a
algunos parece tan inofensivo, está mal. Tan mal verle la ropa interior a alguien, como
tomar y compartir fotografías de alguien sin su consentimiento.
Edson se burla de Fernanda. No sólo interpretó mal lo que vio, que además no tendría
por qué haber visto, termina por intentar destruirla a través de la burla.

Manuel es presionado por su padre, un hombre que cree que la amistad entre un
hombre y una mujer no puede existir, y que además no cree que el consentimiento
sea necesario, para tocar, besar o acercarte a alguien. El consentimiento, es la palabra
clave a platicar en lo que sucede con Manuel.
Inés es amiga de Manuel, hasta que él actúa equivocadamente. ¿Qué tenemos que
hacer cuando alguien hace algo que no nos gusta? Esa es una pregunta que puede
abrir otras conversaciones.

Nina carga con la historia más cruda de todas. Nina nos enseña a confiar en nuestra
intuición, a hacerle caso a esas miradas que se sienten como golpes en el estómago.
Nos enseña a hablar, a gritar con fuerza.

Ivanna nos da la oportunidad de hablar sobre la autoestima.
Samuel, en relación con Ivanna, nos permite hablar de la disparidad salarial. Las
mujeres ganamos menos por hacer los mismos trabajos que los hombres.
María nos permite hablar sobre la idea errónea de que nuestro género nos condiciona
para realizar ciertos trabajos o no poder realizar ciertas actividades, además de que los
trabajos del hogar y cuidados están en su mayoría en manos de mujeres, que no
reciben remuneración alguna por hacerlos.
Espero que esto les sirva, como me sirvió a mí.

Cuento

Por Pamela Cerdeira.

 

Era una mañana cualquiera, de un día
cualquiera. No es que tuviera algo de especial,
podría haber sido todos los días. Así pasa con la
normalidad, se repite, se repite y se repite
siempre. Sale el sol, desayunas, vas a la escuela,
comes el lunch. Hay días en los que el tuyo es
más rico que el de tu amigo, y otros en los que ni
de broma quieres probar lo que viene en tu
lonchera. A veces comes con calma, y otras ni
siquiera comes, pero si no fuera por esas
pequeñas variaciones, los días podrían ser casi
todos iguales.

Fernanda se prepara para ir a la escuela.
Hace frío, pero debe usar falda porque son las
reglas del colegio, las mallas le pican y la falda no
es cómoda para jugar avión. Ella podría saltar
desde el 1 hasta el 4 o 5, pero cuando trae falda
sólo llega hasta el 3. Se pone siempre unos
shorts debajo del uniforme.

Empezó a usarlos después de darse cuenta
de que a los niños les gustaba pararse debajo de
las escaleras para verles los chones a las niñas
que iban pasando. Siempre es mejor estar segura,
ella lo sabe bien. Aunque a veces, con todo y los
shorts no se salva; hace una semana escuchó a
Edson reírse con sus amigos, decían que
Fernanda usaba chones de abuelita, eran los
shorts, los muy tontos no se habían dado cuenta.

Manuel ya va en camino. Hoy lo acompañan
papá y mamá. Prefiere ir solo con mamá. No dice
nada porque ella se emociona mucho cada vez
que papá los acompaña, dice que es muy bueno
por querer hacer esto con ellos de vez en cuando.
A él le gusta más ir solo con mamá porque puede
platicar con ella. Cuando van los tres, en el mejor
de los casos, se enrollan en esas conversaciones
que sólo entienden los adultos. Pero a veces,
cuando papá quiere platicar, le pregunta por las
niñas del salón, en especial por Inés.

Inés y Manuel son amigos desde que tienen
tres años. Les gusta mucho pasar el tiempo
juntos, por eso papá cree que a Manuel le gusta
Inés. También cree que a Inés le gusta Manuel,
sólo que dice que Inés aun no lo sabe.
—Dale un beso que la tome por sorpresa, a las
mujeres les gusta eso, y si se quita, le das otro
para que se dé cuenta de lo que es bueno —dijo
hace un par de semanas el papá de Manuel.

Manuel no cree que eso vaya a gustarle a
Inés, ni a él, guácala darle un beso a una niña.
Nada más de imaginárselo se muere de miedo,
pero los hombres no deben de tener miedo, tienen
que ser fuertes y valientes; eso le ha dicho papá
muchas veces, mamá también, algunas. Manuel
no quiere hacerlo, pero también sabe que si lo
hace hará que papá se sienta muy orgulloso de lo
valiente que es. Quizá hoy se atreva a besarla.

Nina está por llegar. Ella ya va sin que nadie la
acompañe porque ya es grande, tiene trece años.
Bueno, la verdad tiene doce, pero como ya entró a
secundaria y la mayoría de sus amigas tiene
trece, a ella le gusta decir que ella ya los cumplió.

Cualquiera pensaría que a nadie de trece años le
gusta llegar a la escuela, sobre todo si pudieras
elegir entre eso o quedarte en casa jugando con
tu teléfono, o ir a casa de tu primo a ver películas.
¿No han oído sobre el primo de Nina? Él sí ya
está muy grande, tiene como diecisiete años y es
muy divertido. En su casa sólo están él y su papá.
Él no va a la escuela y su papá lo deja hacer lo
que quiera. Así que, allí puedes hacer cosas
como fumar, tomar o ver películas que
normalmente no te dejan ver en casa. Es súper
divertido. Él invita a Nina casi todos los días,
¿cómo puede ser que ella prefiera irse a la
escuela?
—Eres una ñoña —le dijo una vez su mejor
amiga. Su primo le cae bien, y si solo fuera a estar
él, quizá iría. Pero es que ¡su tío! Hay algo en su
tío que a Nina no le gusta. Que ¿qué es? Pues no
sabe, es una de esas cosas que no tienen
nombre, que nadie más puede ver, pero se
sienten en la panza, como si te dieran un golpe
muy fuerte, pero sin que nadie te haya golpeado.
Lo hace con sus ojos, es la forma en que la ve.
Nina no se lo ha dicho a nadie, ¿qué va a decir?
Pensarán que son cosas que ella se imagina,
que está loca, que inventa. A veces cree que la
sigue, y es que se lo encuentra casi siempre
durante su recorrido, aunque él no tendría nada
que estar haciendo por donde ella va. Ofrece
ayudarle con la mochila, darle dinero para comer
algo, por eso es que Nina se siente feliz cada vez
que llega a la escuela, se siente a salvo, él no
puede entrar ahí.

Ivanna es maestra, enseña a los niños de
tercero. Ella no lo sabe, pero en secreto le dicen
Ivanna la rana. No es que esté verde o coma
moscas, es que rima, suena chistoso. Y también
es gordita, y chaparrita, y un día llegó con un
suéter verde, quizá fue ese el día en el que a
alguien se le ocurrió el apodo. Ella es buena onda,
pero no tanto como Samuel, el profesor de
segundo. Los maestros de esta escuela tienen
una cosa padrísima, pueden comprar lo que
quieren en la tiendita. La escuela les regala una
cantidad al mes para que compren lo quieran. Ese
debe de ser el mejor trabajo del mundo. Samuel
compra siempre dos quesadillas, una botella de
agua, una concha y tres bolsas de papas que
regala a los alumnos que se porten mejor ese día.
Por eso es más divertido. Ivanna sólo compra dos
quesadillas y la botella de agua, dice que es para
lo que le alcanza, otros creen que en realidad sólo
compra eso porque está a dieta, para que le dejen
de decir Ivanna la rana a sus espaldas.
María pasa el recreo y la salida jugando futbol.
Es buenísima. A veces, la dejan jugar en el equipo
de los niños. Ella quiere ser futbolista. Aunque no
sabe si podrá conseguirlo, porque en las tardes no
tiene tanto tiempo para jugar. Tiene que hacer la
tarea, limpiar la mesa y ayudar a mamá con
Oscar, su hermanito bebé. A veces, ella también
prepara la comida, los jueves hace albóndigas, le
quedan tan ricas que mamá le dijo que ya está
lista para casarse. ¡Ash! Ella no quiere casarse,
no sólo porque apenas tiene once años, ella
quiere ser futbolista, se lo ha dicho mil veces.
¿Ven?
Este podría ser
un día como cualquier otro.
Ocurrieron pocas cosas distintas a las que
suceden otros días, salvo porque Manuel se
atrevió a besar a Inés.

A Manuel le sudaban las manos y el corazón le
latía como si se le fuera a salir del pecho. Cuando
estaba distraída se abalanzó sobre ella. Inés
intentó quitarse y él la habría dejado ir, si no
hubiera sido porque todos sus amigos estaban
viendo, así que recordó el consejo de papá y le
dio un segundo beso mientras la detenía para que
no se fuera. Finalmente, Inés salió corriendo,
estaba muy enojada. Los amigos de Manuel se
rieron a carcajadas y festejaron la hazaña con
aplausos.

De no ser por eso, habría sido un día igual.
Bueno, por eso y por lo que sucedió al día
siguiente. A veces, eso es lo que hace que los
días comunes se tornen distintos, no por lo que
pasa ese día, sino por lo que viene después.
Lo que sucedió al día siguiente es
un misterio.

Ese sí que fue un día diferente.
Manuel fue a la escuela acompañado solo por
papá, eso nunca había pasado antes. Las calles
se veían más vacías que de costumbre. La tienda
de la esquina en donde atendía una señora muy
amable estaba cerrada. Eso no era normal,
siempre estaba abierta.

El primo de Nina estaba solo en casa. Samuel
tuvo que juntar al salón de tercero y segundo
porque la maestra Ivanna no llegó. Tampoco
fueron a escuela María ni Inés. Ni la directora, ella
nunca había faltado. Tampoco estaba la
enfermera.

Todas las mujeres
habían
desaparecido.

¿A dónde fueron? Nadie lo sabe.
¿Cómo sería tu día si
desaparecieran todas las
mujeres?
¿Qué dejaría de suceder si tú
desaparecieras?

Tal vez por eso el día anterior dejó de
parecerse a un día común. Quizá las pistas
estaban en lo que sucedía antes, en lo que
pasaba cada día que hacía que todos se sintieran
como si fueran el mismo.
La mañana siguiente algo cambió.

Fernanda se preparó para ir a la escuela, solo
que esta vez eligió pantalones, eran morados. La
maestra Ivana volvió a usar el suéter verde,
aunque ahora se le veía diferente, hacía que sus
ojos brillaran. María jugó futbol casi todo el día. A
Manuel lo acompañó mamá, e Inés dejó de ser su
amiga. Nadie sabe a dónde fueron las mujeres
aquel día, pero lo que cuentan los rumores es que
se encontraban todas juntas. Bueno, casi todas.
Nina no regresó el día en que volvieron las
mujeres, ni el siguiente, ni una semana después,
ni un año después…

No regresó nunca.

Ella no volvió a tener un día como cualquier otro, y
de cierta forma, nosotras tampoco.
Fin

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