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30.01.2025. BPNoticias.- Un diagnóstico del problema de los discursos del odio es que este tipo de mensajes incitadores a la violencia ha encontrado en Internet y las redes sociales, el canal adecuado para su propagación, particularmente contra las mujeres que han ganado terreno en todos los ámbitos. Las luchas de poder que lo nutren no lo aceptan, no lo toleran.
Hay quienes postulan que las redes sociales se han convertido en el baño público donde los usuarios solo llegan a vomitar sus frustraciones. Otros que se trata de una nueva ventana o la nueva arena del patriarcado.
Aunque el alcance real del problema no ha sido determinado cuantitativamente, más que de una manera fragmentada y parcial, existe una sensación compartida por periodistas con conciencia, juristas, ONGs, investigadores, y usuarios de las redes, en general, de que el problema del discurso extremo en las redes sociales es cada día más preocupante pues están contribuyendo a crear una humanidad salvaje, violenta.
En todo el mundo se está produciendo una gran proliferación de mensajes extremistas, asociada al contexto de la crisis de refugiados, con preocupantes “picos” de odio islamófobo detectados en las redes a raíz de los atentados de París, Bruselas, o Niza.
Tras los atentados de París, #matadatodoslosmusulmanes se convirtió durante algunas horas en el tercer hashtag más utilizado en España (Jubany y Roiha 2016). Según estudios del think tank Demos, en Twitter, hay aproximadamente unos 10.000 tuits por día con insultos racistas en lengua inglesa, lo que supone uno de cada 15.000 tuits (Gagliardone et al. 2014).
En otro estudio realizado por Demos, sobre misoginia, que es otro de los motivos recurrentes de intolerancia, entre usuarios británicos de Twitter, se encontraron más de 200.000 tuits con las palabras “zorra” o “puta”; constatándose que cada diez segundos, alguien insulta con esas palabras a una mujer en Twitter.
Ni que decir sobre lo que las mujeres tienen que enfrentar en la red latina contra la incursión de las mujeres en política o simplementemente en su interacción diaria en la red.
Son múltiples los casos de acoso sistemático por motivos de género, odio e intolerancia, que han llegado a los medios de comunicación, y que constituyen la punta del iceberg de una situación que se ha convertido en habitual en las redes sociales.
A nivel colectivo, la misoginia prolifera con impunidad en las redes así como todas las ideologías intolerantes encuentran en las redes sociales un espacio de expresión privilegiado, que ha generado una especie de cultura del odio, que contamina e intoxica las redes con lenguaje abusivo, denigrante o agresivo, por motivos, en gran medida, de intolerancia contra población femenina, inmigrada, refugiados, musulmanes, homosexuales, y otros grupos.
El documental “Backlash: Misoginia en la Era Digital” expone los desafíos de la violencia de género en espacios digitales y hace reflexionar sobre el acoso digital y sus impactos en la vida de las mujeres.
La producción documental, dirigida por Léa Clermont-Dion y Guylaine Maroist, sigue las historias de cuatro mujeres víctimas de violencia digital, exponiendo el miedo y la vulnerabilidad generados por el acoso y los discursos de odio en línea.
Visibiliza las nuevas formas de agresión machista digital como descalificación cotidiana, difamación, trata sexual y amenazas a las que están expuestas niñas, adolescentes por el patriarcado que se solaza en agredir a sus semejantes; en reproducir el sometimiento de personas en las redes sociales.
La descalificación sistemática en redes consiste en disminuir, devaluar, desautorizar y desacreditar el logro, el esfuerzo, el aspecto físico, la personalidad, o los bienes adquiridos de una persona.
El machismo, la homofobia, la xenofobia, la islamofobia, el antisemitismo y otras ideologías intolerantes aprovechan internet y las redes sociales para el insulto, la humillación, el linchamiento social, el acoso, o la amenaza. Pero además, recrean los patriarcales enunciados dictandoles a las mujeres como deben conducirse pues, para los haters con credencial de creadores de contenidos, las mujeres siguen en el mismo nivel de no tener las capacidades para competir con sus pensamientos arcaicos. Las llenan de odios, agravios y ofensas.
Las instituciones internacionales no son ajenas a este problema. Prueba de esta preocupación es la intensa actividad que ha desarrollado la Unión Europea en la búsqueda de soluciones para este problema
Como hitos destacados de esta dedicación destacan la firma del Código de Conducta con las empresas tecnológicas, y la puesta en marcha de un Grupo de Alto Nivel, en el que ha involucrado a representantes de los estados miembros de la Unión, del Parlamento Europeo, del Consejo de Europa, del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA), y de organizaciones de la sociedad civil como Amnistía Internacional, la Red Europea contra el Racismo (ENAR), la Plataforma Europea de ONGs sociales, y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales e Intersex (ILGA), con el fi n de prevenir y combatir los crímenes de odio y el discurso del odio, con una especial dedicación a la contra-argumentación del discurso del odio online.
También la UNESCO o la European Commission Against Racism y Intolerance (ECRI) han destacado, en informes recientes, el crecimiento del discurso intolerante en Internet y redes sociales, y la necesidad de encontrar estrategias eficaces para combatirlo.
En defi nitiva, el problema del discurso del odio en Internet, y en las redes sociales, en particular, es un asunto que ha adquirido tal dimensión que actualmente se encuentra en la agenda de un buen número de organismos internacionales. Las redes sociales se han convertido en un espacio de impunidad para la ira y el odio.
En América Latina hoy vemos un nulo reconocimiento del mismo y solo esfuerzo como el de la ley Olimpia han sido reconocidos y arropados en el escenario legislativo. No obstante, el odio machista va más allá de la pornovenganza y es necesario atender esa laguna que violenta a las mujeres y que busca menospreciarla y afectar su autoestima, y lo más lamentable, crea el ambiente propicio para que se llegue al machismo extremo de quitarles la vida.