*La Lengua de Tácita Muta .
/ Angélica Cristiani Mantilla /
La primera vez que escuché mi nombre en la boca de un gobernador, yo tenía diecinueve años y los sueños recién estrenados. Era 2006 y trabajaba como hostess en fiestas para pagarme los pasajes de la universidad. Fidel Herrera Beltrán entró con la seguridad de quien lleva el poder en los hombros como si fuera un traje a la medida. Yo supuse que pasaría de largo, porque los gobernadores suelen mirar al pueblo solo en temporada de votos. Pero no: se detuvo, me saludó, preguntó por mis estudios y pronunció mi nombre como si lo hubiera traído en la memoria desde siempre. Aquel gesto me dejó temblando, como si alguien hubiera abierto una puerta inesperada en medio del ruido.
Casi veinte años después, me tocó entrevistar a su sobrino, Edgar Herrera Lendechy. Y otra vez sentí un estremecimiento. No por él, sino por lo que carga en la espalda: un apellido que despierta lealtades y heridas, nostalgias y reproches, porque en Veracruz los nombres no son solo nombres, son memorias largas que se heredan con sus luces y con sus sombras.
Edgar sonríe con la juventud que no esconde y habla con la serenidad de quien sabe que el linaje es tanto regalo como peso. Tiene credenciales académicas envidiables —licenciado en Derecho, maestro en Derecho de la Tecnología de la Información por la Esade Law School—, pero también ha aprendido en escenarios más ásperos: casillas quemadas, elecciones impugnadas, amenazas veladas. Esos lugares donde la política deja de ser discurso y se convierte en resistencia.
En las elecciones recientes, el Partido Verde obtuvo 13 municipios —Alvarado, Aquila, Benito Juárez, Chiconamel, Chiconquiaco, Chicontepec, Espinal, Ilamatlán, Tamiahua, Tampico Alto, Tecolutla, Tenampa y Tenochtitlán— y, en alianza con Morena, alcanzó triunfos significativos en Acatlán, Naranjos Amatlán, Playa Vicente, San Juan Evangelista y Soledad de Doblado. En total, 109,414 votos que consolidan su presencia en Veracruz. Un dato nada menor en un estado donde la participación apenas rozó el 49%, según el OPLE, y donde la indiferencia se impone como la gran vencedora silenciosa.
La política veracruzana es un campo sembrado de contradicciones. Mientras los partidos celebran victorias, las calles cargan el peso de la desconfianza y del miedo. Edgar denunció amenazas durante el proceso electoral, confirmando lo que muchos saben: en esta tierra, la política local no solo requiere convicción, sino también protección.
Hablamos de herencia. Y ahí, lo más humano salió a la superficie. Porque ser heredero de un apellido público es caminar sobre un hilo delgado: hay que volver futuro lo que fue historia. Y en esa frase se condensa el reto de toda una generación política.
El Verde ya piensa en 2027. Habla de reestructuración, de formar comités, de recuperar espacios. Pero el desafío no es solo orgánico: es ético. Veracruz no necesita que los partidos movilicen estructuras, sino que construyan ciudadanía. Que hablen con la gente sin el guion aprendido, que miren a los ojos sin esperar la urna de por medio.
La memoria de Fidel Herrera sigue flotando, querido u odiado, pero nunca indiferente. Y ahí está Edgar, con la oportunidad —y la carga— de levantar un nombre propio en medio de ese eco. El riesgo es grande, pero también la posibilidad.
La verdadera victoria, en Veracruz, no está en las actas de cómputo. Está en mantener viva la dignidad de la política, en devolverle sentido a una palabra tan gastada que a veces parece hueca. Y eso no se hereda por apellido, ni se improvisa en campaña: se construye con verdad, con cercanía y con la valentía de reconocer a las personas por su nombre, como aquella joven hostess de hace quince años que aún espera que el poder, algún día, se convierta en humanidad, consciente de que las herencias no se guardan en un cajón, sino que se honran en el presente.
Herrera, más que un apellido, lo que carga es una responsabilidad: demostrar que la política también puede ser legado y futuro, raíz y rama al mismo tiempo.
Pero no me creas, mejor mira la Entrevista a Edgar Herrera Lendechy