El escalafón de Morena.

*Sin tacto .

/Por Sergio González Levet /

 

En la rebatinga de las candidaturas para el proceso electoral municipal de este año, los militantes de Morena están metidos en una discusión acalorada sobre quiénes merecen ser nominados y cuáles deben ser las razones para que elijan a unos o a otros.

Persiste mucho en opiniones y comentarios de las redes la idea de que deben ser nombrados exclusivamente (o preferentemente, en el último de los casos) quienes hayan participado en el movimiento desde sus orígenes, que son los llamados “fundadores” o militantes más antiguos.

Muchos de ésos últimos se quejan de que no han sido tomados en cuenta, no obstante que “han participado en mítines desde hace muchos años” o “han gritado muchas veces y en muchos lugares que es un honor estar con Obrador”.

Quieren esos fundadores que se aplique una especie de escalafón a la hora de determinar a quienes serán abanderados en los 212 municipios veracruzanos. Piden por tanto que queden fuera los cuadros nuevos y novísimos del movimiento, y que la única razón que cuente sea la lealtad al Patriarca y el tiempo de militancia, así como la cantidad de asistencias a concentraciones y/o acarreos.

La pelea por los puestos se hace más intensa porque en el Morena piensan que van a ganar todas las alcaldías solamente por el poder de la marca, y que -como en los viejos tiempos de la hegemonía priista- hasta con una vaca el partido oficial se alzaría con el triunfo, en donde fuera.

De acuerdo con esa idea, Morena y sus aliados deberían proponer no a sus mejores cuadros, a los más preparados, a los más conocidos, sino a los que han hecho la talacha de engrosar las concentraciones, de repartir el periódico Regeneración o pegar volantes en postes y paredes.

La participocracia frente a la meritocracia. Los juanitos frente a los verdaderos cuadros competitivos. La sumisión añeja frente a la preparación política.

En este momento la lucha es cruenta y denodada entre los militantes históricos y los neomorenistas que han arribado al movimiento en los últimos meses.

Los tradicionales, los que desde el PRD se fueron a Morena y los primeros cuadros priistas que defeccionaron cuando cambió el origen de los apoyos sociales se sienten dueños del partido y consideran que la puerta debe permanecer cerrada para que sólo ellos gocen las mieles de los puestos, los sueldos y los presupuestos públicos.

Los que ingresaron más o menos recientemente piden su tajada del pastel en base a su experiencia política, a su conocimiento de la administración pública y a su vocación social.

La moneda está en el aire, y toca a la real dirigencia morenista en Veracruz y a su Gobernadora decidir por unos y seguir igual, o por los otros y relanzar el partido hegemónico hacia otros horizontes.

 

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