El estudio de Ana María Salazar y Vlad Jenkins

EL TINTERO DE LAS MUSAS

Por GILDA MONTAÑO

Existe un estudio-caso hecho por Ana María Salazar y Vlad Jenkins de la
Universidad de Harvard llamada “El problema de los intocables”, en 1991, en
donde se describe y analiza ampliamente el problema del narcotráfico a raíz de la
toma de protesta del presidente Salinas, y la campaña anticorrupción efectiva y
creíble que se convirtió en nada menos que el eje de la estrategia de su
administración para lograr una amplia variedad de objetivos políticos y
económicos. Salinas tuvo que luchar para establecer su autoridad sobre una
compleja red de bases de poder político en las burocracias federales y estatales, y
sobre la estructura osificada del entonces poderoso PRI. Su gente vio esta
campaña anticorrupción como un complemento necesario a las reformas
económicas previstas por la administración incluyendo una mayor dependencia de
las fuerzas del mercado, la privatización de algunas industrias estatales y
paraestatales y la racionalización de una burocracia gubernamental en expansión.
El reto era diseñar estrategias para abolir el problema de la corrupción en México.
Uno flagrante era Pemex y su corruto sindicato. Salinas tuvo que responder a las
crecientes presiones externas sobre los problemas de corrupción y tráfico de
drogas en México, que se estaba convirtiendo en un factor prominente de las
decisiones de los acreedores internacionales de México, en relación con la
reprogramación de la deuda externa del país. Y allí comenzó otra historia.
El problema con Estados Unidos, siempre ha sido grave. Y el problema de la
corrupción en México, más. Fue cuando Salinas lanzó una amplia gama de
programas, incluida la racionalización de los procedimientos en la frontera,
requisitos estrictos para la cumplimentación de formularios financieros para todos
los funcionarios públicos, y que continuara la Contraloría de la Nación para revisar
e investigar el desempeño de los mismos.

Había en esa época todavía, una acendrada clase media mexicana con valores
añejos que harían que continuaran existiendo bases morales en la familia.
Habría que luchar contra ese PRI creado en 1929 que había gobernado mediante
acuerdos delicados entre grupos de interés como empresas, sindicatos,
campesinos, ejército, burocracia. Mantener todo esto en orden, era muy
complicado. Cada uno de estos, representado en la estructura de poder interno del
partido en el poder. Cada quien pedía su cuota. Y se la tenían que dar. El
resultado era aún más grave: la corrupción se había convertido en el aceite que
hacía funcionar el sistema y también en el pegamento que lo mantenía unido. Se
llegó a pensar incluso, que la Constitución había sido considerada como un

instrumento de la política. Que explica sus propias incoherencias jurídicas
argumentando que, a diferencia del caso en el mundo anglosajón, el propósito de
la constitución no era para establecer las reglas de trabajo de la sociedad, sino
para establecer los objetivos sociopolíticos hacia los cuales el sistema está
trabajando.
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