El feminismo llega hasta donde la incomodidad del patriarcado lo permite

Alguien como tú.

Gladys de L. Pérez Maldonado.

 

Nacer mujer no necesariamente nos identifica con la lucha feminista, en estos tiempos, muchas por intereses laborales, políticos o sociales se hacen llamar feministas aunque en realidad no sepan bien a bien  que significa serlo o no estén convencidas en dejar su círculo de confort para luchar por el respeto de los derechos humanos de ellas mismas y de sus congéneres.

La Cuarta Ola de la lucha feminista se ha caracterizado por ser un movimiento que se manifiesta, que grita, que exige respeto y que deja a la luz la vulnerabilidad de las mujeres sin mayor recato, lo cual incomoda a muchas y muchos. Sin embargo, la fuerza de las mujeres que la representan es más que los prejuicios adquiridos en virtud de una educación patriarcal.

Hoy gracias a la tecnología, en las redes sociales día a día se denuncia la flagelación de los derechos sexuales, políticos, laborales y la violencia dentro del vínculo familiar de las mujeres, en ocasiones prospera la denuncia y en otras solo queda como un topic trending.

Si bien en México se cuenta con uno de los mejores marcos normativos de protección a los derechos de ellas a nivel mundial, esto dista en demasía para decir que vivimos en una sociedad igualitaria, sorora y de respeto a la dignidad de las mujeres.

Debido a la “incómoda lucha feminista”, muchas mujeres -que aún son las menos- ostentan cargos públicos en el Congreso Federal, los Congresos locales, la Administración Pública en los tres órdenes de gobierno y el Poder Judicial de la Federación y locales, lo cual por desfortuna ha servido de muy poco en la defensa de los derechos de las mujeres, con sus grandes excepciones como en todo.

Alguien como tú, está convencida que muchas de ellas han usado el discurso feminista para obtener beneficio personal, pues a la hora de ponerse la camiseta y defender a una congénere que es víctima de violación a sus derechos humanos, se hacen las desentendidas, es más hacen equipo con el sistema patriarcal o no hacen nada, que es lo peor pues no se definen.

Ser feminista no significa sonreír y simular empatía cuando se requiere del apoyo de la otra, ser feminista es estar siempre, en las buenas, en las malas y en las peores, ser feminista es honestidad con nosotras mismas, es advertir que la rueda de la fortuna puede cambiar y hacer evidente la vulnerabilidad de nuestro género.

Algunas y algunos al respecto opinan que este desencuentro entre las féminas es en virtud de su propia naturaleza, a la manera que fueron educadas en la niñez, esto es, cuando niñas les enseñaron que otra niña era su rival, debían llevar el mejor vestido y peinado a la fiesta para ser la más bonita, debían ser la mejor en la clase de baile y competir por un mejor lugar en cualquier ámbito y si no se lograba, que el triunfo fuera de un hombre pero nunca de una mujer, o sea, ver a otra en desgracia es un logro.

Alguien como tú ha puntualizado que la solidaridad, la hermandad, la sororidad entre mujeres no se platica…¡se ejerce!, el mensaje no ha llegado a muchas, siguen actuando como si la fortuna les fuera a brillar siempre, su feminismo llega hasta donde la incomodidad del patriarcado lo permite.

El feminismo auténtico no se detiene, va paso a paso, con piedras en el camino que debe apartar, con vallas y muros que debe derribar, pero nunca declinará.

 

 

 

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