El Feminismo

**Alguien como tú. 

/ Gladys de L. Pérez Maldonado /

Hace algún tiempo alguien nos dijo que el feminismo era un tema de moda, inimaginable nuestra reacción de sorpresa que en pleno siglo XXI, después de tanto camino recorrido por las mujeres para alcanzar la dignificación de sus derechos humanos, aún se considere que el movimiento de las féminas es casual, es hormonal y quizás con el tiempo se invisibilizará.

Hablar de feminismo, conlleva a entender que las feministas no somos mujeres felices porque no podemos encontrar marido, o que las feministas odiamos a los hombres, que odiamos nuestra cultura por haber sido educadas sumisas y obedientes, que la feminista no lleva maquillaje, que siempre está enojada, que únicamente viste pantalones, que no tiene sentido del humor, que no expresamos nuestros sentimientos, que no lloramos, que quiere empoderarse y/o dignificarse para ejercer fuerza y poder sobre los hombres, que la feminista quiere tener pene y no vagina, la palabra feminista esta sobrecargada de connotaciones, pero todas connotaciones negativas.

Ser feminista es tener conciencia que por el solo hecho de existir, de Ser y estar aquí, ostentamos el derecho natural de ser tomadas en cuenta con respeto de nuestros Derechos Humanos en la sociedad, que no somos artículos domésticos estereotipados a la privacidad de nuestros hogares, aunque antes lo hayamos aceptado de esa forma por haberse hecho costumbre.

Los movimientos emancipadores de nuestro género han sido exitosos, se obtuvo el reconocimiento de la igualdad e importantes avances académicos.

Basta recordar que hace mas de un siglo las mujeres no teníamos acceso a las instituciones académicas, la sociedad se asombraba cuando una fémina estudiaba, leía un libro o participaba en pláticas “encasilladas” para varones. Los roles sociales fueron segregando a la mujer a las labores domésticas y al cuidado de los hijos o hermanos menores. Esto trajo como consecuencia una intensa dedicación familiar, que rinde frutos positivos en el comportamiento y educación de los nuestros, no obstante los varones aprovecharon la coyuntura para delegar esta importante responsabilidad a las mujeres de la familia. La misma gente delimitó los deberes: los varones proveedores de suministros y las mujeres administradoras del hogar. Así de simple.

Afortunadamente, la exclusividad de roles sociales se siguen superando positivamente a favor de una sociedad igualitaria. Hoy, la mujer participa activamente en lo político, en lo jurídico, en lo económico, lo cultural, lo social y seguimos siendo madres, hijas, esposas, profesionistas, proveedoras en el vínculo familiar, todo en conjunto y administrando los tiempos. Aunque, hay que reconocer que en esto seguimos siendo minoría.

Los avances en este tema, aunque no son suficientes, vienen generando cambios frente aquellos personajes que detentan el poder, ya sea en la administración pública o privada, ya que muchas de las veces sienten vulnerabilidad con nuestra presencia al no estar preparados para reconocer que en la igualdad de circunstancias podemos tener los mismos privilegios.

No obstante, lo que si esta de moda es que cualquier persona hable de los derechos de la mujer, de la igualdad de oportunidades entre los géneros, del empoderamiento y/o dignificación de la mujer, sin conocimiento alguno de la historia feminista y de la Teoría de los Géneros, y esto si nos debe ocupar en nuestras reflexiones.

Los años de lucha feminista no son pocos. Que esa lucha no se relacione con un enfrentamiento con el género masculino, que el empoderamiento y/o dignificación de la mujer sea una lucha con cada una de nosotras para demostrar que tenemos el mismo valor como personas, el mismo nivel y capacidad de inteligencia y responsabilidad que nos corresponde a cada persona de acuerdo a nuestro género.

La lucha histórica de muchas mujeres han ocupado y dejado una vida por la causa de nosotras. Ellas exigieron cambios con valor y decisión, como mujeres comunes, pero que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de los derechos de las mujeres.

La lucha por la igualdad, que ha llevado al surgimiento de la Teoría de los Géneros, no es un tema acabado, debemos seguir abordándolo con profesionalismo, dedicación, constancia y sobre todo con absoluta responsabilidad, pues el solo hecho de ser mujer no nos dota de conocimientos para hablar de bote pronto sobre el tema y lejos de ayudar, desinforman o confunden a la audiencia en relación al movimiento feminista.

La historia es un parte aguas de lo que fue, lo que se hizo, lo que se alcanzó. Eso permite relanzarnos hacia el mundo y manifestar qué deseamos como mujeres, como madres, como hijas, como esposas, sin importar el rol que desempeñemos.

Ser feminista nos debe enorgullecer, implica que luchamos día a día por el respeto y la dignificación de nuestros Derechos Humanos.

Antes de hablar de feminismo, se debe estudiar la historia para no estar condenadas al fracaso porque todos los días se hace historia, las mujeres somos historicidad.