**Prosa aprisa.
/ Arturo Reyes Isidoro /
El senador con licencia y alcalde de Xalapa Ricardo Ahued Bardahuil se guisa aparte.
Es político, más político que quienes se consideran verdaderos políticos, aunque muchos no lo acaben de ver como un político, no al menos con la imagen del político tradicional.
En efecto, salió de las filas ciudadanas, si bien cobijado por las siglas del PRI, pero nunca actuó como los políticos tradicionales del PRI ni menos se encasilló en la figura del típico político tricolor.
En este espacio y en muchos otros espacios periodísticos ha quedado registro de su actuación singular caracterizada por su actitud personal de respuesta positiva a su compromiso con quienes le han depositado la confianza en las urnas.
En el PRI ejerció la crítica y la autocrítica, disintió en forma abierta del poder constituido, al que pertenecía, y actuó en consecuencia. En su momento, votó como diputado local en contra de iniciativas del propio gobernador Javier Duarte.
A su paso por primera vez por la alcaldía de Xalapa dejó una muy buena imagen, de lo que me ocupé en una columna con el encabezado “Carta a Ahued”, que publiqué hace 15 años y que reproduje recientemente.
Ya como senador de Morena, hizo suya la inconformidad de los consumidores veracruzanos de energía eléctrica, lo que lo llevó a que el 17 de abril de 2019 exhortara a la Comisión Reguladora de Energía a revisar las fórmulas y recalcular las tarifas en Veracruz.
No ignoraba que la titular de Energía, o sea, la responsable de todo el sector era su compañera de partido y senadora también con licencia Rocío Nahle, desde entonces ya, consentida del presidente, y que el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, era un incondicional y un protegido de AMLO.
El también empresario xalapeño, veracruzano por derecho propio, optó, sin embargo, por los intereses de sus representados. No le interesó quedar bien con aquellos, sino atender y luchar por los intereses de la población. Dio argumentos, no actuó con ocurrencias ni por ocurrencia.
Sostuvo entonces que Veracruz es el estado que más contribuye a la generación de electricidad en el país, ya que en 2017 generó el 12.1 por ciento del total nacional, además de que cuenta con la mayor capacidad instalada, que representa el 11.1 por ciento a nivel federal.
“Veracruz es una entidad superavitaria en energía eléctrica, con un factor de balance de 3.06, es decir que genera el triple de la electricidad que consume”, aseguró.
Señaló que el rezago social y la condición climática de la entidad lleva a los habitantes de los climas cálidos y húmedos del estado a usar aire acondicionado o ventilación, lo que aumenta el costo del consumo eléctrico en sus hogares y negocios.
No era la primera vez que defendía los derechos de los electores. Cosa de recordar que cuando se aprobó aquel polémico paquete fiscal para el año 2010, solo él, de los diputados federales priistas veracruzanos, votó en contra de que se aprobara el incremento del IVA del 15 al 16 por ciento. El resto de sus compañeros, encabezados en ese entonces por Javier Duarte de Ochoa, quienes en sus campañas habían dicho que se opondrían, faltaron a su palabra y compromiso con los veracruzanos y votaron a favor.
Despunta ya entre los mejores alcaldes del país
Las anteriores pinceladas que hago sobre su persona son porque apenas, de hecho, con un mes efectivo de actuación por segunda ocasión como presidente municipal de la capital veracruzana, se ha colocado ya en el sitio 19, con un porcentaje de 57.4%, de 60 alcaldes evaluados de las ciudades más importantes del país, en el 13º ranking de C&E (Campaigns & Elections México), revista destacada en el mundo de la comunicación que inició operaciones en Estados Unidos hace 30 años, luego abrió una edición impresa en Canadá y desde 2010 en México (No puedo dejar de mencionar que en la lista solo figura otro veracruzano, una mujer, Patricia Lobeira, del puerto de Veracruz, en el lugar 25 con 51% de aprobación).
Lo que C&E calificó fue el desempeño en recolección de basura, alumbrado público, mantenimiento de la ciudad, bacheo y atracción de inversiones. La encuesta, que la empresa califica como la más grande que ha realizado hasta el momento, la levantó entre el 6 y el 10 de febrero y la publicó apenas el lunes pasado. De hecho, pues, para el caso de Ahued, se calificó solo su primer mes de actuación, enero, por lo que es significativo y sobresaliente el lugar que ya ocupa.
Creo que para los xalapeños está por demás decir que en apenas sus primeros 30 días como munícipe, por sus resultados tangibles y visibles inmediatos, borró la muy mala imagen de la capital del estado que dejó la administración de su antecesor Hipólito Rodríguez Herrero, hasta ahora el peor alcalde que ha habido en la historia de Xalapa.
No es un alcalde más
Pero, comento en la línea inicial, a Ricardo Ahued se le guisa aparte. No se le puede ver como un alcalde más. No por la circunstancia de que si no es amigo si es conocido personal del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien le ha cobrado especial consideración por su seriedad, su trabajo, sus resultados, su comportamiento institucional y su compromiso con la gente, en especial con quienes menos tienen, pero en general con todos.
Hoy está claro, al menos para el columnista, que aceptó contender para su actual cargo por invitación (una invitación a ese nivel rebasa la sugerencia para convertirse casi en orden, pero no deja de ser una invitación especial, una distinción) del presidente Andrés Manuel López Obrador, con quien es su compromiso.
Sucintamente puedo comentar que se conocieron en campaña en 2018, que a AMLO le llamó la atención que en sus actos la gente le preguntaba por él, un día preguntó quién era, le informaron y pidió que en su próxima visita a Veracruz lo invitaran a acompañarlo. Hecha ya la relación, le hizo encargos y de la forma más discreta Ahued le cumplió y le entregó buenos resultados. Recién se había estrenado como senador, el presidente le anunció que iba a estar poco tiempo en el Senado porque pensaba invitarlo a su gabinete, como subsecretario de Economía. Compromisos y circunstancias evitaron que ocurriera aunque después le cumplió pero invitándolo a hacerse cargo de la Dirección General de Aduanas.
Aspirante que hace política pero trabajando
Ahued es otro aspirante a la gubernatura en 2024. Él nunca lo va a decir y tampoco lo aceptará si se le dice que así se le considera. Como alcalde electo, en una reunión con representativos de Xalapa, lo escuché decir que piensa concluir sus cuatro años como presidente municipal, esto es, que continuaría en su actual cargo hasta 2025. Aunque, como dice el dicho, uno pone y Dios dispone.
Por su actitud de no conflictuarse con nadie y menos de entrometerse en conflictos ajenos, finalmente ha ido venciendo reticencias de quienes no lo consideraban como un moreno puro, como se demostró el 31 de diciembre cuando rindió protesta, acto al que lo acompañaron tanto el gobernador Cuitláhuac García Jiménez como el delegado federal de Bienestar en el estado Manuel Huerta Ladrón de Guevara, quienes se mastican pero no se tragan, dos fuerzas opuestas dentro de Morena.
Poco dado a los reflectores mediáticos, más de trabajo callado pero efectivo, se esperan muchos y grandes logros de su trabajo. De entrada, ya dio muestras de lo que es capaz, como el significativo hecho de que para la construcción de sus primeras obras materiales logró el concurso y apoyo no solo de empresarios altruistas sino de los mismos vecinos, quienes dieron su aportación en efectivo, y eso solo es posible cuando se tiene credibilidad pero también confianza de la gente.
Al ciudadano nada lo convence más que los hechos. Ricardo Ahued está haciendo política sin hacer política, haciendo política de la buena, la del trabajo con resultados, y eso que, como lo advierten muchos, ha ido a medio gas porque no tiene recursos todavía y porque no acaba de recibir la administración ya que, según trasciende, ha encontrado muchas irregularidades de los anteriores, que le impiden lanzarse a fondo, hasta que no acabe de documentar todo para denunciar, a fin de salvar cualquier responsabilidad. Pero de que, en términos beisbolísticos, está en el círculo de espera, con el bat al hombro, por si el mánager necesita a un emergente, ni quien lo dude.
Ni una esquela, ni una sola
La noche del lunes falleció la expresidenta del Poder Judicial, Sofía Martínez Huerta. Es de todos conocidos la forma en que llegó al cargo, pero sobre todo en que la obligaron a dejarlo, con una saña solo propia del peor enemigo.
Presionada, la señora tuvo la valentía de denunciar por amenazas en su contra para que se fuera, tanto mediática como legalmente (el 3 de diciembre de 2020) ante la Fiscalía General de la República, al secretario de Gobierno Eric Cisneros Burgos. En venganza la sometieron a juicio político en el Congreso local y la destituyeron del cargo en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), donde además la inhabilitaron por cinco años como magistrada. En esa calidad murió.
Ante su inesperado deceso, en palacio de gobierno y en el TSJ no tuvieron la menor delicadeza, si no de lamentar su muerte, por lo menos de expresar su solidaridad a sus familiares, al menos para lavar un poco su conciencia por el despiadado trato que le dieron a quien en su momento fue una de los suyos (la actual presidenta del Poder Judicial, Isabel Inés Romero Cruz, también se prestó a la sucia maniobra).
Que en paz descanse doña Sofía.