El fraude a usuarios de la banca realizado por los propios bancos va en aumento en México.

#Opinion.

Cuentas opacas, amistades tortuosas.

Por Ulises Escamilla.

“Buenas tardes nos comunicamos del banco X para ofrecerle el producto Y, ¿es usted el señor W y tiene una cuenta con nosotros correcto?”

En México este tipo de llamadas es algo que se repite constantemente, y uno se pregunta ¿De dónde estas personas tienen tanta información sobre mi? Por ley los bancos o cualquier entidad que cuente con información confidencial debe protegerla, por desgracia desde hace años se documentó que las bases de datos con información sensible, pueden ser adquiridas en Tepito a plena luz del día.

https://archivo.eluniversal.com.mx/primera/34792.html

Otra historia que también escuchamos con frecuencia es que hay gastos no reconocidos que aparecen en los estados de cuenta o que el cajero automático no dio el dinero que debía dar, estas y otras fallas son el pan de cada día de usuarios y bancos. La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) estimó que en 2022 se implementaron más de cinco millones y medio de reclamaciones de los usuarios del sistema financiero mexicano.

https://www.buro.gob.mx/general_gob.php?id_sector=40&id_periodo=38

Una constante es que muchos de estos hechos los cuales pueden constituirse posteriormente como fraudes, se realizan en personas de la tercera edad, ya que al no tener o no entender cómo usar un App de su banco es difícil para ellos percatarse de movimientos sospechosos. Esto lo confirma el Lic. Michele Gonzalez del despacho MyM abogados especializados, “(…) de un total de 10 casos que recibo, 8 son por algún fraude financiero con un banco o contra alguna aseguradora porque no quieren pagar, en su mayoría estos casos son personas de la tercera edad.”

Este es el caso de la señora Luisa Juárez (no es su nombre verdadero, nos pidió cambiarlo) de 86 años de edad, Luisa comenta: “Un día mi sobrina revisó mi cuenta de banco y me hacían falta casi 40 mil pesos, ella fue a preguntar al banco dónde estaba ese dinero; el banco le respondió que yo me los había gastado en un motel en Querétaro. Mi sobrina procedió a realizar una reclamación en el banco, y no prosperó”. Por supuesto, la señora Juárez no había estado en un motel en Querétaro la noche del viernes, ella apenas puede caminar y claro que no pasa las noches de viernes en un motel.

En mi caso fui objeto de un ilícito parecido al de la señora Juárez, estaba de vacaciones con mis hijos en Valle de Bravo cuando me llegó una notificación al teléfono que me anunciaba que yo estaba sacando 10 mil pesos de un cajero automático en la Ciudad de México, (no tengo del don de la ubicuidad por si usted tenía esa duda) casi de inmediato me llegaron notificaciones de unas compras que yo tampoco había realizado

Llamé al banco para notificar lo que ocurría, la persona que me atendió (muy amable como ocurre siempre en estos casos) me comentó que los cobros todavía no se consolidaban, pero que el dinero en efectivo ya había salido de mi cuenta. Era viernes y los cobros se consolidaron hasta el lunes, es decir, el banco pudo detenerlos, pero no lo hizo. Al final se concretó una operación en mi contra por 60 mil pesos.

De acuerdo a datos de la la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) las reclamaciones suman un monto de poco más de 36 mil millones de pesos en 2022, esas son las reclamaciones que la Condusef tiene conocimiento, ya que muchas no son reportadas a la comisión, como el caso de la señora Luisa o el de Gabriel Cosio, productor de televisión.

Gabriel usuario de la banca móvil, recibió varias alertas por compras que estaban haciendo con su tarjeta, en ese momento llamó al banco para notificarlo, a lo que la empleada del banco respondió: “(…) pero está usted seguro de lo que está diciendo, seguro no está comprando nada, tiene usted la tarjeta con usted.” Gabriel estaba seguro que él no era la persona que estaba gestándose ese dinero, acudió a su sucursal y la reclamación no procedió. En su mayoría los bancos no se hacen responsables por estos fraudes, y es el usuario quien termina pagando.

Un estudio publicado por Signifyd (red de comercios electrónicos que agrupa a las principales plataformas de comercios electrónicos en el mundo) estableció recientemente que en México: “La presión de fraude e intentos de fraude dirigidos a los comerciantes aumentaron un 68% en junio de 2023 en comparación con abril del mismo año. Además, hubo un aumento del 106% en comparación con mayo de 2022.”

Fraude en E-commerce se Dispara en México: Aumento del 68%

Los diferentes ejemplos, cifras y estadísticas presentadas aquí nos pueden llevar a varias conclusiones, la que a mi me interesa poner a su consideración es que estos casos dañan un valor intrínseco de las sociedades, la confianza. Sin ella es casi imposible realizar cualquier actividad humana, confiamos que el camión llegará en la mañana para ir a trabajar, que nuestro profesor y compañeros de clase asistirán ese día a la escuela, confiamos en que al final de la quincena nuestro pago estará en nuestra cuenta bancaria.

Cuando se rompe la confianza las fibras que unen el entramado social se ven profundamente dañadas y sin ellas es muy complejo o casi imposible que cualquier actividad humana se pueda realizar. Parafraseando al sociólogo Niklas Luhmann, la confianza se orienta hacia el futuro, es decir gracias a la confianza los individuos realizan acciones que saben o creen saber cómo resultarán, esperar el día de pago, esperar el camión, llegar a la hora acordada, estas acciones activan la confianza y las sociedades pueden realizar acciones encaminadas a su mejoría, cuando la confianza no puede activarse correctamente, da paso a un valor intrínseco que nadie quiere tener cerca, la desconfianza.

De acuerdo al Fondo Monetario Internacional, México es la economía 15 del mundo, sus servicios financieros distan todavía mucho de ser lo que una economía de este tamaño debiera tener. Que los bancos mejoren es responsabilidad de usuarios, prestadores de servicios, autoridades regulatorias y los encargados de la creación de las leyes.

Por desgracia los mexicanos tenemos el fantasma del FOBAPROA en la memoria colectiva, ese es uno de los factores que está ahí, acechando la confianza y activando la desconfianza en el sistema financiero, nadie en este país quiere que esos acontecimientos se repitan, pero su fantasma recorre el territorio nacional a casi 30 años de su dolorosa existencia. Si no somos capaces de combatir su recuerdo, la situación por la estamos atravesando puede nublar el horizonte de nuestro sistema financiero.

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