El gobierno de Durango guarda silencio ante el asesinato de un periodista .

*NEMESIS .

/ Fernando Meraz Mejorado /

Un periodista fue arteramente asesinado por el crimen organizado en Durango, y a cinco días del crimen, el aparato gubernamental, ese que cuesta una fortuna y saquea impune las arcas públicas, guarda un silencio sepulcral.

En una oscuridad nauseabundo, se intenta minimizar el hecho y nada habla de la felonía del crimen que estremeció a la sociedad.
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Tácticamente los sicarios cometieron un error. Al asesinar al periodista, hicieron pública la información que ocultaban sobre la guerra sorda hasta ahora, entre cárteles del crimen organizado.
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Hoy, en ciudades y poblados, se respiran nuevamente el miedo y la zozobra. El crimen despertó una sorda irritación, una rabia que cala hasta la médula, como el frío de este invierno adelantado.
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Sin embargo, el mutismo oficial no durará mucho. Miguel Ángel Beltrán, en su último reporte, dejó datos y huellas precisas para identificar a los posibles autores de su propia muerte y el contexto que generó su asesinato.
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En Durango estarán investigadores federales de México y Estados Unidos, como establece el convenio binacional contra el narcotráfico y crímenes contra periodistas, quienes difundirán toda la información y abrirán nuevas pesquisas.

Y quienes hoy debieran estar investigando, miran para otro lado, en una actitud de mezquindad que los equipara con los siniestros verdugos.
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En lugar de informar sobre el caso, o de acercarse a la familia del periodista con solidaridad y apoyo, la autoridad local opta por el silencio y la indiferencia.

Este silencio ha sido tomado por la gente como una forma de cómplicidad con los autores materiales del hecho quienes “soto voce”, todo mundo conoce en Durango.
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La muerte de Miguel Ángel Beltrán no será en vano. Su legado de verdad y justicia seguirá resonando, y quienes intentaron silenciarlo serán condenados para siempre por este crimen de lesa humanidad.