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/ Escrito por Lucía Lagunes Huerta /
La crisis de desapariciones en México tiene años, en el caso concreto sobre las mujeres la evidencia la tenemos desde los años 90 cuando Esther Chávez Cano, levantó la voz en Ciudad Juárez para advertir que algo muy grave estaba pasando con las mujeres en su ciudad, porque no era normal, ni entonces ni ahora, el asesinato de mujeres, la mayoría de las víctimas habían sido desaparecidas, pero nunca fueron buscadas por la autoridad.
Muchas como hoy se quedaron sin ser identificadas ya sea porque eran migrantes de alguna otra entidad o de otro país, al final quedaron abandonadas y triplemente desaparecidas en alguna fosa común de Chihuahua, primero desaparecidas por sus captores, después por el abandono institucional y al final desaparecidas por el olvido social.
La negligencia institucional de años dejó crecer el fenómeno de la desaparición en nuestro país hasta llegar a la crisis humanitaria que hoy tenemos y que el hallazgo por las madres y familias buscadoras en Teuchitlán, Jalisco es la prueba de la renuncia institucional frente a las desapariciones.
En 2024 cada día 10 mujeres fueron desaparecidas, la mayoría jóvenes de entre 15 y 19 años y de acuerdo con Data Cívica, desde Felipe Calderón y su política de la guerra contra el narco la posibilidad de ser víctima de desaparición forzada siendo mujer es 47 veces mayor, así de grave la crisis humanitaria en nuestro país.
Cuando la académica feminista Marcela Lagarde, siendo diputada dio a conocer el informe diagnóstico sobre femenicidio en México en el año 2006 una de las conclusiones fue la falta de coordinación entre las instituciones y las entidades federativas para hacer frente a la desaparición de mujeres y niñas, además, del desdén de las autoridades para buscarlas y hallarlas con vida.
De eso tiene 18 años, el informe entonces mostraba que ninguna autoridad estaba ocupada por encontrar a las mujeres y niñas cuando eran reportadas como desaparecidas por los prejuicios sexistas que aún perduran, como creer “que se fue con el novio y está a salvo”.
Cuando eran localizadas sin vida la indolencia por las víctimas se hacía presente en las instituciones. También el dolor de las madres y de las familias completas se hacía presente.
Por esos las madres y familias buscadoras tienen tanta rabia, porque son años acumulados de omisiones y maltrato, por eso les indigna tanto que la primera mujer presidenta no sea empática con el dolor de otras madres, y como ellas señalas en un comunicado de los colectivos dirigido a la mandataria “usted parece no querer voltear a vernos: no nos nombra, parece no escucharnos y no se dirige a nosotras”, así de claro lo tienen.
Los gobiernos de los últimos seis sexenios, incluido el de Claudia Sheinbaum, sabían de la gravedad de las desapariciones, de las falencias institucionales y no tomaron en serio el dolor ni la vida de las y los ciudadanos a los cuales dicen responder.
Por ello es mucho más ofensivo el descubrimiento de las madres y familias buscadoras en el rancho Izaguirre, en Jalisco, porque es la constatación que, desde la federación, la entidad y el municipio lo sabía y no hicieron nada para evitarlo.
Cuántas mujeres y niñas de las 13 mil reportadas como desaparecidas en 2024 están en ese rancho o en alguna de las 5 mil 698 fosas clandestina que la Comisión Nacional de Búsqueda reconoce hasta abril de 2023.
Lo que no pueden decir las autoridades, es que no sabía, que no había evidencia, lo sabían, lo saben y no les importó.
Recordemos que el compromiso del ex presidente Andrés Manual para con las buscadoras fue que se acabaría la simulación en materia de búsqueda, así lo refrendo a sus 100 días de su mandato la entonces Comisionada Karla Quinta el 28 de mayo de 2019.
Y más aún, Quintana aseguró que el compromiso del Gobierno de México era brindar los recursos necesarios en la búsqueda de personas y en la identificación de los cuerpos que no lo estén, así como el impulso para crear las Comisiones locales en todas las entidades federativas, nada de esto se cumplió.
Las buscadoras siguieron solas e incluso fueron asesinadas.
La poca institucionalidad creada la echaron abajo.
Y en ese mismo lapso la desaparición de mujeres se incrementó 161.6% según datos del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia.
Hacer uso político del dolor ajenos es “ruin, poco ético e inmoral”, señaló Claudia Sheinbaum siendo jefa de gobierno cuando la tragedia de la Línea 12, la misma frase habría que traerla ahora para recordar el dolor ajeno de las madres buscadoras, el cual no debe ser usado para deslindar responsabilidades de los gobiernos.