El invisible trabajo tóxico .

Peniley Ramírez

Hace meses, Otis devastó Acapulco. Comenzó como siempre, como una insípida tormenta tropical. Luego, casi nadie estaba alerta. En el curso de un anochecer, mutó a huracán categoría 5. El viento arremetió contra casas, escuelas, hoteles. Parecía como si al puerto lo hubiera azotado un terremoto. Los lugareños, que viven del turismo, han limpiado como pueden los escombros. Lo han hecho con las manos, sin protegerse, sin trajes especiales ni cubrebocas de impacto. Y han enfrentado enemigos tóxicos, de los que casi no se habla y que han azotado otras playas, además de Acapulco.

En 1998, el huracán Mitch destrozó una parte de Honduras. La pobreza aumentó. Algunos hondureños, entre ellos Santos, migraron al norte. Unos años más tarde, su hermano Mariano alcanzó a Santos en Estados Unidos. Desde entonces, ambos encontraron que les convenía limpiar los escombros. Es un trabajo que se paga pronto, hay pocas reglas y, con el cambio climático y duros huracanes cada año, hay mucha chamba. Lo más importante: los patrones emplean a trabajadores indocumentados.

Desde el huracán Katrina, en 2005, Santos y Mariano han trabajado en los escombros de cada huracán que ha cruzado EU. En algún momento sospecharon que había algo raro, porque los trabajadores “blancos” (los estadounidenses) entraban a las zonas de desastres vestidos como si fueran a la Luna, con trajes que los cubrían casi por entero, cubrebocas y equipo de protección. Los hermanos, en cambio, iban con tenis, jeans y playeras, como si estuvieran limpiando un jardín. Cuando cuentan estas diferencias, y cómo entraron a limpiar sin entrenamiento, Santos y Mariano se encogen de hombros y dicen, con tono resignado, que han estado “en las manos de Dios”. Hace unos años, sus cuerpos han comenzado a resentirlo.

En un desastre natural, como Otis o Katrina, las sustancias más tóxicas que enfrentan los limpiadores son moho, asbestos y plomo. Cuando una persona limpia estructuras con esas sustancias y no se protege, el daño cala sobre todo en el sistema respiratorio. A los trabajadores les da una tos seca, que a veces no les permite hablar. Tienen que dejar de jugar futbol en sus ratos libres con sus amigos, porque se ahogan. En la noche, despiertan porque les sangra la nariz. Durante años, muchos mexicanos que han migrado a EU han encontrado el sustento haciendo estos trabajos. En México, muchos limpian después de los desastres sin que nadie cuente sus historias.

En los últimos meses, el equipo de periodismo que dirijo trabajó en “Labor Tóxica”, una profunda investigación sobre este problema. Ayer, publicamos el documental en audio. Un grupo de reporteras, productoras y editoras del Center for Public Integrity, Futuro Investigates y Columbia Journalism Investigations entrevistó a trabajadores migrantes indocumentados que han sufrido las consecuencias en su salud por este trabajo tóxico. Revisaron documentos, hablaron con los funcionarios de gobierno que deberían proteger a los trabajadores, y no lo hacen, porque casi no les dan dinero ni personal para supervisar a las empresas. Cuestionaron también a las grandes compañías que se benefician del negocio multimillonario de la limpia post-desastres. Desde la cúspide de esta industria, los empresarios dicen que ellos no tienen nada que ver con los trabajadores, que no los conocen. Y esto es verdad, porque entre trabajadores y consorcios multimillonarios hay varias capas de empresas contratistas, intermediarios y laxas reglas de gobierno.

En este lado de la frontera, después de los desastres, desde huracanes hasta terremotos, lo que hay es un silencio sepulcral, desde la prensa hasta las organizaciones y los gobiernos. No sabemos qué pasa con esos trabajadores, ni qué están viviendo.

Antes de vivir en EU, creía que historias como las de Santos y Mariano no sucedían en el país más rico del mundo, donde llaman al Presidente “el líder del mundo libre”. Por eso el periodismo importa, para contar que el cambio climático es real, la migración por desastres naturales está creciendo, que los abusos a estos migrantes y los peligros no terminan cuando han cruzado la frontera. Y también, que hay mucho por investigar, también de este lado.

@penileyramirez

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