Guadalupe Loaeza
Uno de los muchos consejos que le dio Andrés Manuel López Obrador a Rosario Robles, recién nombrada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como jefa de Gobierno, fue: “enfrenta los problemas, no los rehúyas”. Desde entonces, la ex secretaria de Sedesol y Sedatu no ha dejado de meterse en problemas, pero sin rehusarlos. Es cierto, Robles siempre ha dado la cara, a tal grado que al ser aprehendida por el caso de “La Estafa Maestra” se presentó ante el juez de manera voluntaria. Ahora, después de un año y tres meses de estar en la cárcel, ha hecho lo mismo, decidió acogerse “al criterio de oportunidad para convertirse en testigo protegido y aportar pruebas sobre el desvío de recursos de Sedesol y Sedatu…” (Reforma).
Todos tenemos un karma, pero el de Rosario Robles ha sido determinante en todas las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida, que bien podría inspirar una telenovela (malona, de esas que pasan a las 4:00 pm en TV Azteca). ¿Por qué se metió a la política en un partido de izquierda?, ¿por qué se enamoró de Ahumada, a sabiendas de las terribles consecuencias que podría acarrear semejante aventura?, ¿por qué se cambió al PRI, a pesar de su ideología?, ¿por qué cayó en las redes de la corrupción representada por un presunto desvío de más de 5 mil millones de pesos? Y por último, ¿por qué creyó en Peña Nieto, a pesar de que le dijo públicamente: “no te preocupes, Rosario” cuando ni siquiera el expresidente ha intentado ponerse en contacto con ella? Todos estos eventos tienen que ver con su karma: “la mayor parte de nuestra vida la pasamos completando el destino, que se crea por nuestros karmas o acciones en nuestras vidas pasadas. (…) cada acción positiva que hacemos genera un ‘mérito’, mientras que cada acción negativa genera un ‘demérito o pecado’, cuyos frutos cosechamos posteriormente ya sea con felicidad o infelicidad”. (Spiritual Science Research Foundation). No hay duda, el año que lleva Rosario Robles en la cárcel de Santa Martha Acatitla, ha sido muy infeliz. Seguramente piensa que nadie de sus congéneres priistas la ha apoyado, que se han olvidado completamente de ella, sin importarles que pueda acabar con 40 años más tras las rejas y sin derecho a fianza. Según su abogado Epigmenio Mendieta, Rosario “está desesperada, enferma y se siente traicionada”.
Dice Mariana Moguel, hija de Robles, que su madre ha pasado más de un año presa, tejiendo, leyendo y escribiendo. ¿En qué pensaba mientras tejía en punto de arroz, tal vez, una bufanda para su hija? “¿Para qué diablos me metí en la cochina política si estaba muy contenta dando clases en la Facultad de Economía? ¿Para qué me incorporé al sindicato de la UNAM? Claro, entonces era muy joven y tenía mucha energía, hasta me pusieron el mote de La Hormiga Atómica. Así me llamaban, ha de haber sido por chaparra. Fue Adolfo Gilly quien me metió tantas ideas en la cabeza. Todo el mundo me ha abandonado. Mientras tanto yo, con mi hipertensión y mi sinusitis. He adelgazado diez kilos. ¡Ah!, pero ese Andrés es capaz de mandarme otra vez a la cárcel. Así es él. Y eso que lo apoyé para que llegara a la Jefatura del Gobierno. Claro que él me nombró secretaria de Organización del CEN perredista. ¿Y todo para qué? ¿Para que terminara renunciando al PRD por culpa de los videoescándalos? Ay, Carlos (Ahumada), si supieras que todavía te extraño. Me hiciste tan feliz, gracias a ti, supe lo que era ser mujer. Gracias a ti, conocí la República Dominicana, donde me invitaste en un jet privado, y gracias a ti, descubrí el hotel más bonito del mundo, donde cenamos, tú y yo, a la luz de las velas. Nunca entendí por qué en tu libro, Derecho de réplica, me describes como una mujer ‘obsesionada con ser presidenta de la República’. Mentira, yo nada más estaba obsesionada contigo. Bien sabes que a mí no me interesaba el dinero, ni los coches BMW, ni la ropa de marca, ni las joyas, ni los departamentos de lujo. Es cierto que me gusta el poder, por ello ahorita estoy pagando con creces, todo por culpa de los priistas corruptos. Así le va a ir a Videgaray, ahora que hable con la verdad… No mentiré para obtener mi libertad. No quiero salir por la puerta de atrás. Seguiré luchando por las causas legales porque soy inocente. Te lo juro que no me quedé con un solo peso del dinero desviado. ¿Verdad, mi amorcito, que soy inocente…? Derecho, izquierdo; derecho, izquierdo…”.