/Héctor De Mauleón/
En un inaudito abuso de poder, con una bajeza y una falta de escrúpulos que tal vez no se había visto en la historia reciente de México, en absoluta violación a la Ley de Protección de Datos Personales y como banderazo de salida de una mezquina y brutal campaña de acoso y difamación, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador difundió el viernes pasado un expediente que contiene información personal y privada de la presidenta de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, María Amparo Casar –así como de la familia de esta.
Era difícil de creer, incluso en lo relativo a un presidente que no tiene empacho alguno en transitar de ruindad en ruindad para llegar a cabo sus venganzas políticas. Fue, también, la respuesta a la reciente aparición de un libro de Casar, “Los puntos sobre las íes. El legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó” (Debate, 2024), que pesará como una losa en la imagen que López Obrador anhela dejar para la historia: una suma de datos comprobables, registrados, inobjetables, que prueban el proceso de destrucción y erosión de la democracia que ha significado para México el gobierno de AMLO.
El demócrata, el humanista, el descendiente de Morelos, Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas que ha dedicado más de tres mil “mañaneras” a exaltar su persona y su lugar en la Historia, que ha dedicado entre dos y tres horas diarias a mentir sobre el verdadero estado en el que se encuentra el país, que ha dejado registro audiovisual de la manera en que tuerce, falsea e inventa, que enloda las voces discordantes mediante la calumnia y la difamación, que ha insultado a los integrantes de los otros poderes, que ha atacado contrapesos construidos durante medio siglo, que ha convertido el odio en la marca de agua de su gobierno, que ha vilipendiado organismos de la sociedad civil, así como organismos internacionales, que ha derrochado dinero de la nación en caprichos y ocurrencias sin futuro, que ha hecho un lado el conocimiento científico: ese personaje queda plenamente retratado a lo largo de 229 páginas que no hacen sino reunir información pública para ordenarla en un horizonte que revela de golpe la historia del sexenio.
Casar va reuniendo pistas de lo que el país vivió entre diciembre de 2018 y diciembre de 2023. La historia de un sexenio que no reconoce errores, negligencias ni actos de corrupción, la historia de un gobierno en el que no hay responsables de los mayores yerros, y que sigue culpando a administraciones anteriores mientras defiende y protege a sus leales, que saben que nunca serán investigados:
“Segalmex, Pemex, Delfina, Línea 12, CFE, AIFA, Tren Maya, SEP, Instituto y agentes de migración, SedenaLeaks, Secretaría de Salud…”, enumera la politóloga.
En la administración de López Obrador, escribe Casar, privaron “la (des)institucionalización, la ilegalidad, la impunidad, la (des)información, la incompetencia y la incongruencia”.
Cada una de esas íes es desentrañada en los capítulos del libro: el debilitamiento deliberado de las instituciones mediante su eliminación o sustitución, mediante su captura o su estrangulamiento financiero, así como a través del daño a su reputación: del Conacyt al CIDE, de la CNDH a la CRE, de la Suprema Corte de Justicia a la Cofece, el IFT y el Inai, del Tribunal Electoral del Poder Judicial al INE.
Un modus operandi, escribe Casar, que le ha permitido a AMLO concentrar el poder y gobernar con el menor número posible de restricciones.
El “no me vengan con que la ley es la ley” y las constantes violaciones a la Constitución que han permitido al presidente dar rienda suelta a su pulsión autoritaria bajo el pretexto de encarnar la voz del pueblo y para erigirse en el poder de los poderes. La impunidad que ha rodeado a sus hermanos, a sus hijos, a sus familiares, y a sus cercanos (ahí está el desvío de más de 15 mil millones de pesos en Segalmex, que terminó con la exculpación de Ignacio Ovalle porque “es buena gente” que “se dejó engañar por priistas de malas mañas, acostumbrados a robar”).
Las “mañaneras” y el mundo de “los otros datos” que han permitido a López Obrador agrandar los espacios de opacidad y desinformación, y crear una narrativa propia, mediante el recurso de emitir en estos años más de 100 mil afirmaciones falsas o no verdaderas. El abuso de poder, entre “la prédica y la pedrada”, y el acoso y la difamación, que tienen como fin segar y desautorizar las voces discordantes: una forma de coartar la libertad de expresión.
Y finalmente, la incompetencia como rasgo central de su gobierno, el famoso “90% de lealtad, 10% de capacidad” que ha llevado a un puñado de ineptos a puestos cruciales de la administración, así como la permanente incongruencia entre lo que López Obrador dice y termina haciendo.
La carga de información contenida en el libro ―un recordatorio de todo lo que se ha destruido a cambio prácticamente de nada— suscita en el lector una sensación creciente que se parece mucho a la indignación.
Si eso provoca en el lector, ¿qué habrá provocado tras los altos muros del Palacio Nacional? Lo que provocó está a la vista: un pasaje que cómodamente podría figurar en el libro de María Amparo Casar para culminar el retrato de un gobierno tóxico, protagonizado por un personaje tóxico como pocos.
Es el libro que permitió que, en una sola “mañanera”, López Obrador mostrara lo peor de sí. La pesadilla que acompañará los días finales de su gobierno.