/ Guadalupe Loaeza /
Para Tununa, Oliverio y Magdalena.
Si alguien me enseñó a ver a través de “el ojo de la aguja” como se llama un poema de Noé Jitrik, fue precisamente él, mi maestro, no nada más en lo que se refiere a la literatura, sino a la vida. Gracias a sus enseñanzas comprendí la importancia de leer bien; comprendí el objetivo de la lectura y detectar los diferentes tipos y niveles de lectura. “La lectura crítica es una lectura deseable a la que debería de tender de modo que llegue a ser la lectura de todos”, escribió en uno de sus múltiples ensayos. Después de pasar casi un mes en su casa de campo, en un lugar llamado “La Estancia” cerca de la ciudad de Córdoba, gracias a nuestras conversaciones interminables acerca de lo que significaba la estructura de una novela, pude darle una voz mucho más clara y definida a Sofía, la protagonista de mi primera novela: Las Yeguas Finas (2003). Nunca olvidaré esos maravillosos días, en los que observaba a Tununa y a Noé jugar scrable como si hubieran sido dos adolescentes, también leíamos en voz alta los espléndidos cuentos de Tununa Mercado, cocinábamos deliciosos asados y conversábamos hasta las altas horas de la noche a propósito de sus años de exilio, a causa de las bandas fascistas de la AAA (Alianza Anticomunista Argentina) en México, de 1974 a 1987. Recuerdo que dormía en una habitación que daba al jardín y que en el ambiente flotaba un olor a flor de naranjo, como antiguo y nostálgico. Recuerdo que los desayunos eran deliciosos, con pan casero, mermelada de grosellas negras y el tradicional café argentino. Y recuerdo que nos reíamos mucho por mi compulsión de mis compras, ya que en ese año el peso argentino estaba regalado. “Gracias a ti, vas a sacar adelante la economía de mi país”, me decía con su característico humor. Si algo le gustaba a Noé era compartir el buen humor con amigos, las anécdotas alrededor de los intelectuales y artistas que conoció en México, los chistes políticos y la comida mexicana.
La trayectoria literaria y académica de Noé Jitrik es sumamente extensa entre novela, poesía, ensayo, cuentos y novelas autobiográficas. En 1981, ganó el Premio Xavier Villaurrutia por su novela Fin de ritual. En 1993, fue condecorado como Caballero de las Artes y las Letras en Francia, donde impartió clases en la Sorbona y vivió de una manera muy intensa, el mayo de 1968. En 1996, fue nombrado profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires. En el 2021, fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Una de sus grandes hazañas literarias fue la portentosa colección Historia crítica de la literatura argentina de 12 volúmenes. Sin duda, era el maestro de los maestros de literatura de muchas generaciones. Hay que decir que el crítico literario, nacido en La Pampa el 23 de enero de 1928, fue uno de los candidatos al premio Nobel de Literatura, a través de una carta enviada a la Academia Sueca, firmada por un grupo de artistas, escritores e intelectuales, como Luisa Valenzuela, Mempo Giardinelli, Luis Felie Noé, Elena Poniatowska y la chilena Diamela Eltit. La carta decía: “La obra literaria de Noé Jitrik ha combinado, de modo seminal y alumbrador, una ética social con un compromiso político hecho de desafíos asumidos contra el terrorismo de Estado que sufrió su país y Latinoam…