El poder absoluto nubla por principio

Jorge Francisco Cabral Bravo

Con enorme prudencia, algunos observadores de la vida política del país se han preguntado ¿por qué poco a poco se va pasando la euforia del triunfo y el shock de la derrota? El frenesí electoral dio paso a diferentes expresiones ideológicas, los colores, el partido defendido, pero sobre todo a la madurez de los actores políticos.

Lo que resulta hasta de risa es la cantidad de camaleones, de advenedizos, como veletas girando a causa del viento político, viento que sopla en diferentes direcciones.

Lucio Anneo Séneca dijo: “No hay viento favorable para el barco que no sabe a dónde va”, frase que seguro aplica para quienes portan la bandera de la incongruencia, para quienes malbaratan su voluntad y son sólo eso, veletas políticas.

En medio de la tempestad es hora de fijar dirección para llegar a buen puerto, fijemos el rumbo que queramos como país, es tiempo por el bien de todos, de participar, de tomar cada quien su remo e impeler en la misma dirección sin cambiar el rumbo a causa de una ligera brisa.

No se trata de oponerse, no se confundan, no es tiempo de obstaculizar, vienen maneras diferentes de hacer las cosas, viene para otros la oportunidad de hacer.

Estamos a un mes de que comience formalmente el proceso electoral de 2021 y tendremos un episodio relevante que influirá en el curso de esta elección.

Ya tenemos los cuatro consejeros electorales del INE. Por varios meses, muchos escépticos consideraron que, dado que Morena y sus aliados tienen mayoría calificada en la Cámara de Diputados, habrían de instrumentar un proceso para colocar a incondicionales, como parte del órgano de gobierno del INE y avanzar en su control.

Para sorpresa de quienes así pensaban, se realizó un proceso impecable que condujo a los prospectos a ocupar esas cuatro posiciones.

Probablemente el mejor indicio de que están bien conformados fue la reacción de un grupo por cierto minoritario de Morena, así como del PT. Es obvio que no serán del gusto de todos los legisladores ni partidos. Pero se respetó la institucionalidad de un proceso que, de haberlo decidido así Morena, podría haber apabullado e impuesto a un grupo de incondicionales.

La señal me parece extraordinariamente importante. El proceso electoral del 2021 que comenzará legalmente en septiembre será crucial para el futuro político de México. Creo que quienes piensan que las batallas electorales que vienen podrán ser ganadas por los logos, emblemas y “marcas políticas”, se equivocan por completo.

El proceso de elección que se asoma va a ser esencialmente de personas.

Por primera vez en la historia tendremos la elección concurrente de un número tan elevado de cargos. Serán 15 gubernaturas, 29 congresos locales y en 18 entidades habrá elecciones municipales. Y claro, desde luego 500 diputados federales.

Y, cuando el ámbito local cuenta, los ingredientes nacionales del proceso disminuyen y por tanto, adquieren más relevancia las personas, por su cercanía con los electores.

Olvídense de los partidos. El próximo año pesarán muy poco. Lo más importante serán los nombres propios de los diversos candidatos.

Hay indicios, ojalá no me equivoque, de que contaremos con un árbitro imparcial y con autoridades que aplicarán la ley. Y, además tendremos una competencia electoral cerrada en la que, si ganara Morena, lo haría porque las fuerzas políticas opositoras no tuvieron capacidad de generar respaldo suficiente.

Faltan muchos meses aún y demasiadas cosas pueden pasar, pero quizá los presagios más pesimistas, que anticipaban el fin de la democracia mexicana desde estos comicios, se van a quedar sólo como malos augurios.

El tiempo que nos queda hasta el día electoral es nuestra última oportunidad para decidir sobre el futuro mexicano. Para resolver nuestro éxito o nuestro fracaso. Para surtir a México el éxtasis o el desastre.

Es nuestra “última llamada”. Decía Juana de Arco que escoger a veces incomoda, a veces duele y a veces aterra.

En los asuntos de la política, al final todos tenemos la razón.

La diferencia entre unos y otros, es que algunos la hemos tenido cuando todavía estamos a tiempo y otros la pueden tener cuando ya no hay remedio.

En el desenlace de una elección importan por quién gana, pero también por quién pierde. En una democracia, en teoría el carácter de la oposición pesa tanto como la disposición y mandato de quien accede al poder.

En el contexto al combate a la corrupción se requiere de imparcialidad, en eso coincide la literatura más reciente sobre este tema. Cuando un gobierno toma decisiones que tienen una intención que va más allá del llano cumplimiento de la ley y de la búsqueda del bienestar general, esa imparcialidad se abandona. La ausencia de imparcialidad es especialmente perniciosa cuando se trata del combate a la corrupción. Nada hace más daño a los esfuerzos anticorrupción que el uso de las instituciones encargadas de asegurar la integridad pública para conseguir metas políticas.

La polarización partidista y un arreglo de incentivos influenciado por nuestro sistema presidencialista, impidieron muchos años que en México se dieran los consensos necesarios para lograr reformas importantes.

Cuando se descubre un caso de soborno a un funcionario del Poder Ejecutivo, el acto indebido se invalida, el daño al tesoro público se restituye y se castiga a los involucrados de acuerdo con la ley. A diferencia de los actos administrativos, las leyes aprobadas por el Congreso no pueden ser anuladas por autoridad judicial.

Una investigación que plantea la posibilidad de que se haya sobornado a legisladores para aprobar una ley, camina por una vía distinta a la de la discusión sobre la legitimidad y la utilidad de la ley aprobada, eso último en todo caso, se hace a través del proceso legislativo.

En democracia, los cambios legales y reformas legislativas se discuten de forma abierta para que los ciudadanos puedan conocer las distintas posiciones y puedan construir una opinión más informada.

El caso de sobornos en PEMEX aparece en un momento en el que la discusión y el debate político en México se precipitan hacia lo tóxico y en esas condiciones es difícil separar el trigo de la cizaña, pero debe hacerse. Creo que es importante conocer qué fue lo que pasó en PEMEX y que se investigue y castigue a los involucrados.

La investigación sobre corrupción en PEMEX, representa una oportunidad para demostrar que en México las instituciones anticorrupción actúan sin obedecer pasiones políticas, con base en la ley y sin agendas ocultas. Es importante para el gobierno que no exista percepción de que el combate a la corrupción está al servicio de fines políticos. Ojalá se pueda demostrar que el combate a la corrupción y el trabajo de las instituciones encargadas de esa tarea funcionan de forma imparcial.

Ni Laurence Olivier en sus mejores años podría superar a nuestros actores políticos que, de decidirse, una vez terminando su encargo, varias obras de teatro clásico los estarían esperando.

Todos recordamos al vendedor de camellos que a voz en cuello decía en el mercado que los suyos bailaban, cantaban y hablaban varios idiomas, especialmente suajili y esperanto. Siempre tenía éxito. “México en crisis”; el nuestro no es el paraíso.

 

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