El poder del lenguaje

Por Laura Loza.

Al lo largo de la historia de la humanidad, grandes líderes y pensadores han utilizado el poder del lenguaje para influir en nuestras emociones, pensamientos y acciones. Sin embargo, muchos de nosotros no terminamos de tomar conciencia sobre el poder del lenguaje y el impacto que tienen nuestras palabras en la relación con nosotros mismos y con los demás. Ciertamente, el lenguaje tiene la capacidad de dar y quitar poder.

Según el enfoque del Coaching Ontológico, el lenguaje es una herramienta poderosa para construir y diseñar nuestro mundo y nuestra vida; es el pilar mediante el cual nos construimos y transformamos como seres humanos. Rafael Echeverría en su libro Ontología del Lenguaje, menciona tres postulados:

Interpretamos a los seres humanos como seres lingüísticos.
Interpretamos al lenguaje como generativo.
Interpretamos que los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él.

Por siglos, hemos considerado al lenguaje como un instrumento meramente pasivo o descriptivo del mundo exterior y del mundo interior (expresando lo que pensamos o sentimos). No obstante, el coaching ontológico entiende que el lenguaje no sólo nos permite describir lo que ya existe; además, nos permite crear una realidad que todavía no existe.

Y ese poder generador del lenguaje, también nos hace responsables de la realidad respecto a posibilidades, compromisos y futuros diferentes que creamos cuando hablamos. De hecho, también somos de acuerdo a cómo hablamos.
Vale una aclaración aquí, pues no se trata de decirnos lo que queremos oír; se trata de aprender a generar un lenguaje empoderado y responsable, dejando atrás el victimismo y la mirada pasiva que nos coloca “fuera” de la situación.

¿Cómo? Veamos un poco más. Aunque cada uno de nosotros está expuesto a condicionamientos biológicos y naturales, históricos y sociales, eso no hace que seamos de una forma de ser determinada y permanente. Todos nosotros nacemos con la posibilidad de diseñar nuestra propia forma de ser, a través de la capacidad generativa del lenguaje. Efectivamente, si cambiamos nuestro lenguaje, y agregamos y dejamos de lado ciertas frases y palabras, nos hacemos responsables de nuestro mundo y por lo tanto, podemos transformarlo.

¿Qué quiero decir? De alguna manera, muchos de nosotros utilizamos habitualmente palabras como “todos, ninguno, tal vez, intentar, debería, tendría”, etc. Desde este discurso, plagado de generalizaciones y potenciales, formamos relatos que nos posicionan como víctimas y no como responsables de la situación; hacen que situemos el poder en el afuera y, por ende, nos excluimos de la toma de decisiones y de la solución.