El Presidente no es de izquierda

ESTRICTAMENTE PERSONAL

/ Raymundo Riva Palacio /

En los hechos y decisiones, es un político de la derecha tradicional y conservadora, dice Raymundo Riva Palacio.

En la parte cimera de su discurso al celebrar sus primeros tres años de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador se definió como un hombre de izquierda que defiende sin medias tintas su ideología.

López Obrador se mueve en la geometría político-ideológica que toma el conflicto entre liberales y conservadores en la segunda parte del siglo 19 como combustible de su anatema contra quienes disienten de sus ideas y sueños. Se asume como un político de izquierda y así lo identifican en el mundo, pero la realidad, como siempre, es un poco más compleja.

Las generalizaciones abundan. La izquierda busca un cambio radical –como retóricamente propone López Obrador–, mientras que la derecha busca mantener las tradiciones –”los privilegios”, acusa–.

La izquierda critica el capitalismo que explota a quienes menos tienen –lo que dice el Presidente de los “30 años de neoliberalismo”–, y la derecha, aunque también incluyen liberales, mantiene la fracasada teoría de Ronald Reagan de los 80 del trickle down economics, donde los beneficios para quienes más ganaban suponía que se desparramaría en el resto de la población –algo que el miércoles López Obrador mandó al “carajo”, con razón–.

Analizado por sus palabras, López Obrador sí es un hombre de izquierda. En los hechos y decisiones, es un político de la derecha tradicional y conservadora. Hay cosas que no oculta y las presume.

La más relevante, la estricta disciplina fiscal que mantiene la estabilidad macroeconómica con el objetivo de tener un desarrollo económico sostenido. En efecto, mantuvo la estabilidad macroeconómica y evitó endeudar al país, pero el crecimiento es negativo. O sea, su política fiscal de derecha fracasó.

No hubo violencia ni tensiones sociales generalizadas porque la gobernabilidad la mantuvieron las remesas desde Estados Unidos, que alcanzaron niveles históricos porque Donald Trump y Joe Biden hicieron lo que no hizo aquí López Obrador, estímulos fiscales para empresas y transferencias directas focalizadas para quienes menos dinero tenían para sobrevivir. Su disciplina fiscal ha sido aplaudida por gobiernos e instituciones que entran en su clasificación de “neoliberales”.

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