¿Qué significó la presencia del “duro” Héctor Yunes en esa mesa?
/ Por Evelyn Hernández ./
El PRI en Veracruz pareció entregarse a la gobernadora Rocío Nahle, mientras que, a nivel nacional, Alejandro Moreno despotricaba contra Morena. La contradicción fue evidente. ¿Cómo entender entonces el desfile de alcaldes priistas al tradicional besamanos político?
¿Fue una rendición política o un acuerdo de facto con la mandataria estatal?
Siempre hemos apostado por que en Veracruz, como en todo el país, prevalezca la altura política y se privilegien los acuerdos que impulsen el desarrollo y el bienestar de la sociedad. Gobernar con pluralidad y respeto a las diferencias ideológicas debería ser la norma. Pero lo ocurrido ayer no fue una reunión para presentar proyectos o propuestas para Veracruz. No se anunció obra alguna, ni se planteó una agenda conjunta para los municipios representados por los alcaldes presentes. Tampoco hubo señales de un acuerdo institucional. Lo que sí se vio fue un desfile de alcaldes y diputados priistas poniéndose a las órdenes de la gobernadora, rindiéndose simbólicamente ante el poder.
Llama especialmente la atención la presencia de Héctor Yunes Landa, conocido por su tono crítico y por ser uno de los “duros” del PRI. Un hombre con larga trayectoria, aspirante a la gubernatura de Veracruz. ¿Su presencia fue una señal de alianza con Rocío Nahle? ¿Un gesto futurista? ¿O solo una jugada estratégica para facilitar la transición del priismo al nuevo régimen?
Mientras a su primo, Miguel Ángel Yunes Linares, lo exhiben en medios nacionales por un viaje a Italia, y a su padrino político, Adán Augusto López, lo golpean políticamente por el caso de su exsecretario de Seguridad, Héctor Yunes aparece sonriente, sentado junto a la gobernadora.
De parte de Yunes Landa, podría leerse como un acto de civilidad política y un paso en la construcción de su futuro. Pero de los alcaldes… muy mal. Se vieron débiles, alineados sin condiciones, como si el PRI ya no tuviera fuerza ni rumbo como oposición.
Y mientras todo esto ocurría, Alejandro Moreno “Alito” arremetía públicamente contra Morena. ¿Cómo explicar entonces que sus representantes en Veracruz, en ese mismo momento, se pusieran de rodillas ante una gobernadora emanada de ese partido?
¿Qué representó realmente esa reunión? ¿El derrumbe del PRI veracruzano? ¿Un desacato de la dirigencia estatal? ¿O un acuerdo con conocimiento de “Alito”?
Si se trataba de un trabajo político de conciliación entre fuerzas, ¿por qué solo fue el PRI y no también el PAN o Movimiento Ciudadano? La inclusión de todos los partidos habría abonado al fortalecimiento de la gobernabilidad, pero esta reunión dejó en claro una cosa: el PRI en Veracruz ha cedido, al menos en parte, su papel opositor.
Fue, sin duda, una buena jugada para el partido en el poder. Pero un pésimo mensaje hacia el interior del priismo.
Insisto: ¿Qué significó realmente la presencia de Héctor Yunes en esa mesa?