/ Leticia Robles de la Rosa /
Roto el monopolio político del antiguo PRI, el Congreso de la Unión comenzó a ser escenario de pluralidad no sólo entre partidos políticos diferentes, sino también en el interior de ellos mismos, incluido a ese antiguo partido.
En 2003, la senadora Luisa María Calderón logró la fuerza para destituir a su coordinador Diego Fernández de Cevallos; en 2004, Emilio Chuayffet operó la destitución de Elba Esther Gordillo como coordinadora de los diputados federales del PRI; en 2018, Luis Miguel Barbosa desfondó la bancada del PRD y le dio fuerza inicial a Morena en el Senado, mientras los calderonistas se aliaron al PRI para quedarse con la Mesa Directiva, contra la voluntad de su dirigente nacional de partido.
La decisión de los senadores priistas de quitar a su coordinador, Miguel Ángel Osorio Chong, el pasado 22 de marzo y que a final de cuentas no lo quitaron, sino que él renunció, forma parte de este listado de conflictos internos.
Pero mientras en las rebeliones anteriores se debilitaba al oficialismo en turno, en esta ocasión se le fortalece.
Alejandro Moreno Cárdenas es muy cercano al secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y al coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, a quien con frecuencia visita en su oficina del Senado. Es dirigente del partido, pero también es diputado y ahora tiene en Manuel Añorve, nuevo coordinador, a su más leal colaborador.
Los 13 votos del PRI son de un gran valor para el oficialismo, a quien le faltan ocho votos para reformas constitucionales y nombramientos en el Senado.
¿Quién en su sano juicio de político experimentado apostaría a seguir confrontándose con el PAN, o ser presionado por Movimiento Ciudadano, si hoy puede tener con mayor facilidad los votos del PRI?
En septiembre, el PRI promovió una reforma para que los militares se queden en seguridad pública hasta 2028, que fue defendida por el oficialismo como si hubiera nacido de él. Hasta el secretario de Gobernación operó personalmente para lograr su aprobación.
Hace sólo unos días, el PRI se sumó al oficialismo para aprobar la controvertida Ley General de Operación de los Registros Civiles, criticada y rechazada por la oposición en la Cámara de Diputados.
La disposición del priismo morenocardenista de llegar a acuerdos con Morena hace prever que logrará avalar nombramientos que le interesan, porque no hay garantía alguna para que el priismo se mantenga firme en el bloque opositor.
Sólo 19 horas después de elegir a Manuel Añorve como coordinador, el PRI accedió a construir la mayoría calificada para nombrar un integrante de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, que una semana antes tuvo que retirarse por falta de acuerdos.
Desde una posición que sólo han tenido los presidentes de la República: fuerza en ambas Cámaras y controlar un partido político, Moreno Cárdenas se convierte en un factor indispensable para el morenismo, pero al mismo tiempo en un riesgo para el liderazgo de Ricardo Monreal.
Cuando en septiembre de 2022 fracasó el cabildeo directo del secretario de Gobernación para que los militares se quedaran con tareas de seguridad pública hasta el 2028, fue necesario que Monreal entrara a escena. Quedó certificado que Monreal es el único morenista que puede conseguir acuerdos para crear mayorías calificadas.
Pero la cercanía de Moreno Cárdenas con Adán Augusto puede mermar ese liderazgo de Monreal porque, ¿qué caso tiene que intervenga Monreal, si lo puede hacer de manera directa el titular de Gobernación?
Y, aunque los cuatro senadores priistas que no se pliegan a la línea de Moreno Cárdenas decidieran renunciar al partido y refugiarse en otra bancada para debilitar al priismo en el Senado, los nueve votos restantes son suficientes para la ecuación con el morenismo y hasta les sobra un voto.
¿Nació el Primor en Reforma? Yo digo que sí.
