Cada 21 de marzo en México es propicio para que el peculiar interés del orador arguya por los acotamientos interpretativos que más le convienen. Igual pasa con el periodista, con el maestro de ceremonias, con el catedrático en el aula, con el político en la conferencia de prensa… y quizá hasta con el abuelo aquel que le habla emocionado de historia patria al nieto, balanceándose de orgullo en la poltrona.
Es la fiesta de la palabra que evoca… que invoca, el espíritu de la excelencia de un ser humano excepcional, indudablemente; aunque también con defectos, no solo con virtudes.
Sobre Benito Juárez, ese día y el resto del año, cada sector de la vida pública y privada trae su propia fiesta; su propia y conveniente interpretación.
Algo parecido al argumento de la novela de Miguel Alemán Velasco, ‘El héroe desconocido’.
Sobre el gran personaje mexicano, tres veces benemérito y orgullo de América, se han dicho cosas ciertas y sublimes… aunque también barbaridades y mentiras, sobre las cuales no pretende el suscrito bordar un solo argumento.
Simplemente centrarse en la espina temática alusiva a la naturaleza humana del personaje: Benito Pablo Juárez García; ni tan ‘santo’ni tan ‘diablo’; simplemente… el político pragmático del siglo 19, que hizo ‘lo que tuvo qué hacer’ para aprovechar el apoyo de la identificada como liberal -también- nación estadounidense y sacar adelante su proyecto disruptivo y modernizador para su tiempo.
Un político ‘que sí tuvo que lavarse las manos con agua sucia’… y varias veces, como cualquier otro político. Y pido perdón por decepcionar a todos aquellos fieles seguidores de la ‘historia oficial’ del prócer que lo dibuja como incorruptible y sin errores de vida; porque no fue así.
Aquel ‘pastorcito humilde que no habló Castilla’ sino hasta los veintitantos años, tuvo una educación que fue producto de la iglesia católica, pues se formó en seminarios, como la absoluta mayoría de personas de aquel tiempo. Y fueron personas de notable influencia en la vida secular, al seno de la Iglesia Católica de la época -también- quienes impulsaron en sus primeros años la carrera política y jurídica del abogado oaxaqueño.
El legado del período de Benito Juárez como presidente mexicano se centra en el inicio de la estructuración del Estado moderno en este país, dando inicio a las primeras instituciones que darán rigor administrativo a los gobiernos que surjan en lo sucesivo.
Hay que decir que fueron períodos presidenciales (cinco, pues se reeligió) de 1857 a 1875, de muchas carencias y adversidades.
Plagado de epidemias el país, con un Ejército desarmado y materialmente honorífico, pues un buen lapso de su primer mandato no alcanzaba a solventar ni la nómina de los militares, el Presidente Juárez tuvo que soportar además el embate de la invasión del Ejército de Napoleón III… por si fuera poca la desgracia circunstancial que vivía la joven nación.
Pero fue tal su temple, su orden mental y su prudencia, que fue Benito Juárez quien inició el ‘camino de la modernización’ heredado a su vástago político y paisano, el joven Coronel Porfirio Díaz, el ‘Héroe de la Carbonera’, (en territorio oaxaqueño, donde se sostuvo una crucial batalla contra los invasores franceses), a quien habría traído a México con él desde Oaxaca, donde fue su Jefe de Armas en aquella entidad, cuando fue gobernador .
La modernización, la construcción de vías férreas y caminos en la geografía nacional, la incipiente industrialización en sus inicios, se debe a Benito Juárez quien dejó las bases sentadas a sus sucesores inmediatos, entre ellos, se reitera, el General Porfirio Díaz Mori.
Pero esa materialización del progreso, de consolidación de la infraestructura digamos, fue propiciado por una serie de cambios en el ámbito de la súperestructura nacional: la creación de instituciones.
Uno de los grandes legados cívicos y legales que Don Benito Juárez García dejó a México es, sin duda, el Registro Civil, institución de orden público que garantiza en gran medida, la identidad y certeza jurídica de los mexicanos, desde entonces.
Por otra parte, la Constitución Liberal de 1857 consagró el federalismo como base de la organización del Estado, estableció el sufragio universal y las garantías y los derechos del hombre, además de postular la libertad religiosa.
Pero, para decirlo pronto, todos estos cambios que incidieron en la mentalidad de aquel México rural, giran en torno a un solo instrumento, traducido en un área específica del conocimiento: el Derecho.
Benito Juárez García, el presidente mexicano de corte liberal creía y fundamentaba sus acciones en el Derecho, para propiciar el orden y la legalidad que todo país tendiente al desarrollo en aquella época ya ponderaba como indispensable para alcanzar el progreso material y humano que se buscaba.
Ese Estado de Derecho que da lugar a la certeza jurídica que todo agente productivo busca en el mundo para invertir su riqueza; eso se ponderaba y procuraba ya desde entonces. El capitalismo estaba instalado y acendrado desde hacía más de un siglo con la Revolución Industrial y en países tan liberales como el aliado que tenía Juárez al norte del Río Bravo, no solo en países de Europa.
Es el mismo Estado de Derecho o es la misma legalidad que tanto desprecia el actual Presidente de México y su gobierno.
¿Cuál es la admiración que dice AMLO sentir por Benito Juárez entonces?… ¿Y por sus cinco períodos de gobierno?
A menos que sea la misma admiración torcida y manipulada de muchos fanáticos de la historia patria que, errónea, maníquea y limitadamente, ven en Juárez a un ‘justiciero de historieta’ que vengó a todos los mexicanos con rasgos indígenas, fusilando al Emperador innombrable de origen austro-húngaro…
¡Qué daño le han hecho al país los complejos de inferioridad sembrados desde la ‘historieta oficial’ propiciada desde tiempos de Plutarco Elías Calles!… y difundida cruelmente entre los niños y adolescentes de la época, para fines de control ideológico.
No hay nada tan falso como esos razonamientos prejuiciosos y malinterpretados.
Ni Juárez era tan grande y tan bueno por el simple hecho de ser zapoteco… ni Maximiliano de Habsburgo eran tan cruel, tan despreciable y tan merecedor al paredón, por el simple hecho de ser blanco.
Nadie escoge su origen. Es un gran absurdo juzgar a partir de este criterio.
Si hay algo que combatió en vida Benito Juárez como hombre libre, como abogado y como político, fue la desigualdad de los hombres ante la ley.
Se reitera que la gran aportación de este gran presidente mexicano al mundo, está dada en el ámbito de la legalidad y en la construcción del Estado moderno.
Lo que no vale nada para los actulaes ‘padres de la patria’ mexicana… su idea de justicia y de legalidad, viene en la carpeta de ‘los otros datos’.
Y es que el Derecho como materia se estudia a partir de principios generales.
La Real Academia Española, define a un principio como “Base, fundamento, origen, razón fundamental sobre la cual se procede discurriendo en cualquier materia”.
Por otro lado, Rafael de Pina Vara, define al principio como “razón, fundamento, origen. Máxima o norma”.
Aunque hay en el estudio del Derecho principios generales en clasificaciones más sofisticadas o doctrinarias:
• El Derecho nacido del hecho.
• Lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
• El género se deroga por la especie.
• Quien puede lo mas, puede lo menos.
• El primero en tiempo, es primero en derecho .
• Nadie está obligado a lo imposible.
Pero lo que es más comunmente aceptado es que se reconozcan cinco principios generales del derecho, que son:
• Principio de interés público (Que tiene que ver lógicamente con lo público) …
• Principio de los actos propios (non venire contra factum proprium)…
• Principio de la autonomía de la voluntad. …
• Principio de buena fe (bona fides) …
• Principio de igualdad ante la ley.
Este último, el Principio de la Igualdad ante la ley, es el más álgido de los principios universales del Derecho y como tal, el más sublime, a juicio del suscrito.
Es el Principio de la Igualdad de los hombres y los gobernados ante la ley, el que permitió a Juárez llegar a ser Presidente de México y a consolidar antes toda su trayectoria como servidor público… siendo un indígena para quienes en ese tiempo, estaban asignadas funciones muy ajenas a la dirección de un país o de la sociedad en general.
La igualdad ante la ley es un principio que garantiza que todas las personas son tratadas de la misma forma por la ley. No solo las leyes son iguales para todos, sino que también lo es todo el proceso jurídico.
La igualdad ante la ley, con antecedentes en la antigua Grecia, pero consolidada en el siglo XVIII, de la mano de John Locke.
La igualdad ante la ley es una garantía necesaria en cualquier Estado de derecho, y supone la no discriminación en cualquier proceso legal. Es decir, no se evalúan los factores externos de la persona, como pueden ser el estatus, la renta, el patrimonio, puesto de trabajo o su etnia u origen. Si una persona comete un delito, a esta se le juzgará por lo realizado en él, sin tener en cuenta los factores anteriores.
La igualdad ante la ley, que supone el reconocimiento de que ninguna persona es inferior a otra, por ello, ha de ser tratada en iguales términos.
Este principio es básico en cualquier Estado democrático y de derecho. Si la igualdad ante la ley no está garantizada en el ordenamiento jurídico, normalmente en la Constitución, la aplicación de la ley y el proceso legal quedan a la arbitrariedad de los gobernantes o de los encargados de impartir justicia.
Y eso, el legado más importante de Benito Juárez, el Principio de Igualdad de todos los hombres ante la ley, sintetizado en el anterior párrafo, es lo que se está ignorando actualmente en México por su gobierno.
La Constitución mexicana la reconoce de forma indirecta. Su primer artículo señala el respeto de los derechos humanos y la igualdad ante la ley es el artículo 7 de dichos derechos.
Artículo 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio.
La Constitución General de la República, contiene en sus primeros siete artículos, los alusivos a aquellas disposiciones que resguardan el Orden Jurídico Nacional.
Así que, señor Presidente de México y colaboradores…
No es una forma de aplicar el Principio de Igualdad de todos los mexicanos ante la ley, cuando hay un fiscal General de la República que se defiende en una causa penal donde es parte interesada, con los medios propiedad del Estado mexicano; que promueve acciones dentro de esa misma causa donde tiene evidente interés personal, aprovechándose de la jerarquía de su cargo; que tiene acceso a información procesal privilegiada y que amedrenta a miembros de otro Poder gracias a su condición también propia de su jerarquía circunstancial; mucho menos es legal -ni moralmente justo- que el Presidente de la República tenga tantas consideraciones para él y hasta lo defienda o lo justifique públicamente, sea cual sea la gravedad de la causa penal en el que esté involucrado.
Tampoco es ni legal ni moralmente justo, que el caso del fiscal tenga que ser desahogado -de manera especial- por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), como si se tratase de un ciudadano con poderes supranormales, como aconteció y por disposición dictada por el Presidente en esta novedosa instancia de gobierno, que se llama ‘La Mañanera’.
¿O acaso las causas penales del resto de los mexicanos si acaso son dignas de que las desahogue el Representante Social o cuando mucho el Juez?
Porque no hay mexicanos de primera, ni de segunda ni de tercera… ¿No es así señor Presidente?.
De igual forma, el Principio de Igualdad propugna por que todos los individuos sean iguales ante la ley, debe ser parejo para todos los ciudadanos del país, sean consanguíneos o no del titular del Poder Ejecutivo o no.
Así entonces, los casos donde se han visto incolucrados hermanos y hasta el hijo primogénito del presidente López Obrador, deben ser ventilados y desahogados expeditamente por el bien de la Nación y por no quebrantar ese principio de Igualdad al que hacemos alusión en esta entrega.
Porque el resto de los mexicanos que están siendo juzgados, procesados, investigados o que son simplemente víctimas del delito o de una injusticia de cualquier ramo del Derecho, no son inferiores ni valen menos que Pío, Martín o José Ramón, por lo que han de ser tratados en los mismos términos.
Vamos, porque si a Pío, Martín o José Ramón se les exonera o no se les reconoce conflicto de interés siquiera… que el resto de la población involucrada en procesos legales en el país reciba el mismo trato, la misma resolución.
Porque Principio de Igualdad también es el hecho de que los mexicanos de cualquier condición o región del país, tengan un sufragio que tenga el mismo valor que los de otras regiones del país. Esto es, que se garantice que pueden los ciudadanos salir a votar en libertad sin ser amedrentados o violentados por grupos de dudoso origen. Todos los mexicanos valen lo mismo ante la ley y su voto debe contar igual para elegir a sus autoridades.
Esta garantía de votar con seguridad y paz social, no la ha podido garantizar su gobierno tampoco Don Andrés. Como se vió en el pasado proceso electoral de 2018.
¡Ah!… y por último Señor Presidente:
Ha de saber Usted que también la ‘señora de las tlayudas’ del nuevo aeropuerto enclavado en Zumpango (AIFA) que anteayer inauguró, también debiera ser objeto del Principio de Igualdad en alguna medida. Eso es lo que se critica… y no las ironías que comentó Usted en la ‘Mañanera’, que quiso presentar como un chiste que de plano… no conectó.
No… no es ni clasismo, ni racismo criticar que lleven Usted o su Gobierno servicios para atender a los ‘nuevos acarreados’, a una trabajadora mujer para que asista después de la ‘desmañanada’ inútil que les hiceron pasar, ofreciéndoles -en lugar de un ‘frutsi’ y una torta embolsada sabor sobaco- como lo hacían los priístas que tanto criticaban y que ahora lo hacen ustedes, ofreciéndoles sabrosas ‘doraditas’, que son la versión defeña de las tlayudas oaxaqueñas, aunque eso no es lo criticable, para nada.
Bendita la mano y el sazón de la mujer mexicana… y bendita la comida mexicana también.
Lo que se critica es que hay muchos mexicanos haciendo cola en las alcaldías de la CDMX, esperando para pagar por un permiso para venta de comida o de lo que sea y, no es en el marco del Principio de Igualdad legal, ni justo moralmente, que sin permiso previamente expedido, a los favoritos del régimen, como seguramente es la señora que vende las ‘doraditas’ en el nuevo aeropuerto, que se haya instalado al interior del inmueble, sin pagar permiso ni impuesto alguno.
Sí señor… eso es también criticable. O todos ‘coludos’ o todos ‘rabones’.
Eso es el Principio de Igualdad también.
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Autor: Héctor Calderón Hallal
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