*Retrovisor.
/Ivonne Melgar/
La promesa de corregirle la plana a los senadores, recuperando la prohibición del nepotismo electoral a partir de 2027, como lo había propuesto la presidenta Claudia Sheinbaum, no prosperó.
“No estamos en tiempos de monarquías ni de cacicazgos familiares, el poder no es una herencia, sino un mandato del pueblo”, afirmó la diputada Gabriela Jiménez.
Con esas palabras, la vicecoordinadora de los diputados de Morena reivindicó el espíritu original de la reforma presidencial contra el nepotismo electoral y la reelección consecutiva que se votó en San Lázaro el martes 4 de marzo.
Pero desde el lunes 3, la diputada Jiménez admitió: “Estuvimos en pláticas con diferentes fuerzas y grupos parlamentarios para regresar la prohibición del nepotismo a 2027. Sin embargo, después de un análisis político profundo, sabemos que, si modificamos el dictamen, regresará al Senado. Y que en el Senado no contamos con los votos y con los números suficientes para que pueda hacerse realidad el cambio”.
Y, aunque al siguiente día, desde la tribuna, la vicecoordinadora Jiménez arengó un “¡no está sola, no está sola…!” con dedicatoria a Palacio Nacional, su compañero de bancada Víctor Hugo Lobo defendió el dictamen cocinado por los coordinadores de Morena y PVEM en el Senado, Adán Augusto López y Manuel Velasco. “Recordemos que en política lo mejor no es lo ideal, sino lo posible”, justificó.
Alborotada se quedó la oposición que había ofrecido sus votos para respaldar la iniciativa original. Fue el diputado Federico Döring (PAN) quien habló de la tibieza de los morenistas.
La diputada Iraís Reyes (MC), entre muchos otros que subieron a la tribuna, remarcó que el Congreso le había dado la espalda a la mandataria.
La panista Paulina Rubio recriminó que todo era una farsa: “Cómo no va a ser una simulación, si ustedes ayer rechazaron entrar a la discusión de que el hijo de un expresidente no deba ser presidente de la República hasta pasando 10 años”.
Y es que los diputados de San Lázaro refrendaron el acuerdo que una semana atrás habían concretado en el Senado de patear el bote del fin del nepotismo hasta las elecciones de 2030.
Otro de los promotores de recuperar la vigencia de la prohibición desde 2027, también vicecoordinador, Alfonso Ramírez Cuéllar, justificó la aceptación de ese pacto, refiriéndose a la garantía de que en Morena quedará vetado ya el nepotismo electoral. Los reclamos de la oposición opacaron los pretextos del oficialismo.
“Es ensordecedor el silencio que ha guardado Andrés Manuel López Beltrán”, señaló Éctor Ramírez Barba (PAN), en referencia al mutis del secretario de Organización de Morena.
El diputado David Cortés Mendoza, hermano del expresidente del PAN, quien sería cuestionado por representar el mismo pecado, puso el dedo en la llaga: “Aprovechen cuando vayan al Zócalo y griten muy fuerte que ‘viva un México’ sin miedo a los Taddei, a los Bartlett, sin miedo a los López, libre de nepotismo”.
Pero una vez más triunfó la disciplina activada por el Club de Toby de la 4T, la misma que le tenían al expresidente y que esta vez le regatearon a su sucesora. No conformes con el éxito parlamentario, el miércoles 5, en vez de que la comidilla fuera el pacto de los señores, se activó la intriga contra la diputada Jiménez, pretendiendo señalar una supuesta traición “al movimiento”.
Y es que, en el Taller de Lectura de Morena, su coordinador Ricardo Monreal comentó: “Caímos en la trampa de algunos de la oposición. Nos buscaron sin autorización del grupo, y le dicen, yo traigo 100 votos, a mí me dijo Döring, a cambio de que los López estén 10 años fuera, ¡Órale!, pero ¿cómo vas a negociar eso?”. Una hora más tarde, frente a los micrófonos de la prensa, el jefe de la mayoría negó haber hecho ese comentario. “Yo no estaba enterado de esas negociaciones”.
La verdad es que las cosas no pasaron de un incipiente cabildeo que jamás se concretó. Y que los panistas hicieron su chamba: ponerle nombre y apellido al elefante en la sala, al nepotismo familiar morenista que se busca exhibir y del que, por ahora, ningún oficialista hablará en voz alta.
El coordinador del PAN en la Cámara, Elías Lixa, reseñó la reunión con la vicecoordinadora morenista, aclarando que, si bien le ofreció los votos para reestablecer el fin del nepotismo en 2027, nunca los condicionó al llamado “reto Andy”; sólo le compartió la propuesta. “En esa reunión me hablaba del interés de al menos 115 legisladoras y legisladores de Morena para, quizás, lograr el cambio de fecha”.
Gabriela Jiménez se defendió de lo que dijo era una difamación. “Yo no defiendo intereses personales ni apellidos ilustres”, expuso antier en un comunicado en el sugirió: “Pareciera que quieren desviar la atención de quienes verdaderamente traicionaron la esencia de la Cuarta Transformación”.
En entrevistas en medios, la vicecoordinadora habló de machismo y violencia política de género. Y no le falta razón. Porque, para colmo de males, la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de San Lázaro pactó esta semana cerrarle el paso a la instalación del Grupo Plural de Igualdad Sustantiva que funcionó entre 2020 y 2024, concretando reformas como la Ley 3 de 3 contra la violencia. Era un mecanismo para que diputadas de todas las fuerzas construyeran acuerdos y empujaran iniciativas que se atoran en comisiones y en la misma Jucopo.
Así que en el primer 8M de la presidenta Sheinbaum, la Cámara de Diputados no estuvo a la altura de las dos consignas feministas del sexenio: Llegamos todas y Es tiempo de Mujeres. Porque ni una ni otra.