**Números Rojos
/ Brenda Caballero /
Matías se encontraba jugando con sus amigos de la colonia, cuando de repente recordó el reto del ahorcado, del apagón o del desmayo, el llamado “blackout challenge” que circula en Tik Tok, Palabras más, palabras menos, comentó a los niños que regresaría después de hacer el mortal reto. No importó que le dijeran que era peligroso; el niño se retiró para después ser encontrado bajo un árbol con una manguera enrollada a su cuello… sin vida.
Días después, las hermanas Sinachi (de 11 años) y Zoe (de 9) fueron encontradas ahorcadas en el barandal de la escalera de su domicilio. Realizaron el mismo reto, de ponerse algo al cuello hasta desmayarse, ellas tampoco alcanzaron a quitarse la soga y fallecieron.
Habían aceptado el reto, de acuerdo a investigaciones ministeriales que encontraron una tableta junto a ellas y dos teléfonos celulares.
Tres pequeños muertos en menos de una semana en México por un mortal reto que circula en redes sociales. Historias terribles que parecía que sólo sucedían en otros países, pero nunca en el nuestro.
La historia de Matías sucede en Baja California y la de Sinachi y Zoe, en Oaxaca. Estamos hablando de lugares extremos en el territorio mexicano. ¿Cómo coincidieron? Todo indica que a través de Tik Tok donde el Blackout Challenge se hizo viral.
¿Qué está pasando? Podemos culpar al internet, a las redes sociales, a los juegos de video, a los padres que no están pendientes de sus hijos, al sistema educativo, pero el problema va más allá. Todos como sociedad estamos implicados. ¿Cuando usted ve algo no apto para niños o para la sociedad, reporta las cuentas, o se echa el morbo y las pasa de largo como si no ocurriera nada? Porque si no lo reporta y espera a que lo haga la red social, usted también es responsable de ello.
En el caso de los menores ¿Qué pasa por la mente de un niño o niña cuando decide hacer esos retos?
El antecedente de Matías de “presumir” a sus amigos que iría a hacer el Blackout Challenge y “regresar triunfante”, me hace pensar en la necesidad del reconocimiento de sus amigos por su “dizque proeza”, esperando alabanzas y aceptación. De la misma forma que los comentarios que hacen los cibernautas a los protagonistas de esos aberrantes retos que cuelgan en las redes. Sin embargo, no se compara con el impacto psicológico y mental que puede tener en un niño de 9 años.
La pandemia de Covid 19 ha hecho que cambiemos nuestra forma de vida; que niñas, niños y adolescentes permanezcan más tiempo en casa viendo televisión, ingresando a las redes sociales o en los videojuegos, pero aún no hemos entendido que esos cambios implican a su vez otros.
La tablet, la televisión, la computadora, el videojuego no es una niñera digital a la que se le debe encargar al niño o la niña. Es necesario verificar qué contenidos ven en internet los pequeños y adolescentes; con quién interactúan o se relacionan al jugar en línea; incluso limitar el uso de redes sociales y por supuesto de aparatos digitales destinados al ocio o diversión. Motive los juegos físicos o de mesa como los rompecabezas si es que usted no estará en casa.
No basta lamentarse con lo que hubiera hecho o podido hacer.
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