El rey Carlos III despoja al príncipe Andrés de todos sus títulos por sus vínculos con Jeffrey Epstein

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30.10.2025 Londres.- El Palacio de Buckingham anunció este jueves que el rey Carlos III ha iniciado un proceso formal para retirar todos los títulos, honores y distinciones a su hermano, el príncipe Andrés, duque de York, debido a la persistente controversia pública y política derivada de su relación con el delincuente sexual estadounidense Jeffrey Epstein.

A partir de esta decisión, Andrés será identificado oficialmente como Andrew Mountbatten Windsor, sin el tratamiento de “Su Alteza Real” ni los títulos nobiliarios que ostentaba desde su nacimiento, incluyendo los de duque de York, conde de Inverness y barón de Killyleagh. Además, deberá abandonar su residencia en el Royal Lodge, ubicada en los terrenos del Castillo de Windsor, donde vivía desde 2003 junto a su exesposa Sarah Ferguson.

La medida se produce tras nuevas revelaciones sobre la cercanía del príncipe con Epstein, quien fue condenado por delitos sexuales y tráfico de menores antes de morir en prisión en 2019. Aunque Andrés ha negado reiteradamente las acusaciones en su contra, su vínculo con el magnate ha sido objeto de escrutinio desde que en 2019 se difundiera una fotografía en la que aparece junto a Virginia Giuffre, una de las víctimas del círculo de Epstein. Giuffre lo acusó de haber abusado de ella cuando era menor de edad, lo que derivó en una demanda civil que fue resuelta fuera de los tribunales en 2022.

Desde entonces, Andrés ha sido apartado de sus funciones públicas y excluido de actos oficiales de la familia real. Sin embargo, el anuncio de hoy marca un punto de quiebre definitivo en su estatus dentro de la monarquía británica. Según el comunicado oficial, la decisión fue tomada por el rey Carlos III “en defensa de la integridad institucional de la Corona” y en respuesta a la presión mediática y social que ha rodeado el caso durante años.

El caso del ex príncipe Andrés ha sido uno de los escándalos más prolongados y dañinos para la imagen de la monarquía británica, al evidenciar los riesgos de las relaciones personales mantenidas por miembros de la realeza con figuras involucradas en redes de explotación sexual. La decisión de Carlos III busca cerrar un capítulo que ha puesto a prueba la paciencia de la institución y su capacidad de autorregulación frente a la opinión pública.