El sueño de los justos .

  • TIERRA DE BABEL .

/ Jorge Arturo Rodríguez   /                     

No nos hagamos de la vista gorda. Despertemos. Cierto, no hay que ser pesimista, mucho menos fatalista. Pero tampoco nos embriaguemos de optimismo porque la resaca al día siguiente es tremenda. Seamos objetivos, realistas. César Vallejo escribió el microcuento “Despierto”: “Conozco un hombre que dormía con sus brazos. Un día se los amputaron y quedó despierto para siempre.”

            Más leña al fuego, no por favor. Las autoridades hacen como que trabajan para resolver un chingo de problemas que a diario nacen, crecen y se reproducen. ¿Cuándo mueren esos problemas? Nosotros los ciudadanos -el pueblo sabio… y jodido-, y aquellos ciudadanos -el pueblo chido que vive en nubes de poder, dinero y gloria- caemos en la indiferencia y el conformismo.

            Alguien hace poco me comentó que somos, sin querer queriendo, sociópatas. ¿Qué es eso? Encuentro -ya saben dónde-, que “un sociópata es una persona que muestra un patrón persistente de comportamiento antisocial, caracterizado por la falta de empatía, remordimiento y respeto por las normas sociales y los derechos de los demás.” Sin meterme más en mis adorables trastornos y menos en los trastornos de los demás, leo que las características principales de un sociópata son:

Falta de empatía: Dificultad para comprender o compartir los sentimientos de los demás; Falta de remordimiento: No sienten culpa ni arrepentimiento por sus acciones, incluso si causan daño a otros; Comportamiento manipulador: Tienden a manipular a los demás para obtener beneficios personales; Incapacidad para seguir normas sociales: Tienen dificultades para adaptarse a las normas y leyes sociales: Irresponsabilidad: Muestran falta de responsabilidad en sus acciones y compromisos; Tendencia a la agresividad: Pueden ser propensos a la agresión y a la violencia; Mentiras y engaños: Suelen mentir y engañar a los demás con facilidad.

            Y páranle, pa’ qué más. Una sociedad sociópata. ¿Será? José Emilio Pacheco escribió el microcuento “Tentador”: “Dijo el demonio al cielo: —No me tientes.”

            Hay miedo de gritar: “¡Ya basta!” “¡No más mentiras y simulaciones!” Paul Valéry escribió: “El miedo, efecto esencial, base de toda sociedad”. ¡Glup!

Y a este desenfrenado animal desbocado que corre hacia la autodestrucción, agréguele la justicia que no sabemos a favor de quien está. S. J. Lec decía que “la Administración de la Injusticia está siempre en manos apropiadas”.

La verdad, no hay un minuto sin violencia, aquí, allá y acullá. Herbert Marcuse aseguraba que por muy pacíficas que sean o vayan a ser nuestras manifestaciones, hemos de contar con que se les opone la violencia de las instituciones. ¡Sopas!

Pero no nos alteremos, sigamos el ritmo autómata de la sociedad actual. Silencio: nuestros políticos y autoridades siguen soñando el sueño de los justos. Albert Camus escribió el texto “Compraventa”: “En un barecito, una sinfonola anula las conversaciones. Para tener cinco minutos de silencio hay que echarle cinco centavos.”

Quien entendió… Pero no la haré de tos. Porque, hablando y ablandando la vida, me contaron lo siguiente: “Parece que su tos está mejor. – Sí, estuve practicando toda la noche.” Y, siendo sincero, pongámonos no tan serios: “Camarero, este filete tiene muchos nervios. Pues normal, es la primera vez que se lo comen.”

Los días y los temas

Leo en la sección “¿Será?” de 24-horas.mx, de este 12 de agosto, lo siguiente: “Diputados, sin llenadera. Como se lo adelantamos, los diputados van a gastar 29 millones de pesos en su primer informe de actividades. Nos comentan que los legisladores ya recibieron el recurso, pero como si la cantidad fuera poca, un morenista preguntó si el grupo parlamentario les brindaría más apoyo económico. Ya olvidaron la famosa frase del expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador: “no mentir, no robar y nunca traicionar al pueblo de México”, en otras palabras, “no tienen llenadera. ¿Será?”

Y en el primer Informe de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, ¿cuánto se gastará? En fin, ya es costumbre. Pobre México.

Hace poco, Albrecht Mohrhardt Doger entrevistó a Jacobo Dayán y Javier Sicilia, a propósito del libro Crisis o Apocalipsis. El mal en nuestro tiempo. Mohrhardt preguntó a Sicilia: “Me gustaría hacerte una pregunta Javier, sobre una de las frases más dolorosas del libro. Hablas de tu experiencia personal, del asesinato de tu hijo, y dices: “México se vuelve Auschwitz”. Esa afirmación —tan cruda como contundente— atraviesa la conversación, y le da al libro una carga ética imposible de ignorar. Frente a una sociedad que parece haber normalizado la violencia, que actúa como si estuviera anestesiada, ¿crees que todavía es posible que despierte?”

Javier Sicilia contestó: “Es un reto enorme. Vemos, por ejemplo, crematorios donde aparecen cuerpos almacenados sin identificación, con responsabilidad directa del Estado por no supervisar o por prácticas de las fiscalías que terminan borrando el rastro de las víctimas. Y lo más grave es que ya ni siquiera nos sorprende. Todo esto refleja una ausencia total de Estado de derecho, un Estado capturado por el crimen organizado, desfondado, que ha perdido el control y, peor aún, el sentido de lo humano.”

Agregó: “Y en ese contexto, la violencia deja de conmovernos. Como contaba Primo Levi, había un Sonderkommando en Auschwitz que, después de trabajar con los cadáveres, jugaba partidos de fútbol. Esa es la banalidad del mal, que el infierno se vuelve rutina, y seguimos nuestras vidas como si nada. Eso es lo que está pasando hoy en México.” (nexos.com.mx, 07/08/2025).

Jean Baudrillard, hace años, se preguntó: “¿De dónde viene ese sentimiento de la abominación de lo político? ¿Será la impresión de estar artificialmente sometido a una voluntad más estúpida que la tuya, y que su función se hace inevitablemente grosera?”

De cinismo y anexas

Entretanto, van dos ciegos y le dice uno al otro:

-Ojalá lloviera.

-Ojalá yo también.

En fin, había una vez un chiste tan malo, tan malo que pegaba a los otros chistes. Bueno, está bien, pregunto: ¿Cuál es el colmo de un puerco espín? Que le dé mala espina.

Hasta la próxima.