El temblor veracruzano

La política en rosa

Elsbeth Lenz

El 19 de septiembre de 1985 fue el año del gran temblor, estaba yo en clase de matemáticas en la escuela, aún era yo una adolescente, de pronto se sintió un jalón y sopas. empezó el ¡shake it! ¡shake it!; por supuesto que ese temblor cambió la vida de mucha gente, muchos se quedaron sin patrimonio, sufrieron pérdidas lamentables y muchos otros perdieron familiares, como fue el caso del ex gobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa, que aunque hoy muchos lo nieguen, bastante los ayudó y salpicó de muchos modos, el Gordo siempre fue espléndido.

Justo el día que cumplió 12 años, Javier Duarte de Ochoa quedó huérfano de padre, supongo estaría justo en aquella etapa en la que aún era delgado, pasando por aquel calvario que es la adolescencia, de pronto ¡Pum!, de la noche a la mañana huérfano; supongo que su vida se complicó, siempre supe que su madre doña Cecilia, se las vio negras para sacarlos adelante; muchos escuchamos la historia aquella, esa que contaba el mismo y decía que hasta pan que horneaba su mamá, vendían en Córdoba para salir adelante; las vueltas que da la vida, un buen día el tío Fidel lo acogió bajo su manto y hasta Gobernador lo hizo.

Yo no viví en México durante el primer año de Gobierno de Duarte de Ochoa, lo nota más significativa de su mandato, que llegó a los medios europeos y de que yo tuve noticia, fue aquel reguero de cadáveres en Boca del Río, vivía yo en Alemania y hasta allá llegó la noticia, con aquella imagen terrible.

Luego de eso no supe más de él, ni de su gobierno, hasta mi regreso a México, volví unos días antes del festejo aquel de la Salsa, que hacía su compadre Manzur en Boca del Río; aquel festival era la gran pachanga, buscando posicionar al compadre para el futuro; recuerdo que en aquellos festivales, el Gordo bailaba con el público de la zona VIP, aquello se ponían de gran sabor, por ahí recuerdo fotos de madres de amigas mías, de gran baile con el Gobernador Duarte de Ochoa, en aquellos años, la gente se tomaba fotos con él y las posteaba en sus redes sociales, el Gordo no era repudiado, gozaba del poder y apapachaba a la gente.

Hubo un tiempo en que el Gordo la llevó bien con todos, si bien el pueblo veracruzano jamás se volcó de amor por él, Duarte de Ochoa gozaba de cotorrear con la gente y era amiguero, hacía chistoretes medio pazguatos, pero le echan ganas al principio, en esos años nadie se imaginó en lo que llegaría a convertirse Duarte de Ochoa, años después.

Aunque hoy muchos lo nieguen, hasta con la mano en el pecho, yo recuerdo que muchos gozaban de sentarse con él a echar la copa, cotorrear y hasta consejos le daban; porque el gordo los escuchaba, incluso el mismo le llamaba a dos o tres personajes de la vida editorial y política veracruzana, siempre los escuchaba, decía “El que pregunta no se equivoca”, hasta que dejó de preguntar, le cayó encima la soberbia.

La prepotencia llegó después, junto con la locura y la ambición, también vino aquel baño de sangre, se le fue todo de las manos y enloqueció; la cosa acabó muy mal, entre que compró pleito con Miguel Ángel Yunes Linares y se creyó Dios inalcanzable, ganando elecciones a fuerza de cañonazos de dinero, al Gordo lo perdimos; un buen día se tuvo que montar en un avión de escapada y desapareció, empezó a ser indeseable, perdió la protección presidencial y ¡Vaya usted a saber!, pero terminó en la cárcel, primero en la de Guatemala y ahora en el Reclusorio Norte.

Cayó solo con sus intereses, sus pactos y sus secretos, no arrastró a nadie con él, en estos momentos no debe estar ni derrotado, ni amargado, el hombre apenas estará entrando a su segundo aire; pasó casi dos años sufriéndola con Yunes Linares aterrorizándolo desde afuera, sin embargo sabía que no sería para siempre, le rezó a algún Santo muy milagroso.

Hoy con la caída estrepitosa de Yunes Linares & Co, el panorama ha cambiado completamente para Javier Duarte, hace poco más de un año, supe que andaba viendo quien de sus cuates beneficiados, le patrocinaba el pasto para el campo de Futbol del reclusorio, se quería ganar a sus compañeros recluidos; hoy me imagino que los reclusos le deben decir jefe y hasta lo deben de cuidar, el Gordo siempre tuvo carisma y fue empático, sabía ganarse a la gente, sabía cuando ser humilde, servicial y cuando y con quien sacar las uñas.

Cuando llegó a Xalapa Yunes Linares, todos negaban a Duarte de Ochoa, hoy todos niegan a Yunes Linares, quizá la travesía del escape de Duarte de Ochoa, la recorra en algún momento Yunes Linares del mismo modo; estos últimos días y finalmente con diferentes personajes, pero pareciera que vivimos un déjà vu en Veracruz.

¿Hasta cuándo?.

Pasen un lindo fin de semana queridos míos, sugiero le recemos al mismo Santo que le rezó el Gordo, a ver si se nos compone el destino.

[email protected] www.lapoliticaenrosa.com @Elsbeth_Lenz

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